
PlayStation 4
Xbox One
Fulgor morado
Las tres entregas de Insomniac Games que hicieron sobre Spyro se actualizan al servicio del revival más servicial.
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Analizado en Xbox One X. Copia digital proporcionada por Activision.
Resulta curioso que Insomniac Games y Naughty Dog hayan seguido caminos tan paralelos desde sus arranques en esto de hacer videojuegos. Las dos desarrolladoras despuntaron en la primera PlayStation, las dos con una mascota creada desde cero, las dos hicieron tres entregas canónicas de la serie y las dos dejaron a la criatura que habían parido digitalmente en manos de Activision para dar el salto a PlayStation 2. Ahora las dos disfrutan de su estatus de éxito al exprimir la circuitería de PlayStation 4, y las dos ven con añoranza como sus primeras creaciones vuelven a la vida con versiones mejoradas de los juegos que ellos mismos crearon. En serio, son muchas coincidencias. A lo que venimos, si Crash Bandicoot N. Sane Trilogy fue una realidad el año pasado, en 2018 toca el regreso triunfal del dragón morado favorito de todos, y lo hace con la misma fórmula con la que ha triunfado el mencionado marsupial, una recopilación dopada de sus tres primeras y brillantes aventuras. El título recibe el nombre de Spyro Reignited Trilogy e incluye los juegos Spyro The Dragon, Spyro 2: En busca de los talismanes y Spyro: El año del dragón.
Queremos dejar claro de entrada que el trabajo de Toys for Bob con este Spyro Reignited Trilogy es encomiable, luce de maravilla. Pero esta elaborada labor de restauración ha puesto de relevancia, por si alguien lo dudaba, el excelente trabajo que realizó Insomniac Games en su momento. Consiguieron crear un personaje adorable para todos los públicos, enmarcarlo en su propio universo y dotar a la franquicia de una jugabilidad muy definida. Mientras otras mascotas saltaban o disparaban, Spyro hizo suyo el noble arte de trotar alegremente por amplios escenarios. Los coleccionables nunca estaban especialmente escondidos, los enemigos no resultaban un peligro insalvable que necesitáramos evitar y la historia enganchaba lo justo como para ser el hilo conductor de nuestros paseos campestres. Se trataba de explorar a nuestra bola más que de realizar acciones con pericia y paciencia. Ese alegre trote venía potenciado por la embestida. Como si fuera un miura encabritado, nuestro pequeño dragoncito aceleraba y golpeaba con su entrecejo a todo bicho o jarrón que se pusiera delante nuestra mientras acumulaba las joyas que soltaban.
Casi siempre teníamos que rescatar dragones, bien adultos cristalizados, bien huevos antes de eclosionar, y todo para desbaratar los planes del maloso de turno. Típico, pero bien hilado. Siempre con su mundo matriz en el que los portales abren camino a otros mundos, como ya mostró en su día Super Mario 64 con sus icónicos cuadros. Y entre llamaradas, correteos y planeos completaremos las tres entregas incluidas, siendo la primera la que más encanto atesora, mientras que la última es la que ofrece más variedad en las pruebas y eventos. La mejora gráfica homogeneiza los tres juegos hasta el punto que resultará complicado distinguirlas en un primer vistazo, en los juegos originales de PlayStation sí que quedaba patente el salto técnico de una entrega a otra. Aquí lo notaremos en matices, en detalles jugables, como que Spyro se ahoga en los charcos en la primera parte mientras que en la última es capaz de bucear sin límite.