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La profecía de los gemelos cabreados
Un conflicto militar pone en peligro la paz milenaria de los siete reinos y que se cumpla una antigua profecía.
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Versión analizada en PlayStation 4. Copia física proporcionada por Koch Media.
Dragon Quest es una de las franquicias de rol más importantes de Square Soft (después Square Enix) y este 2017 es su trigésimo aniversario. En ciernes está la decimoprimera entrega numérica de la saga y este Dragon Quest: Heroes II es además un título especial para la ocasión. Hace un par de años salió la primera entrega, El infortunio del Árbol del mundo y la raíz del mal, y demostró que se podía hacer musous diferentes, bonitos y que gustasen a todo el mundo. Su buena aceptación propició esta segunda entrega que conserva lo bueno, lo mejora y es argumentalmente independiente.
Una antigua profecía se cierne sobre el mundo: cuando los dos reyes gemelos entren en guerra un gran dragón regresará al mundo. Su carácter profético y de mal agüero condicionó una paz duradera de mil años entre los siete reinos, fundados tras el conflicto, aparte de que ya estaban cansados de tanta batalla. Desde entonces todos han convivido en paz con la ley en mano... hasta ahora. Lázaro y Teresa son dos primos originarios del reino de Dúnez que viven en el país vecino Botavara. Todo es alegría y paz hasta que las tropas monstruosas dunisias, comandadas por el príncipe César, comienzan un repentino e inexplicable ataque. Si fuera poco el mal trago, César es amigo de la infancia de los dos primos, pero no por ello atiende a razones. El odio le consume. ¿Podrán los dos primos detener el conflicto sin que haya muertes? Esto es sólo el principio, porque en medio del caos, intrigas políticas e inexplicables desapariciones aparecen unos peculiares visitantes de otros mundos. Desubicados de su lugar de origen, perdidos y desconcertados... unos héroes bien conocidos por los fans de la saga.
Peleas a mansalva en un mundo abierto
Estamos ante una aventura que toma lo mejor de los RPG y lo divertido de los musous. Una combinación equilibrada que satisface a los dos tipos de jugadores y evita los vicios y defectos de estos géneros. Como musou combatimos contra hordas de monstruos, unos pequeños, otros grandes, algunos resistentes o mágicos.. pero no son necesariamente jefes de tropas. Es decir, en los musous clásicos debemos eliminar a los capitanes o comandantes del batallón para que los soldados rasos desaparezcan. Aquí no es exactamente así, hay que derrotar a todos los enemigos del combate, a menos que haya un jefe que será la prioridad. A decir verdad, para ser un musou tiene unas mecánicas y objetivos distintos a lo habitual. No consiste en jugar fase por fase eliminando a los enemigos ni conquistando bases, sino que cumplimos misiones de todo tipo para que la trama avance. Sí, la resolución siempre será la pelea, pero al menos hay motivos reales para ello. Desde recuperar una lista de clientes de un mercader a manos de una armadura viviente hasta convencer a un fantasma multi-copia de que regrese a su puesto trabajo. Sin olvidarnos de las indispensables como proteger a un personaje NPC importante, vencer a un guardián de puerta o protector de portal de invocación, así como otras originales como encontrar la salida en un laberinto.
Tras el tutorial y los primeros minutos de juego tenemos ante nosotros un gran mapa de mundo abierto, con sus secretos, zonas secundarias que requieren un personaje concreto para acceder a ellas, enemigos rasos, durmientes o especiales, coleccionables, cofres y piedras de teletransportación. Sin duda alguna viajar hasta nuestro próximo destino a pie otorga un encanto clásico que no tiene un selector de fases independientes. Además viajar de un lado a otro no resulta pesado porque los personajes se mueven a bastante velocidad o encuentras misiones opcionales. Así pues, tenemos una base principal, la ciudad de Acordia, donde gestionamos todo: comprar armas, mejorar accesorios con los materiales encontrados, perfeccionar el estilo de combate de los personajes, comprobar las medallas conseguidas, guardar partida y probar el online. Todo tiene un estilo RPG de toda la vida gracias a sus puestos comerciales, sus misiones secundarias, su olla mágica, su sacerdote para cambiar de clase de combate y su iglesia para guardar partida o salir del menú. También paseamos por la plaza para hablar con los habitantes (o animales) o conocer un poco más a nuestros compañeros de grupo. De vez en cuando se suceden breves cinemáticas protagonizadas por ellos, irrelevantes pero graciosas. Esa es la esencia de los RPG.
Para jugar al modo multijugador debemos ir a la posada, elegir el nombre con el que seremos identificados en linea o crear un grupo de amigos y empezar a repartir tortas en compañía. Aparte del indispensable “Modo Historia en cooperativo tenemos el modo “Laberinto del tiempo”, que nos invita a superar numerosas mazmorras. Iremos planta por planta desciendo hasta llegar al jefe final, quien tiene un gran botín, que se repartirá entre los jugadores. Otro componente en línea es que cada determinado día de la semana hay una bonificación extra de experiencia, oro y demás.