Disparar con estilo

People Can Fly pasó de los shooters de la época, la mayoría basados en las coberturas, para ofrecer un enfoque mucho más desenfadado y arcade. El objetivo es abrirse paso a través de hordas de enemigos, por supuesto, pero hay que hacerlo con estilo. Esto se consigue con los disparos de habilidad, que son formas de matar por las que el juego nos premia con puntos. Al mostrar los puntos conseguidos con cada muerte en pantalla, se consigue un curioso efecto en el jugador. Acabar con un enemigo de la forma más tradicional posible nos dará unos míseros diez puntos y una sensación de estar haciéndolo mal. El juego nos está animando constantemente a aprovechar el entorno y nuestras armas para conseguir la mayor puntuación posible.

Además, Bulletstorm tiene un desarrollo muy bien medido para darnos constantemente nuevas herramientas. Una vez hemos dominado, la historia nos aporta una nueva con la que matar de una forma diferente, y luego combinarlas entre ellas. Cada una tiene un modo de disparo normal y otro especial, que debemos ir recargando en cápsulas que hay cada diez minutos. Además, esta edición incluye el modo Overkill, que permite repetir el juego con todas las armas y mejoras.

En cuanto a la actualización gráfica obligatoria para una remasterización, los cambios no son muy destacables, salvo por los 60fps que le sientan muy bien y se mantienen estables en casi todo momento. La calidad de las texturas se ha mejorado, pero sigue pareciendo un título de segundo nivel, como ya lo hiciera en su momento. Comparándolo cara a cara, también se ha realizado un cambio en los tonos de color que no terminamos de entender.

Bulletstorm: Full Clip Edition es un título ideal para recibir una remasterización por muchas razones. En su momento no tuvo una gran recepción entre el público a pesar de su diversión. Sigue siendo un título especial, diferente a los shooters más tradicionales, que se acerca más a la poca vergüenza de Wolfenstein y Duke Nukem. Bulletstorm es un shooter muy divertido y sin ninguna ambición a nivel narrativo (por lo que se termina haciendo algo cansino).