Los hombres no se cubren

Serious Sam nunca ha sido tan serio como dice su nombre. Más bien todo lo contrario; a fin de cuentas su misión es exterminar a todo un ejército de alienígenas invasores, él solito, con multitud de armas y sin ayuda alguna. Este planteamiento hizo que Serious Sam contase con bastante éxito en sus anteriores entregas para PC, probablemente porque marcaba una gran diferencia con respecto a las tendencias del shooter de entonces y de ahora: mientras que la mayoría de juegos de disparos apostaban por ser realistas, con paletas gris-marrón y sistemas de coberturas heredadas de Halo o historias bien presentadas al estilo Half Life, Serious Sam nos planteó un retorno a la era de los 90, a los Doom y Duke Nukem y Quake de toda la vida, pero más intenso, más disparatado, más violento... Eso ocurrió en 2001, tiempo durante el cual los videojuegos gradualmente tendían más hacia filosofías de diseño contrarias a la intensidad tradicional de los arcade.

La segunda parte llegó en la era de los shooters grises al estilo Quake IV o Prey y de nuevo volvió a ser bienvenida, aunque el trono duró muy poco frente al fantástico Painkiller, un juego de tiros absolutamente arcade e intenso que hacía evolucionar la forma del shooter desquiciado. De esto hace ya bastantes años, y desde entonces el género ha seguido evolucionando en el sentido contrario a lo que nos enseñó Painkiller, hasta el punto que la cosa ha llegado a uniformizarse de forma siniestra hacia los juegos de tiros militares con coberturas y paletas de color sin gracia ni contraste. Los shooters de ahora son todos iguales, y por eso Serious Sam 3 viene dispuesto a marcar una diferencia.

La historia de Serious Sam 3 trata acerca de... unos extraterrestres que invaden la tierra mientras Sam busca su particular McGuffin por una versión destruida de El Cairo hasta llegar a las ruinas egipcias, ambientes que ya vimos en la primera entrega. La historia es escasa y realmente no añade nada al juego: Sam se presenta con la típica ironía postmoderna del héroe de acción ochentero que se sabe desubicado en estos tiempos, chiste que ya hizo Duke Nukem Forever con muy poco éxito y regresa aquí con la misma gracia. Por lo demás, lo que nos espera es una ensalada de tiros intensa y estresante que promete seducir a todos los amantes de los juegos de tiros clásicos de PC. ¿Lo consigue? En cierto modo sí, pero se queda corto. Si alguien piensa que Serious Sam 3 iba a llegar planteando una revolución en el género, se equivocaba. Este juego representa una involución, para bien y para mal.

El inicio del juego resulta especialmente frustrante. Uno aterriza en una horripilante reproducción de El Cairo donde no hay una sola calle con personalidad o un solo edificio que no sea idéntico al anterior, como una especie de almacén de edificios soviéticos en ruinas, puestos en fila, donde cualquier similitud entre el paisaje de este Cairo ficticio y el real es pura casualidad. Al principio hay pocos enemigos y la paleta de colores es tan absolutamente marrón que uno puede pensar que Sam se ha vendido totalmente a los estándares del shooter contemporáneo. Nada más lejos: en niveles posteriores empiezan a acumularse los enemigos, atacan en manadas mayores y rodean por todas partes al protagonista.