Trompazos sin remedio

De vaquero a motorista. El estudio polaco conocido como Techland sabe cambiar de registro de un proyecto a otro. Tras mostrarnos su particular visión del salvaje oeste en las dos interesantes entregas de Call of Juarez, se lanzan montaña abajo en un título límite en el que compiten ATV y motocicletas. Esta vez la distribuidora es Deep Silver y el motor gráfico elegido para engalanar su nuevo juego es la cuarta edición del Chrome, herramienta que ellos mismos han desarrollado y que servirá de base para su próximo proyecto el intrigante Dead Island que promete mezclar zombis con un desarrollo abierto para varios jugadores. Pero todavía falta para eso, ahora mismo nos ajustamos las protecciones, nos colocamos el casco y preparamos una buena cantidad de pomada para los golpes. Nos va a hacer mucha falta.

De profesión, temerario

Que nadie se espere una historia muy elaborada. Se trata de correr y de ganar la carrera. Nada más. Desde que se da la salida, el jugador tendrá que adelantar a sus contrincantes, escoger el lado del camino más propicio para evitar los obstáculos, rellenar la barra de turbo mediante acrobacias o unas puertas en llamas y rezar para no empotrarse contra nada. Esto último es casi imposible y una y otra vez veremos la pantalla del logotipo del juego que sirve de respiro antes de volver a ponernos en marcha. El consuelo es que nuestros rivales también caen en las trampas diseminadas por los circuitos y la cosa se compensa en la dificultad amateur mientras pagamos el costoso peaje de aprendernos los recorridos.

El principal modo de juego es una sucesión de campeonatos mediante los cuales se desbloquearán nuevas pruebas. En total son 49 eventos en los que se repiten los catorce circuitos ubicados en lugares tan exóticos como Arizona, Grecia, los Andes o el parque Yosemite. A cada uno le corresponde un ecosistema propio y mientras en Arizona nos las veremos contra el calor y gigantescas rocas en Yosemite sucumbiremos a los árboles y a la frondosa vegetación que puebla la zona. Los recorridos se dividen en dos categorías, por un lado tenemos los circuitos que tienen un diseño cerrado y en los que deberemos cumplimentar tres vueltas antes de terminar la carrera y por otro lado tenemos los tramos que son distancias más largas pero que comenzaremos en un punto y terminaremos en otro sin tener que pasar una y otra vez por los mismos lugares.

Aunque predominan las carreras simples en las que sólo cuanta la posición con que se cruza la meta, hay otras variantes que repiten la misma jugabilidad como son los torneos que agrupan varias carreras y gana el que acumule una mayor cantidad de puntos al finalizar la tanda o una prueba de acrobacia que apenas se diferencia de las carreras salvo que además tendremos un marcador con las bonificaciones acumuladas según las proezas que ejecutemos sobre nuestras monturas de metal. Al final tendremos la sensación que de una variante a otra hay pocas diferencias, situación que se agrava porque el número de los recorridos es pequeño para tantas pruebas propuestas.

Nuestro progreso en el modo principal de juego nos permitirá desbloquear nuevas piezas par a los vehículos y nuevos colores para personalizarlos. De igual manera podremos modificar la apariencia de los pilotos aunque esto sólo tenga un impacto estético en el juego. La elección de las piezas tendrá un componente estratégico ya que unas piezas modificarán de manera positiva en unas variables pero perjudicarán a otras. Por ejemplo, un tubo de escape en concreto descenderá el tiempo de uso del turbo al pulsar el botón pero mejorará su tiempo de recarga considerablemente.