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El planeta salvaje, gargantuesco clásico animado, cumple 50 años
Una coproducción francesa-checoslovaca sobre humanos enanos y gigantes azules
En 1973 se estrenó una de las películas animadas más famosas, surrealista se, psicotrópicas y alegóricas de Europa: La planète sauvage (El planeta salvaje (en España). Basada en la novela Oms en Série, de Stefan Wul, esta adaptación reunió el talento del director René Laloux, los guionistas René Laloux y Roland Topor, y el músico Alain Goraguer. Entre los actores de voz destacan Jean Valmont, Eric Baugin, Jennifer Drake y Jean Toparte, mientras que en España se contó con las voces de Diego Martín, David Rocha, Fernando Mateo, Mari Pe Castro y Lucía Esteban.
Tratándose de una coproducción francesa-checoslovaca, el desarrollo sufrió dificultades y retrasos por culpa del Pacto de Varsovia (1968) y a su vez ecos históricos y huellas sociales de la invasión de la Unión Soviética al país. A lo largo de 1973 la película de estrenó en distintos territorios y distintas fechas, desde la premier en Cannes de mayo hasta diciembre en los propios países productores. Premiada por el jurado del mencionado festival y bien recibida por los espectadores, cincuenta años después de su estreno sigue fascinando a todo el mundo. Ya sea por su diseño artístico influenciado por las corrientes pictóricas de la época, ya sea por su técnica cut-out o ya sea por su ambiguo simbolismo con mensaje ecologista, humanista o pacifista.
En algún momento del tiempo y del espacio, los seres humanos (rebautizados Oms) han sido capturados, transportados y amaestrados por los Draags, los colosales habitantes del planeta Ygam. En este inhóspito hogar los humanos están condenados a ser mascotas, juguetes o presas (si osan a vivir en libertad), a pesar de ser seres pensantes. Más allá del peculiar aspecto azulado de los Draags, son criaturas inteligentes y espirituales, con conocimientos científicos y de la mente más allá de lo imaginable. Algunos se muestran compasivos con los Oms y piden a sus conciudadanos un mayor respeto y trato digno, pero sus intenciones pueden caer en saco roto si el conflicto entre ambas especies amenaza a la sociedad entera.
Tratándose de una coproducción francesa-checoslovaca, el desarrollo sufrió dificultades y retrasos por culpa del Pacto de Varsovia (1968) y a su vez ecos históricos y huellas sociales de la invasión de la Unión Soviética al país. A lo largo de 1973 la película de estrenó en distintos territorios y distintas fechas, desde la premier en Cannes de mayo hasta diciembre en los propios países productores. Premiada por el jurado del mencionado festival y bien recibida por los espectadores, cincuenta años después de su estreno sigue fascinando a todo el mundo. Ya sea por su diseño artístico influenciado por las corrientes pictóricas de la época, ya sea por su técnica cut-out o ya sea por su ambiguo simbolismo con mensaje ecologista, humanista o pacifista.
En algún momento del tiempo y del espacio, los seres humanos (rebautizados Oms) han sido capturados, transportados y amaestrados por los Draags, los colosales habitantes del planeta Ygam. En este inhóspito hogar los humanos están condenados a ser mascotas, juguetes o presas (si osan a vivir en libertad), a pesar de ser seres pensantes. Más allá del peculiar aspecto azulado de los Draags, son criaturas inteligentes y espirituales, con conocimientos científicos y de la mente más allá de lo imaginable. Algunos se muestran compasivos con los Oms y piden a sus conciudadanos un mayor respeto y trato digno, pero sus intenciones pueden caer en saco roto si el conflicto entre ambas especies amenaza a la sociedad entera.
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