
Xbox 360
Balas grises
Syndicate es del montón, solvente pero con poco que no hayas visto antes.

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Syndicate. Es un título que resultará familiar a alguno de los jugadores más veteranos, un juego de estrategia en tiempo real de 1993 desarrollado por Bullfrog Productions, en cuya plantilla estaba el famoso Peter Molyneux. Lo jugué en su momento. Era un tierno chavalín que durante muchos años pensó que un sindicato era, fundamentalmente, un grupo de cíborgs con gabardina capaces de cargarse a todo aquel que se opusiera a sus conspiraciones. Luego crecí y descubrí que los sindicatos de verdad eran mucho menos agresivos y mucho más incompetentes que la panda de asesinos que representaba el juego. Lástima, la realidad siempre es bastante decepcionante.
Pero ahora regresa Syndicate, casi veinte años después, convertido en un shooter en primera persona de esos que están de moda que parece que no se puede producir otra cosa. A diferencia del original de Bullfrog, esta nueva entrega se resiste a romper cualquier tipo de regla, ni siquiera asoma la cabeza para desafiarla tímidamente. Si has jugado a algún juego de tiros en primera persona alguna vez en tu vida, has jugado a Syndicate.
Desarrollado por la excelente empresa sueca Starbreeze, uno se esperaba algo más de los creadores de Las crónicas de Riddick y The Darkness, pero no, este juego es tan seco y tan típico como la sociedad que representa: puro corporativismo descontrolado donde todo rastro de la naturaleza humana ha sido eliminado a favor de la mecánica. ¿Suena bien? En absoluto. La historia es una serie de clichés de cyberpunk pegados con Loctite; terminé ayer el juego y no recuerdo el nombre de un solo personaje. Syndicate dedica extensos tramos a desarrollar su historia, pero todo resulta tan predecible y básico que no tiene interés alguno. Eres un asesino con microchips instalados al servicio de una corporación cyberpunkarra y espías a otras corporaciones, pero tus superiores te traicionan con una serie de tópicos robados directamente de Blade Runner, Deus Ex, Matrix o cualquier otra historia del género mucho más interesante. Tienes al compañero cabrón, al jefe malvado y a la morena sexy rebelde con la que naturalmente te acabas aliando. Pues vaya.
Tampoco es que jugar nos proponga grandes innovaciones. Lo cierto es que los vídeos parecían apuntar a algo más novedoso de lo que resulta al final: es cierto, nuestros chips nos dan habilidades mágicas. Podemos atascar las armas de los enemigos, conseguir que se suiciden o manipularlos para que luchen a nuestro lado. Además, podemos activar la visión DART, que además de dejarnos ver a través de los muros nos permite resistir más golpes y gozar del clásico tiempo bala. Todo esto no son malas ideas en principio, pero la aplicación que tienen en el juego no añaden nada: ¿de qué sirve ver a través de las paredes si los enemigos surgen de cualquier lado? No hay manera de infiltrarse o planear estrategias, a lo sumo nos sirve para distinguir a nuestros rivales mejor contra la paleta de colores del escenario. ¿Conseguir que alguien se suicide estallando y acabando con los que le rodean? Es lo mismo que lanzar una granada. Los niveles no están diseñados teniendo en cuenta nuestras habilidades, son un mero pasillo lineal de mercenarios que atacan desde todas partes una y otra vez. Nuestra capacidad para activar algunas máquinas en determinados momentos puede servir para usar el escenario contra nuestros enemigos, pero las oportunidades para hacerlo son escasas. Básicamente, el modo principal consiste en seis horas de disparar a soldados corporativos en la cara. Nada más, nada menos. Rutina. Solvente, pero rutina.
Pero ahora regresa Syndicate, casi veinte años después, convertido en un shooter en primera persona de esos que están de moda que parece que no se puede producir otra cosa. A diferencia del original de Bullfrog, esta nueva entrega se resiste a romper cualquier tipo de regla, ni siquiera asoma la cabeza para desafiarla tímidamente. Si has jugado a algún juego de tiros en primera persona alguna vez en tu vida, has jugado a Syndicate.
Desarrollado por la excelente empresa sueca Starbreeze, uno se esperaba algo más de los creadores de Las crónicas de Riddick y The Darkness, pero no, este juego es tan seco y tan típico como la sociedad que representa: puro corporativismo descontrolado donde todo rastro de la naturaleza humana ha sido eliminado a favor de la mecánica. ¿Suena bien? En absoluto. La historia es una serie de clichés de cyberpunk pegados con Loctite; terminé ayer el juego y no recuerdo el nombre de un solo personaje. Syndicate dedica extensos tramos a desarrollar su historia, pero todo resulta tan predecible y básico que no tiene interés alguno. Eres un asesino con microchips instalados al servicio de una corporación cyberpunkarra y espías a otras corporaciones, pero tus superiores te traicionan con una serie de tópicos robados directamente de Blade Runner, Deus Ex, Matrix o cualquier otra historia del género mucho más interesante. Tienes al compañero cabrón, al jefe malvado y a la morena sexy rebelde con la que naturalmente te acabas aliando. Pues vaya.
Tampoco es que jugar nos proponga grandes innovaciones. Lo cierto es que los vídeos parecían apuntar a algo más novedoso de lo que resulta al final: es cierto, nuestros chips nos dan habilidades mágicas. Podemos atascar las armas de los enemigos, conseguir que se suiciden o manipularlos para que luchen a nuestro lado. Además, podemos activar la visión DART, que además de dejarnos ver a través de los muros nos permite resistir más golpes y gozar del clásico tiempo bala. Todo esto no son malas ideas en principio, pero la aplicación que tienen en el juego no añaden nada: ¿de qué sirve ver a través de las paredes si los enemigos surgen de cualquier lado? No hay manera de infiltrarse o planear estrategias, a lo sumo nos sirve para distinguir a nuestros rivales mejor contra la paleta de colores del escenario. ¿Conseguir que alguien se suicide estallando y acabando con los que le rodean? Es lo mismo que lanzar una granada. Los niveles no están diseñados teniendo en cuenta nuestras habilidades, son un mero pasillo lineal de mercenarios que atacan desde todas partes una y otra vez. Nuestra capacidad para activar algunas máquinas en determinados momentos puede servir para usar el escenario contra nuestros enemigos, pero las oportunidades para hacerlo son escasas. Básicamente, el modo principal consiste en seis horas de disparar a soldados corporativos en la cara. Nada más, nada menos. Rutina. Solvente, pero rutina.
Información del juego
Fecha de lanzamiento: 23 de febrero de 2012
Desarrollado por:
Starbreeze Studios