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¿A qué jugamos en Viciojuegos.com? - Número 1
La redacción habla sin tapujos de lo que hace en la intimidad.

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Acabo de completar Blue Dragon y la verdad es que me ha dejado buen sabor de boca. A pesar de que la historia es típica y no aporta absolutamente nada que no hayamos visto antes, el juego de Mistwalker ha conseguido mantenerme atrapado con otras virtudes. Por ejemplo, el sistema de sombras me parece todo un acierto, y las distintas clases aportan bastante variedad a los combates. Como punto negativo, creo que los momentos de acción, como los eventos del mecóptero o los de machacar botones sobran y no sólo no aportan variedad, sino que en ocasiones destrozan el ritmo de juego. Para colmo a alguien del estudio se le ocurrió que sería interesante incluir logros sobre ellos.
En consolas de sobremesa ahora estoy dudando entre Bioshock (como podéis comprobar soy un experto en comenzar los juegos mucho después de su fecha de salida), que lleva en mi estantería muchas semanas sin recibir una oportunidad o volver a jugar Super Mario Galaxy de cara al lanzamiento de la segunda parte para así tenerlo más fresco.
En cuanto a las portátiles, en estos momentos tengo la PSP completamente aparcada y en NDS estoy jugando Suikoden Tierkreis. Me ha decepcionado un poco porque no me esperaba una exploración y un desarrollo tan predefinidos, como tampoco esperaba que los combates fueran tan insustanciales, especialmente contra los enemigos comunes, con los que casi todo se reduce todo a usar los ataques normales una y otra vez. Ya veremos si mejora en un futuro, aunque no tengo demasiada esperanza.

Me pirro por los juegos cooperativos. Cualquiera que me conoce lo sabe. No hay nada mejor que gritarle improperios por el headset a ese amigo al que has convencido para que se compre el mismo juego que tú. El de "eres tonto o comes mierda de gato" es de los más utilizados. Después de esta premisa no es ilógico pensar que Lost Planet 2 se encontraba entre mis títulos de próxima adquisición. Dicho y hecho. Lo grande del asunto es haber convencido, no a uno, sino a tres piltrafillas del Live para que me acompañen en matanzas que dejarían en pañales a las de Starship Troopers. Este juego se llevó en nuestra ilustre web una nota de 76 y, francamente, yo le habría puesto todavía menos... si no lo disfrutase en cooperativo. No se debe jugar de otra forma. Ésa es su naturaleza y así fue creado. Y yo encantado, claro.
Me encantan los juegos cooperativos. Creo que ya lo he dicho en alguna ocasión. Las horas que he pasado con el multijugador del Bad Company 2 se deben principalmente a la posibilidad de crear una patrulla en la que varios amigos pueden unirse dentro del conflicto. En caso de caer, el respawn te permite aparecer detrás de cualquier compañero vivo de tu patrulla. Esto, al final, es una chorrada, pero que junto a los servidores dedicados, la extensión de los mapas, los vehículos, la destrucción 2.0 y la facilidad que tengo para que me sangre la úlcera con el odioso francotirador que me mata siempre desde la misma colina, provoca que vuelva una y otra vez al juego. No por masoquista, que quede claro, sino porque no hay nada más íntimo que coleccionar chapas de gamertag mediante una puñalada trapera por la espalda.
Para variar, no voy a hablar de juegos cooperativos. Ahora no. Como no tengo una pantalla de alta definición en el cuarto de baño, tengo que tirar de una portátil. Ése es el éxito de Nintendo DS y el resto son tonterías. Descubrí Picross, un Buscaminas que termina por convertirse en un sudoku pseudopictórico que provocó que perdiese varias paradas de autobús el año que me quitaron el carné. Ahora la continuación tridimensional me aturulla y ha provocado que Layton se quede perdido en Folsense. Me río del píxel y abrazo al cubo como unidad de diseño. Soy consciente de que no es perfecto, no da logros, pero como complemento a las producciones de más enjundia no tiene precio.