Los afroamericanos malotes

Gráficamente, San Andreas es un juego que en su versión PS2 no dejó a nadie indiferente, en su versión PC no ha dejado a nadie indiferente y que dentro de 10 años, cuando tengamos personajes de calidad fotográfica delante, seguirá sin dejar a nadie indiferente. Es cierto que los modelados son mediocres tirando a pésimos (seguramente los diseñadores apostaron sobre quién usaba menos polígonos), las texturas en general dan bastante grima (de hecho la gran mayoría son nefastas), la vegetación es cutre hasta decir basta (aunque peor era en Red Dead Revolver) y además tenemos toda la colección de errores conocidos: clipping, popping, flickering y amigos, todos ellos en grandes cantidades, por si algún adicto de los gráficos punteros (graphic whore) estaba buscando un defecto que achacar al juego.

Sin embargo, San Andreas contiene un mapa de una extensión simple y llanamente impresionante, una de las más grandes porciones de terreno jamás vistas en un juego offline y todo ello necesitando una única carga inicial. También goza de los que posiblemente sean los mejores efectos meteorológicos (más iluminación en tiempo real, incluido ciclos noche-día) que este servidor ha visto en su puñetera vida en un juego similar. Y, por supuesto, contiene la que seguramente sea la ambientación más lograda, realista y variada de cuantas hayan sido jamás diseñadas. Sin duda, viendo este juego y viendo el anterior trabajo de Rockstar (Red Dead Revolver) es cuando uno se pregunta cuál es el límite de estos chicos y qué llegarían a hacer si tuvieran en sus manos el Unreal Engine 3, por citar lo más potente hoy día.

No soy un experto en música, sabed que ni siquiera sé diferenciar entre Cristina Aguilera, "Britny Spirs" y David Bowie (bueno, a este sí, y lo poco que he escuchado me parece el horror). Sin embargo, os diré que la banda sonora de San Andreas es magnífica. ¿Por qué? Pues porque está repleta de canciones conocidas y no tan conocidas, pero todas de una calidad encomiable y además para todos los gustos (hasta Country). Precisamente es con el Country cuando mejor me he sentido, especialmente en aquellos largos y rojizos atardeceres que me pasaba recorriendo las montañas con un todo-terreno estilo Cañonero (el de Los Simpson).

Y llegamos a donde tendría que haber llegado hace un buen rato, la jugabilidad. Carl Johnson (así se llama nuestro psicópata "héroe") responde rápido a lo que le mandamos, hace todo lo que le decimos y realiza algunas cosas más de la media a la que se nos tiene acostumbrados en un juego. Por ejemplo, CJ puede andar, saltar, correr, nadar, bucear, trepar vallas, volar en helicópteros/aviones/jet-pack de varios tipos, conducir motos/coches/camiones/karts, montar y llevar un tren, navegar, apostar en el casino, disparar una decena de armas completamente diferentes y obviamente matar con ellas, ligar, tener novia y acostarse con ella (que esto no lo lea Hillary Clinton, ya sabemos que ella debió quedarse embarazada por obra del Señor), ir a comer a un bar/restaurante, jugar a recreativas tipo Galaxian, jugar a baloncesto (se lo podían haber ahorrado, la verdad), ir al gimnasio, comprar ropa, conquistar barrios, bailar con chicas en la discoteca, competir en carreras estilo Destruction Derby, trucar el coche con turbo y una decena de cosas más que a nadie deberían aburrir (aunque conozco casos, pobres almas perdidas)

La verdad es que cuesta creer que con todo lo que ofrece San Andreas pueda llegar a cansar, al menos a corto plazo. El problema es que los parecidos con sus predecesores son excesivos y pasadas las primeras 20 horas no parece mucho más que una expansión enorme. Si acabaste agotado de GTA3 y con Vice City te estalló la cabeza hay muchas posibilidades de que San Andreas acabe contigo a la media hora maldiciendo a todos los dioses paganos. Si, por el contrario, GTA3 te mantuvo enganchado hasta la llegada de Vice City y Tommy Vercetty sólo te procuró placer del bueno, entonces San Andreas hará que busques tiempo libre aunque sea robándoselo a San Jerónimo. El modo historia es retador, con un punto de dificultad exacto y que se va elevando hasta un final apoteósico que roza lo imposible (al menos en mi caso) a lo largo de las 30-40 horas que dura. El resto del juego es lo que tú quieres que sea, y su longevidad será aquella que tú quieras darle.

San Andreas es una obra maestra, si no lo juegas te arrepentirás y si no te arrepientes no sé qué haces leyendo este texto.