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El futuro se tiñe de negro
Treyarch alterna misiones en el pasado y en el futuro. Los zombis que no falten.
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Las vueltas que da la vida. Cuando Treyarch comenzó a encargarse de hacer las entregas impares de la serie Call of Duty, muchos pusieron el grito en el cielo. Call of Duty 3 se quedó a la sombra de la impresionante segunda parte y aunque El mundo en guerra mejorara sustancialmente lo desarrollado por ellos hasta el momento, el trabajo realizado en Modern Warfare colapsó la concepción del género. Pero lo que son las cosas, con la fuga de los principales responsables de Infinity Ward y el cúmulo de aciertos que llegaron con Black Ops, la desarrolladora consiguió ganarse el respeto de los usuarios. Ahora nos proponen la segunda parte de su gran éxito y el resultado final supera las expectativas. No solo se trata de la mejor entrega de los últimos años, sino que han ganado la batalla moral que tenían con el otro estudio programador. Más contenido que nunca, más depurado y mejor ensamblado. Este Black Ops 2 apocalíptico impacta como una granada que explota en plena cara. A continuación, los motivos.
La triple corona
Parece una moda impuesta en el sector: ya no basta con ofrecer un modo campaña y un multijugador, además se debe incluir un cooperativo que se desmarque de las dos propuestas mencionadas para que varios jugadores unan sus fuerzas. De esta forma tenemos por un lado el modo historia, la invasión de muertos de vivientes característica de este estudio de desarrollo y ese devorador de vida social que es el online de Call of Duty. Como es menester, empezaremos por la trama que justifica el nombre del juego. Como segunda parte que es, mantiene a Alex Mason y a Frank Woods como principales protagonistas a los que se añade el hijo del primero, David Mason. No vamos a desvelar datos relevantes (ni del primer juego ni del segundo), pero anticiparemos que es recomendable conocer los detalles de esa primera entrega para entender varios aspectos de ésta, aunque la trama se puede seguir sin ningún inconveniente.
Los hechos vuelven a situarnos en diversos sucesos posteriores a la guerra fría entre EEUU y Rusia, pero con la salvedad de que estos momentos jugables serán situaciones que contará un anciano Woods al joven David Mason que busca en pleno 2025 la clave para detener a Raúl Mendéndez. Ése es el nombre que más escucharemos a lo largo del juego, un villano que justifica sus acciones en doctrinas que convencen a las masas en momentos de desesperación. De largo, estamos ante el gran protagonista del juego ya que lo que se cuenta aquí es su historia y las visicitudes que padre e hijo (la familia Mason) ha tenido que sufrir para intentar detenerle. Se trata de un continuo salto temporal en el que las acciones en ese futuro cercano condicionado por la tecnología de vanguardia abre interrogantes que solamente pueden resolverse si miramos al pasado.
Esta fórmula no complica para nada la historia (como sí ha ocurrido en alguna entrega de Modern Warfare en la que ya no sabíamos ni la identidad del soldado que manejábamos) ya que alterna pasado y futuro de forma concisa, además de respaldar los saltos con videos e información adicional que le dan empaque a la trama. Bueno, eso y que no es lo mismo apañárselas a caballo en el desierto de Afganistan contra la artillería pesada rusa que disponer de camuflaje óptico para hacer una incursión en un sofisticado complejo.
La triple corona
Parece una moda impuesta en el sector: ya no basta con ofrecer un modo campaña y un multijugador, además se debe incluir un cooperativo que se desmarque de las dos propuestas mencionadas para que varios jugadores unan sus fuerzas. De esta forma tenemos por un lado el modo historia, la invasión de muertos de vivientes característica de este estudio de desarrollo y ese devorador de vida social que es el online de Call of Duty. Como es menester, empezaremos por la trama que justifica el nombre del juego. Como segunda parte que es, mantiene a Alex Mason y a Frank Woods como principales protagonistas a los que se añade el hijo del primero, David Mason. No vamos a desvelar datos relevantes (ni del primer juego ni del segundo), pero anticiparemos que es recomendable conocer los detalles de esa primera entrega para entender varios aspectos de ésta, aunque la trama se puede seguir sin ningún inconveniente.
Los hechos vuelven a situarnos en diversos sucesos posteriores a la guerra fría entre EEUU y Rusia, pero con la salvedad de que estos momentos jugables serán situaciones que contará un anciano Woods al joven David Mason que busca en pleno 2025 la clave para detener a Raúl Mendéndez. Ése es el nombre que más escucharemos a lo largo del juego, un villano que justifica sus acciones en doctrinas que convencen a las masas en momentos de desesperación. De largo, estamos ante el gran protagonista del juego ya que lo que se cuenta aquí es su historia y las visicitudes que padre e hijo (la familia Mason) ha tenido que sufrir para intentar detenerle. Se trata de un continuo salto temporal en el que las acciones en ese futuro cercano condicionado por la tecnología de vanguardia abre interrogantes que solamente pueden resolverse si miramos al pasado.
Esta fórmula no complica para nada la historia (como sí ha ocurrido en alguna entrega de Modern Warfare en la que ya no sabíamos ni la identidad del soldado que manejábamos) ya que alterna pasado y futuro de forma concisa, además de respaldar los saltos con videos e información adicional que le dan empaque a la trama. Bueno, eso y que no es lo mismo apañárselas a caballo en el desierto de Afganistan contra la artillería pesada rusa que disponer de camuflaje óptico para hacer una incursión en un sofisticado complejo.