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Colonias malditas de vapor
They Are Billions es un cruel, durísimo y vistoso acercamiento de las hordas de muertos vivientes al género de la estrategia en tiempo real.
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A lo largo de la historia de la ficción, y lo que es más, en el desarrollo de esta durante las últimas décadas, los zombis han explorado tantos horizontes como la raza humana en sí misma; casi podríamos decir que son otro tipo de viajeros del mundo. En su evolución hemos pasado de los muertos vivientes de pesadilla, carne putrefacta y andares espásticos y descerebrados -lo que viene a ser la concepción clásica del zombi-, a infectados dementes que corren incansablemente; los hemos visto en obras que se ambientan en el medievo, en el presente e incluso en el futuro.
Paralelamente a este fenómeno fantasioso y terrorífico que no para de crecer, hemos observado también la revalorización de la estética steampunk: de las ciudades de fachadas victorianas y cimientos repletos de engranajes, máquinas de vapor y demás artificios que parecen producto de la mente de un somnoliento Tesla. La mezcla, en definitiva, se explica sola; la ambientación consiste en la unión de dos elementos que tienen mucho peso por separado en la cultura popular, y viene de la mano de Numantian Games, estudio español que también es responsable de otros títulos como Lords of Xulima.
La idea en They Are Billions es sencilla: construye una colonia que resista un número determinado de días -los cuales se pueden seleccionar en el menú previo a la creación de la partida- ante las acometidas de los zombis. Para ello disponemos, en primer lugar, de unas intuitivas y, en general, satisfactorias opciones de construcción que se amparan en el uso de recursos básicos como la madera, la piedra u otros minerales; en esencia, hay tanto edificios productores como consumidores, pero todo está equilibrado con tanta maestría que la sensación que genera la colonia es de evolución exponencial, de ir paso a paso. En segundo lugar, nos encontramos con nuestras tropas, las cuales pueden ser fabricadas a cambio de determinados recursos -que varían, evidentemente, con el soldado seleccionado- y que son una herramienta básica para la supervivencia en estos páramos infectados de muertos.
No obstante, aunque la premisa destaca por su simplicidad teórica, llevarla a la práctica es, cuanto menos, una ardua tarea. Lo cierto es que la característica más relevante de They Are Billions es, sin lugar a dudas, su endiablada dificultad; es sencillamente un juego realmente complicado. En cambio, esa complejidad no se basa necesariamente en una profundidad estratégica envidiable, sino en que el juego penaliza como un juez inmisericorde cualquier fallo o posible error de cálculo del jugador. Así, nos encontramos ante un título de estrategia que se basa en la popular y denostada fórmula del ensayo y error, la cual puede minar por completo la experiencia de un jugador que no se arme de paciencia y ganas de aprender de sus errores, por pequeños o ilógicos que estos puedan parecer. Y lo que es más, toda esta cuestión de la dificultad se agrava con la imposibilidad de cargar una partida guardada anterior una vez ha caído la colonia; en otras palabras, si te equivocas tienes que empezar otra vez, de cero. They Are Billions va totalmente en serio.
Por otro lado, en cuanto al apartado visual, el nuevo título de Numantian Games presenta una estética eminente gracias a su impecable diseño artístico: todos los edificios a vapor que abarrotan nuestras ciudades, así como los infectados que la amenazan y los soldados que la protegen presentan una apariencia especial, en parte desenfadada, a pesar del evidente tono del juego, debido a esos toques animados o de dibujo de They Are Billions. En este sentido las impresiones son más que notables, algo que no se refleja en el apartado sonoro, que apenas tiene peso en la jugabilidad y, en líneas generales, pasa sin pena ni gloria.
Conclusiones
They Are Billions es un juego exigente que puede llevarte al límite, al enfado o incluso a una sensación de injusticia, especialmente porque no es tan fácil aprender de los errores propios cuando no puedes cargar partida para rectificar y comprobar cuál es la elección óptima. No es que haya que restarle complejidad a un juego que centra toda su apuesta jugable en esta, sino que debería de volverse un poco más accesible para los nuevos jugadores, o quizás ser un poco más claro. No obstante, cabe destacar que nos encontramos ante un juego notable de estrategia, adictivo como pocos, y con algunas propuestas más que interesantes. Pero, por encima de todo, es un título inacabado, que debe ser valorado como tal, y que todavía tiene que recibir bastantes pinceladas; el resultado de las mismas terminarán por decidir si se convierte en un gran referente del género o en un fracaso. Las sensaciones, de momento, son esperanzadoras.
Paralelamente a este fenómeno fantasioso y terrorífico que no para de crecer, hemos observado también la revalorización de la estética steampunk: de las ciudades de fachadas victorianas y cimientos repletos de engranajes, máquinas de vapor y demás artificios que parecen producto de la mente de un somnoliento Tesla. La mezcla, en definitiva, se explica sola; la ambientación consiste en la unión de dos elementos que tienen mucho peso por separado en la cultura popular, y viene de la mano de Numantian Games, estudio español que también es responsable de otros títulos como Lords of Xulima.
La idea en They Are Billions es sencilla: construye una colonia que resista un número determinado de días -los cuales se pueden seleccionar en el menú previo a la creación de la partida- ante las acometidas de los zombis. Para ello disponemos, en primer lugar, de unas intuitivas y, en general, satisfactorias opciones de construcción que se amparan en el uso de recursos básicos como la madera, la piedra u otros minerales; en esencia, hay tanto edificios productores como consumidores, pero todo está equilibrado con tanta maestría que la sensación que genera la colonia es de evolución exponencial, de ir paso a paso. En segundo lugar, nos encontramos con nuestras tropas, las cuales pueden ser fabricadas a cambio de determinados recursos -que varían, evidentemente, con el soldado seleccionado- y que son una herramienta básica para la supervivencia en estos páramos infectados de muertos.
No obstante, aunque la premisa destaca por su simplicidad teórica, llevarla a la práctica es, cuanto menos, una ardua tarea. Lo cierto es que la característica más relevante de They Are Billions es, sin lugar a dudas, su endiablada dificultad; es sencillamente un juego realmente complicado. En cambio, esa complejidad no se basa necesariamente en una profundidad estratégica envidiable, sino en que el juego penaliza como un juez inmisericorde cualquier fallo o posible error de cálculo del jugador. Así, nos encontramos ante un título de estrategia que se basa en la popular y denostada fórmula del ensayo y error, la cual puede minar por completo la experiencia de un jugador que no se arme de paciencia y ganas de aprender de sus errores, por pequeños o ilógicos que estos puedan parecer. Y lo que es más, toda esta cuestión de la dificultad se agrava con la imposibilidad de cargar una partida guardada anterior una vez ha caído la colonia; en otras palabras, si te equivocas tienes que empezar otra vez, de cero. They Are Billions va totalmente en serio.
Por otro lado, en cuanto al apartado visual, el nuevo título de Numantian Games presenta una estética eminente gracias a su impecable diseño artístico: todos los edificios a vapor que abarrotan nuestras ciudades, así como los infectados que la amenazan y los soldados que la protegen presentan una apariencia especial, en parte desenfadada, a pesar del evidente tono del juego, debido a esos toques animados o de dibujo de They Are Billions. En este sentido las impresiones son más que notables, algo que no se refleja en el apartado sonoro, que apenas tiene peso en la jugabilidad y, en líneas generales, pasa sin pena ni gloria.
Conclusiones
They Are Billions es un juego exigente que puede llevarte al límite, al enfado o incluso a una sensación de injusticia, especialmente porque no es tan fácil aprender de los errores propios cuando no puedes cargar partida para rectificar y comprobar cuál es la elección óptima. No es que haya que restarle complejidad a un juego que centra toda su apuesta jugable en esta, sino que debería de volverse un poco más accesible para los nuevos jugadores, o quizás ser un poco más claro. No obstante, cabe destacar que nos encontramos ante un juego notable de estrategia, adictivo como pocos, y con algunas propuestas más que interesantes. Pero, por encima de todo, es un título inacabado, que debe ser valorado como tal, y que todavía tiene que recibir bastantes pinceladas; el resultado de las mismas terminarán por decidir si se convierte en un gran referente del género o en un fracaso. Las sensaciones, de momento, son esperanzadoras.
El reto que plantea, las opciones de construcción de la ciudades y el diseño artístico.
Curva de dificultad muy elevada; puede resultar incluso un tanto frustrante.
