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Tormenta de Kung Fu en el paraíso
Ninja Gaiden, una de las franquicias legendarias de Team Ninja, se pone de gala para volver en forma de recopilación a la industria actual del videojuego.
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Es algo que he dejado caer casi cada vez que hablo de los hack and slash, así que disculpad mi reiteración, pero debo reafirmarme una vez más: el reinicio de la franquicia de Ninja Gaiden en Xbox me parece uno de los mejores y más disfrutables acercamientos al género de las laceraciones y la destreza digital. Fue, en cierto modo, un experimento de Itagaki, legendario director de videojuegos (artífice también de la franquicia Dead or Alive) y fan acérrimo de Aerosmith; la “innovación” venía de la adaptación de los esquemas clásicos de la serie a la corriente moderna del hack and slash, cuyo máximo representante probablemente sea la mítica Devil May Cry. Así, Ninja Gaiden pasaba de ser un dificilísimo título de acción en dos dimensiones, con una perspectiva similar a la de los metroidvania clásicos, a ser uno de los portentos gráficos de la sexta generación, con ese Hayabusa en mallas negras de contornos que se debatían entre lo excesivamente sexualizado y sadomasoquista y la figura musculosa típica del héroe de acción occidental; el experimento de Itagaki conservaba, eso sí, su endiablado desafío intacto, pero llegaba a unas nuevas cotas de perfección jugable. Ninja Gaiden (2004) era la viva imagen de cómo relanzar una franquicia, y tuvo más éxito de crítica que nunca.
¿Las razones? Bastante claras. Al enorme músculo gráfico (sin doble sentido) que exhibía el título en su momento se le sumaba una jugabilidad muy rica y profunda que premiaba la destreza digital, el atrevimiento, y el reconocimiento de patrones y de ventanas de ataque, siempre en contextos de exigencia máxima, donde cada fallo cuenta y puede mandarnos a la pantalla de título sin problemas. Este tipo de dificultad tan exagerada, propia de tiempos pretéritos, o de la revalorización de la dificultad que proponían estudios como From Software en la pasada generación, traía aparejado un riesgo astronómico: la posible frustración del jugador. No obstante, el primer Ninja Gaiden conseguía esquivar esto como hacen los grandes, esto es, poniendo especial énfasis en los estilos de combate, en las armas, en los combos, y en general dándole plenas herramientas al jugador para enfrentarse a la vertiginosa e implacable acción de la manera que considere oportuna. En esencia, no se trata de entorpecer el avance del usuario, sino de ponerle una serie de desafíos que puedan enriquecer la experiencia y fomentar el aprendizaje y dominio de mecánicas centrales del juego; con todo, es innegable que Ninja Gaiden, al igual que Dark Souls, Sekiro, Nioh y compañía, no es un título para todo el mundo. No se trata de un enfoque dirigido a la estratificación de la comunidad, con un “grupo” capaz de enfrentarse al desafío de la aventura y otro no, sino de plantear un fondo común y que el jugador decida si merece la pena progresar o no.

Por supuesto, esto es algo que la segunda entrega trata de emular, aunque con resultados un tanto ambivalentes. El Ninja Gaiden post-reinicio original destaca, quizás por encima de todo, por unos enfrentamientos especiales absolutamente espectaculares, con enemigos finales que quedan para el recuerdo; por el contrario, el segundo Ninja Gaiden flaqueaba precisamente en estos ámbitos. Ambos seguían la misma estructura de desarrollo, de manera que la aventura se vertebra, siempre, a través de determinadas zonas a recorrer a través de patrones lineales y, cómo no, atestadas de enemigos de diversa índole. Al llegar a un punto clave del nivel, generalmente en la zona final, tenía lugar el enfrentamiento especial; podía ser un maestro de kung fu cabreado, con nunchakus y una curvatura del bíceps que desafía la misma concepción humana del espacio-tiempo, unos tanques bastante mal encarados, o un demonio que estaba por la zona, relajado como quien dice, pero siempre te esperaba algo. A pesar de que Ninja Gaiden 2 mantiene esto, el acierto a la hora de plantear los combates finales es muy variable, y da lugar a unos claroscuros que se mantienen a lo largo de la historia principal; hablo de hitboxes cuestionables, patrones de ataques que conducen irreparablemente a la ruptura del ritmo combativo, o, en general, de una falta de constancia palpable.
Y esto es algo muy importante en un hack and slash de estas características; más todavía si tenemos en cuenta que, a diferencia de otros representantes del género, que tienen un calado reflexivo mucho mayor (destaca un NieR: Automata que se ha erigido como uno de los mejores ejercicios narrativos de los últimos tiempos), la historia de Ninja Gaiden roza la intrascendencia. ¿De qué va? De un maestro ninja que tiene que recuperar una espada y combatir demonios, y poco más. Hay personajes recurrentes, secundarios cuya profundización psicológica roza la de un organismo unicelular, y antagonistas con muchísimo estilo, pero es poco menos que apodíctico que las bondades de la fórmula no se hacen fuertes en la mera recreación literaria o narrativa, sino en todo cuanto compone al apartado jugable. Aún así, y a pesar de que no está a la altura de la primera entrega, Ninja Gaiden 2 se las ingeniaba para ser un hack and slash cuando menos notable, en tanto en cuanto su cóctel de desmembramientos, demonios y criaturas del último círculo de los avernos, y su propuesta combativa, aun con sus asperezas, se mantenía como algo muy disfrutable. Despojada de la excelencia de la primera entrega, la segunda conseguía mantenerse relevante, como uno de esos vicios culpables a los que todos sucumbimos en determinados momentos de nuestras vidas.

¿La tercera entrega? Eso ya es harina de otro costal. Team Ninja trató de adentrarse en el maremágnum del hack and slash de corte cinemático, olimpo coronado casi única y exclusivamente por los God of War de ambientación griega (si bien estos también están entreverados con una jugabilidad exquisita), y le salió algo que estaba a medio camino entre el videojuego y la mera profundización de remates morbosos y sanguinolentos. Era, en definitiva, un título que no le hacía justicia a la franquicia, ya estemos considerando los clásicos o las reimaginaciones de la fórmula; además, llevaba la adaptación del universo de Ninja Gaiden a los esquemas contextuales de Dead or Alive, seña de identidad del reinicio, hasta sus últimas consecuencias. Dejo a la libre interpretación si el título podría haber sido mucho más pleno si se hubiera desmarcado de la franquicia, es decir, si se hubiera tratado de una propiedad intelectual nueva, pero está claro que la pérdida de la identidad del proyecto puso al estudio contra las cuerdas, después de dos entregas de muchísimo quilataje. Al final Team Ninja consiguió resarcirse en el género con los más que notables Nioh, cuya segunda parte analicé hace poco en ordenador, por lo que, afortunadamente, la cosa quedó ahí.
Ahora, eso sí, Ninja Gaiden vuelve en esta recopilación, denominada Master Collection y fechada para el 10 de junio en PC, PlayStation 4, Xbox One y Switch. Viene con las tres entregas de la franquicia, pero con la primera y la segunda en sus versiones Sigma; es decir, en sus adaptaciones a PlayStation, que introducían algunos cambios ya en su día. No es que se produzca una alteración especialmente relevante, si bien es destacable que las versiones Sigma venían con mejor acabado gráfico, algunas melodías diferencias, y con cambios en determinadas escenas (algunas fueron incluso borradas) o en enfrentamientos especiales, así como con algunos episodios adicionales de calidad variable. En este sentido, la mejor versión siempre fue Ninja Gaiden Black, más por cuestiones de pulimento del contenido que por profusión del mismo, y en cierto modo sorprende que el estudio no se haya decantado por ella en el regreso de una de sus franquicias predilectas a la realidad contemporánea del videojuego. Por otro lado, también es muy reseñable que no se van a incluir las funciones online (Tag Missions, Clan Battle, Ninja Trailers) de ninguno de los títulos, aunque sí que aparecerán todos los DLC y las vestimentas clásicas. Una de cal y otra de arena, aunque desde la desarrolladora aclaran que sí que habrá algunos modos extra; tocará esperar a ver qué ocurre finalmente.

CONCLUSIONES
El regreso de una franquicia como Ninja Gaiden siempre son buenas noticias, y a buen seguro fue una de las estrellas que brillaron con luz propia en el Nintendo Direct, aunque parece que no lo va a hacer completamente libre de mácula; la primera y la segunda entrega llegarán en las versiones Sigma, que introducen una serie de cambios que, en su día, indujeron a la polémica, y las funciones en línea se van a quedar por el camino. En cualquier caso, una recopilación de los tres Ninja Gaiden hace soñar con aquellas sosegadas y lejanas tardes de verano de destripar demonios y saltar por entre cogotes ajenos, y, por supuesto, con nuevas y emocionantes entregas, especialmente ahora que Team Ninja ha recuperado su buen hacer con el género. Es pronto para decir si algún día veremos más del bueno de Hayabusa, pero a priori podría pasar por el éxito comercial de una recopilación que va directa al corazón de todo amante de los hack and slash.
¿Las razones? Bastante claras. Al enorme músculo gráfico (sin doble sentido) que exhibía el título en su momento se le sumaba una jugabilidad muy rica y profunda que premiaba la destreza digital, el atrevimiento, y el reconocimiento de patrones y de ventanas de ataque, siempre en contextos de exigencia máxima, donde cada fallo cuenta y puede mandarnos a la pantalla de título sin problemas. Este tipo de dificultad tan exagerada, propia de tiempos pretéritos, o de la revalorización de la dificultad que proponían estudios como From Software en la pasada generación, traía aparejado un riesgo astronómico: la posible frustración del jugador. No obstante, el primer Ninja Gaiden conseguía esquivar esto como hacen los grandes, esto es, poniendo especial énfasis en los estilos de combate, en las armas, en los combos, y en general dándole plenas herramientas al jugador para enfrentarse a la vertiginosa e implacable acción de la manera que considere oportuna. En esencia, no se trata de entorpecer el avance del usuario, sino de ponerle una serie de desafíos que puedan enriquecer la experiencia y fomentar el aprendizaje y dominio de mecánicas centrales del juego; con todo, es innegable que Ninja Gaiden, al igual que Dark Souls, Sekiro, Nioh y compañía, no es un título para todo el mundo. No se trata de un enfoque dirigido a la estratificación de la comunidad, con un “grupo” capaz de enfrentarse al desafío de la aventura y otro no, sino de plantear un fondo común y que el jugador decida si merece la pena progresar o no.

Por supuesto, esto es algo que la segunda entrega trata de emular, aunque con resultados un tanto ambivalentes. El Ninja Gaiden post-reinicio original destaca, quizás por encima de todo, por unos enfrentamientos especiales absolutamente espectaculares, con enemigos finales que quedan para el recuerdo; por el contrario, el segundo Ninja Gaiden flaqueaba precisamente en estos ámbitos. Ambos seguían la misma estructura de desarrollo, de manera que la aventura se vertebra, siempre, a través de determinadas zonas a recorrer a través de patrones lineales y, cómo no, atestadas de enemigos de diversa índole. Al llegar a un punto clave del nivel, generalmente en la zona final, tenía lugar el enfrentamiento especial; podía ser un maestro de kung fu cabreado, con nunchakus y una curvatura del bíceps que desafía la misma concepción humana del espacio-tiempo, unos tanques bastante mal encarados, o un demonio que estaba por la zona, relajado como quien dice, pero siempre te esperaba algo. A pesar de que Ninja Gaiden 2 mantiene esto, el acierto a la hora de plantear los combates finales es muy variable, y da lugar a unos claroscuros que se mantienen a lo largo de la historia principal; hablo de hitboxes cuestionables, patrones de ataques que conducen irreparablemente a la ruptura del ritmo combativo, o, en general, de una falta de constancia palpable.
Y esto es algo muy importante en un hack and slash de estas características; más todavía si tenemos en cuenta que, a diferencia de otros representantes del género, que tienen un calado reflexivo mucho mayor (destaca un NieR: Automata que se ha erigido como uno de los mejores ejercicios narrativos de los últimos tiempos), la historia de Ninja Gaiden roza la intrascendencia. ¿De qué va? De un maestro ninja que tiene que recuperar una espada y combatir demonios, y poco más. Hay personajes recurrentes, secundarios cuya profundización psicológica roza la de un organismo unicelular, y antagonistas con muchísimo estilo, pero es poco menos que apodíctico que las bondades de la fórmula no se hacen fuertes en la mera recreación literaria o narrativa, sino en todo cuanto compone al apartado jugable. Aún así, y a pesar de que no está a la altura de la primera entrega, Ninja Gaiden 2 se las ingeniaba para ser un hack and slash cuando menos notable, en tanto en cuanto su cóctel de desmembramientos, demonios y criaturas del último círculo de los avernos, y su propuesta combativa, aun con sus asperezas, se mantenía como algo muy disfrutable. Despojada de la excelencia de la primera entrega, la segunda conseguía mantenerse relevante, como uno de esos vicios culpables a los que todos sucumbimos en determinados momentos de nuestras vidas.

¿La tercera entrega? Eso ya es harina de otro costal. Team Ninja trató de adentrarse en el maremágnum del hack and slash de corte cinemático, olimpo coronado casi única y exclusivamente por los God of War de ambientación griega (si bien estos también están entreverados con una jugabilidad exquisita), y le salió algo que estaba a medio camino entre el videojuego y la mera profundización de remates morbosos y sanguinolentos. Era, en definitiva, un título que no le hacía justicia a la franquicia, ya estemos considerando los clásicos o las reimaginaciones de la fórmula; además, llevaba la adaptación del universo de Ninja Gaiden a los esquemas contextuales de Dead or Alive, seña de identidad del reinicio, hasta sus últimas consecuencias. Dejo a la libre interpretación si el título podría haber sido mucho más pleno si se hubiera desmarcado de la franquicia, es decir, si se hubiera tratado de una propiedad intelectual nueva, pero está claro que la pérdida de la identidad del proyecto puso al estudio contra las cuerdas, después de dos entregas de muchísimo quilataje. Al final Team Ninja consiguió resarcirse en el género con los más que notables Nioh, cuya segunda parte analicé hace poco en ordenador, por lo que, afortunadamente, la cosa quedó ahí.
Ahora, eso sí, Ninja Gaiden vuelve en esta recopilación, denominada Master Collection y fechada para el 10 de junio en PC, PlayStation 4, Xbox One y Switch. Viene con las tres entregas de la franquicia, pero con la primera y la segunda en sus versiones Sigma; es decir, en sus adaptaciones a PlayStation, que introducían algunos cambios ya en su día. No es que se produzca una alteración especialmente relevante, si bien es destacable que las versiones Sigma venían con mejor acabado gráfico, algunas melodías diferencias, y con cambios en determinadas escenas (algunas fueron incluso borradas) o en enfrentamientos especiales, así como con algunos episodios adicionales de calidad variable. En este sentido, la mejor versión siempre fue Ninja Gaiden Black, más por cuestiones de pulimento del contenido que por profusión del mismo, y en cierto modo sorprende que el estudio no se haya decantado por ella en el regreso de una de sus franquicias predilectas a la realidad contemporánea del videojuego. Por otro lado, también es muy reseñable que no se van a incluir las funciones online (Tag Missions, Clan Battle, Ninja Trailers) de ninguno de los títulos, aunque sí que aparecerán todos los DLC y las vestimentas clásicas. Una de cal y otra de arena, aunque desde la desarrolladora aclaran que sí que habrá algunos modos extra; tocará esperar a ver qué ocurre finalmente.

CONCLUSIONES
El regreso de una franquicia como Ninja Gaiden siempre son buenas noticias, y a buen seguro fue una de las estrellas que brillaron con luz propia en el Nintendo Direct, aunque parece que no lo va a hacer completamente libre de mácula; la primera y la segunda entrega llegarán en las versiones Sigma, que introducen una serie de cambios que, en su día, indujeron a la polémica, y las funciones en línea se van a quedar por el camino. En cualquier caso, una recopilación de los tres Ninja Gaiden hace soñar con aquellas sosegadas y lejanas tardes de verano de destripar demonios y saltar por entre cogotes ajenos, y, por supuesto, con nuevas y emocionantes entregas, especialmente ahora que Team Ninja ha recuperado su buen hacer con el género. Es pronto para decir si algún día veremos más del bueno de Hayabusa, pero a priori podría pasar por el éxito comercial de una recopilación que va directa al corazón de todo amante de los hack and slash.
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Incluye los tres títulos. El primero siempre será una obra maestra. Mejoras gráficas y DLC.
Sin funciones online, al menos a priori. Versiones Sigma.
