Destruyendo la leyenda

Aunque en su extensa filmografía se podrían citar algunas entrañables películas como la trilogía de Regreso al Futuro, ¿Quién engaño a Roger Rabbit?, Naufrago o Forrest Gump, el director Robert Zemeckis es actualmente más conocido por sus dos últimas producciones realizadas en animación 3D con actores reales: Polar Express y la reciente Beowulf, la adaptación del famoso poema épico protagonizado por el mismo mítico personaje que da nombre al manuscrito.

Al igual que la película a la que en su día Tom Hanks aportó su rostro para las expresiones de multitud de los personajes, Beowulf también ha contado con su correspondiente adaptación en forma de videojuego, en esta ocasión bajo el desarrollo de 4Head Studios y Ubisoft y con versiones para Xbox 360 (cuya crítica podéis leer aquí), PlayStation 3, PSP, móviles y PC, siendo esta última la que nos abarca el actual análisis.

El guerrero más poderoso
Al igual que el famoso poema épico inglés en el que se basa (y del cual sólo se conservan 3.000 versos alterativos, cerca de un 10% de la obra completa) o los otros dos largometrajes basados en el mismo, Beowulf cuenta la historia del héroe nórdico del mismo nombre, un guerrero arrogante, egoísta y codicioso que, según el manuscrito, vivió en los siglos V y VI.

El relato está dividido en dos partes claramente diferenciadas: en la primera Beowulf acude junto con sus compañeros al castillo de Heorot para derrotar a Grendel, un monstruo que lleva mucho tiempo asolando la región gobernada por el Rey Hrotgar. Tras matarle se enfrenta a la madre de la criatura, Woktja, y también consigue su cabeza, convirtiéndose poco después en el rey de los gautas, una región que comprendería actualmente el sur de Noruega y Dinamarca. La segunda parte cuenta las numerosas batallas de Beowulf por defender sus tierras y las consecuencias de ser el rey de la región.

El juego de Ubisoft, en este caso, se estructura en un total de 30 misiones y narra ciertas aventuras inéditas, algunas basadas en el relato y no vistas en la película y otras pocas totalmente inventadas. Beowulf comienza con el Desafío de Brecca, en el que nuestro héroe, un guerrero nórdico cualquiera, disputa una carrera contra otro hombre. Esta primera misión sirve como una especie de tutorial a los controles del juego, el cual está basado en el típico beat?em up sin demasiadas complicaciones, algunos pequeños puzzles, unos pocos momentos de plataformas y los casi ya inevitables QTE que tanto abundan en este género.

Una vez concluidas las primeras misiones podemos acceder al Castillo de Herot, que sirve como base a las diferentes estancias del juego y también a ir adquiriendo nuevas habilidades, mejorar las ya existentes o conseguir nuevas armas. Se divide en cinco habitaciones con diferentes funciones: el Gran Salón, la Mesa de Estrategia de Wiglaf, la Esquina de Unferth y Caín, La Cámara y el Balcón y cada una ofrece distintas panorámicas de la ciudad principal del juego: Herot.

Desde este momento el juego se torna, si cabe, mucho más repetitivo que antes ya que se van sucediendo las diferentes misiones cuyo desarrollo es básicamente igual: Beowulf, junto con hasta doce hombres diferentes a su lado (a los que puede dar sencillas órdenes) luchando contra numerosos enemigos y gigantescas criaturas, en una mecánica que recuerda bastante a la saga Dynasty Warriors o, más concretamente, a Devil May Cry o God of War, sobre todo por la ambientación medioevo-prehistórica.