Los caballeros de la armadura oxidada

Analizado en Xbox One X. Copia digital proporcionada por Electronic Arts.

Nada más empezar la generación que nos ocupa, esta de PlayStation 4 y Xbox One, dos nuevas propuestas se propusieron marcar tendencia dentro de los shooter en línea. Dos títulos que apostarían por la conexión permanente y por futuros lejanos llenos de aventuras. El primero de ellos fue Titanfall, centrado en el multijugador y con esos enormes mechs como principal reclamo. El segundo, Destiny, amplió miras y propuso acción cooperativa online sazonada de un abusivo looteo que encandiló y cansó por igual.

Entre tiroteo y tiroteo, cosechábamos minerales, plantas y orbes de colores casi sin mirar. Ya después veríamos para qué sirve tantísimo ingrediente. Pero la fórmula del juego de Bungie cuajó, dejó su poso, hasta el punto que sentó jurisprudencia en proyectos futuros. Como su segunda entrega (que nunca ha conseguido alcanzar la estela del original), el The Division de Ubisoft, los piratas de Sea of Thieves... y este Anthem del que hoy hablamos.



El caso es que estos shooters en línea permiten una alta monetización. Primero con las ediciones Deluxe que por un poquito más de dinero respecto a la versión básica, permiten acceder a diseños decorativos y ventajas sutiles desde el arranque, muy importante para fardear delante de la comunidad. Luego ya vienen los pases de temporada, las cajas de botín y la posibilidad de acceder a contenido (gestos, diseños y similares) mediante dinero real, lo que supone una inversión realmente atractiva para la industria.

Eso, creemos, debieron pensar en Electronic Arts y en BioWare cuando planearon el desarrollo de este Anthem, un juego que bebe directamente de las fuentes de Destiny y evoca las mismas sensaciones que aquel profesaba. En realidad, Anthem tiene algunos cambios de peso. Para empezar porque se maneja en tercera persona, y en segundo lugar porque todo gira en torno a las armaduras (alabardas las llaman) que parecen creadas por el mismísimo Tony Stark. Y sí, podremos volar y acribillar a todos nuestros enemigos en un mundo abierto en el que faltarán misiones, incursiones, recolección de florecitas y misiones ya superadas pero con mayor dificultad.



Puestos a elaborar la trama, se ha puesto más ímpetu en crear un universo gigante que pueda ser recorrido una y otra vez por los jugadores. En BioWare han seguido los pasos de Bungie “one more time” y han orquestado un mundo de fantasía gigante, tan grande que tendremos algunas cargas al adentrarnos en zonas concretas del mapeado, eso sí, todo está en el misma planeta y han dejado de lado las naves espaciales para otros menesteres. Todo esto queda gestionado desde su epicentro jugable, un lugar de encuentro en el que se reunirán todos los jugadores disponibles para comerciar, mejorar sus exoesqueletos y salir en busca de aventuras. Este lugar se llamaba en Destiny “la Torre” y aquí se llama “Fuerte Tarsis”, allí los jugadores eran “Guardianes” y aquí son “Libranceros”. Mismo perro, distinto collar.

Y no solo veremos similitudes en lo anteriormente detallado, también tendremos contratos con diferentes requisitos diarios y semanales para que apretemos a la hora de realizar encargos o la versátil exploración libre en la que nos encontraremos a otros jugadores deambulando de un lado a otro a su bola. Todo eso ya lo hemos visto en Destiny, hasta algunos nombres empleados para los enemigos y los personajes secundarios parecen sacados de allí (¿no había ya una "Legión del Alba"?). Parece que ya está claro y no nos vamos a repetir mucho más con lo mismo, pero todo el mundo puede hacerse a la idea de que Electronic Arts ya tiene su clon de Destiny.