
PlayStation 3
¿Por qué suenan las campanas?
Atlus consigue traer uno de los juegos más particulares que se han visto hasta la fecha.

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A lo largo de nuestros viajes oníricos el juego nos hace preguntas relacionadas con nuestro comportamiento a la hora de estar o escoger nuestras parejas amorosas; incluso algunas llegan a hacer cuestionar al jugador si es de verdad un amante fiel o uno más liberal. Según nuestras elecciones en estas cuestiones y las respuestas que demos a los mensajes de móvil tanto a nuestra novia como a nuestra amante, Vincent actuará de forma distinta en las escenas cinematográficas, algo meramente argumental y que a la hora de la verdad no resulta apenas útil salvo si se quieren conseguir todos los logros o trofeos.
El camino hacia la libertad, caos y orden
Pese a que el título dedica mucha importancia a su densa y constante historia guiada por los guionistas de Atlus, Vincent también depende del ingenio de los jugadores para superar los puzles del juego. Su premisa es la de llegar a lo más alto de una torre de bloques para escapar de sus pesadillas y sobrevivir una noche más.
Dicho así no parece para tanto pero sí lo es, puesto que el mover bloques no es una tarea fácil. Es necesario pensar una estrategia para crear las escaleras en los numerosos y complicados espacios llenos de trampas. El funcionamiento es bastante sencillo al principio, con escaleras que se hacen de forma casi automática al ser el primer contacto con este extraño pero atractivo puzle sangriento.
Poco a poco la dificultad sube de forma exponencial y es necesario recordar las complicadas técnicas de escalada que hemos compartido con nuestros compañeros de pesadillas caracterizados como ovejas. Pero pese a los constantes intentos de enseñar todo tipo de movimientos al jugador, resulta difícil memorizarlos todos, además de la dificultad irregular que llegan a presentar varios escenarios. Eso, junto a unos problemas de cámara bastante puntuales pero igualmente incómodos, llega a provocar problemas al jugador, al que en numerosas veces le cuesta la vida y tener que empezar desde el último punto de control.
Si hay otro punto negativo que destacar especialmente de Catherine ése es el de la duración. Si bien puede durar ocho o nueve horas en una primera partida en el nivel de dificultad más bajo, el título nos da la sensación de querer muchos más desafíos. Los añadidos en forma de modos multijugador competitivo y cooperativo son interesantes, pero juegan sobre niveles ya vistos y no aportan nada sustancialmente nuevo. Otra causa de esta sensación es la historia, que termina de forma correcta pero muy precipitada. A su favor cuenta con varios finales alternativos, pero llegar hasta ellos como dijimos hace unos párrafos no supone ninguna novedad más allá de nuevas escenas además de los logros y trofeos desbloqueables.
Aun así, Catherine puede presumir de ser totalmente único y casi inigualable. La acción de los puzles es constante e incita a pensar rápido a pesar de la tensión que provoca la inminente muerte del protagonista si se fracasa. En conjunto con la historia, Atlus ha conseguido crear una serie de días con personajes y situaciones que mezclan de gran manera la realidad y la ficción, las lecciones de vida sobre la adultez y la diversión. Pocas desarrolladoras pueden colgarse la medalla de no solo haber hecho algo único, sino también de gran calidad y que no dejará indiferente a nadie.
¿Sueñan las ovejas con hombres saltando la valla?
Uno de los recursos artísticos más usados a la hora de plasmar juegos japoneses es el denominado estilo anime, con personajes de ojos grandes y coloridos y expresiones faciales exageradas. Su uso suele estar condicionado por el ansia de acercar juegos a la juventud adolescente, pero Atlus no ha querido seguir el camino fácil, sino ser fiel a su estilo característico. Y es que pese a ser muy japonés, los personajes no tienen peinados estrambóticos ni son glotones compulsivos.
El camino hacia la libertad, caos y orden
Pese a que el título dedica mucha importancia a su densa y constante historia guiada por los guionistas de Atlus, Vincent también depende del ingenio de los jugadores para superar los puzles del juego. Su premisa es la de llegar a lo más alto de una torre de bloques para escapar de sus pesadillas y sobrevivir una noche más.
Dicho así no parece para tanto pero sí lo es, puesto que el mover bloques no es una tarea fácil. Es necesario pensar una estrategia para crear las escaleras en los numerosos y complicados espacios llenos de trampas. El funcionamiento es bastante sencillo al principio, con escaleras que se hacen de forma casi automática al ser el primer contacto con este extraño pero atractivo puzle sangriento.
Poco a poco la dificultad sube de forma exponencial y es necesario recordar las complicadas técnicas de escalada que hemos compartido con nuestros compañeros de pesadillas caracterizados como ovejas. Pero pese a los constantes intentos de enseñar todo tipo de movimientos al jugador, resulta difícil memorizarlos todos, además de la dificultad irregular que llegan a presentar varios escenarios. Eso, junto a unos problemas de cámara bastante puntuales pero igualmente incómodos, llega a provocar problemas al jugador, al que en numerosas veces le cuesta la vida y tener que empezar desde el último punto de control.
Si hay otro punto negativo que destacar especialmente de Catherine ése es el de la duración. Si bien puede durar ocho o nueve horas en una primera partida en el nivel de dificultad más bajo, el título nos da la sensación de querer muchos más desafíos. Los añadidos en forma de modos multijugador competitivo y cooperativo son interesantes, pero juegan sobre niveles ya vistos y no aportan nada sustancialmente nuevo. Otra causa de esta sensación es la historia, que termina de forma correcta pero muy precipitada. A su favor cuenta con varios finales alternativos, pero llegar hasta ellos como dijimos hace unos párrafos no supone ninguna novedad más allá de nuevas escenas además de los logros y trofeos desbloqueables.
Aun así, Catherine puede presumir de ser totalmente único y casi inigualable. La acción de los puzles es constante e incita a pensar rápido a pesar de la tensión que provoca la inminente muerte del protagonista si se fracasa. En conjunto con la historia, Atlus ha conseguido crear una serie de días con personajes y situaciones que mezclan de gran manera la realidad y la ficción, las lecciones de vida sobre la adultez y la diversión. Pocas desarrolladoras pueden colgarse la medalla de no solo haber hecho algo único, sino también de gran calidad y que no dejará indiferente a nadie.
¿Sueñan las ovejas con hombres saltando la valla?
Uno de los recursos artísticos más usados a la hora de plasmar juegos japoneses es el denominado estilo anime, con personajes de ojos grandes y coloridos y expresiones faciales exageradas. Su uso suele estar condicionado por el ansia de acercar juegos a la juventud adolescente, pero Atlus no ha querido seguir el camino fácil, sino ser fiel a su estilo característico. Y es que pese a ser muy japonés, los personajes no tienen peinados estrambóticos ni son glotones compulsivos.