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PlayStation 5
Jugamos a Final Fantasy XVI, la aventura mágica más espectacular hasta la fecha
Square Enix y Plaion nos invitan a experimentar el próximo bombazo de PS5

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Teníamos muchas ganas de probar Final Fantasy XVI y la ocasión se presentó en un escenario de lujo. En pleno corazón de Madrid, en el señorial Palacio de la Prensa, un bromista Naoki Yoshida nos dio la bienvenida a su nuevo trabajo. Este hombre, director de FFXVI, veterano de Square Enix y capitán de FFXIV, tiene las cosas claras. Quiere sorprender con la nueva entrega de la serie, pretende cautivar a los jugadores con una fórmula muy concreta: un juego muy centrado en la acción, con ligeros toques de RPG y un argumento muy denso. Tras una presentación escueta, pero muy elegante, Yoshida junto a Hiroshi Minagawa (director artístico) y Michael Cristopher Koji Fox (director de localización) nos permitieron jugar durante más de cuatro horas a la próxima superproducción de origen japonés; seguiremos sus instrucciones de no revelar spoilers de la trama, así que puedes leer este texto tranquilo.
Una épica de altas revoluciones
Desde el primer minuto, Final Fantasy XVI se nos presenta a máxima velocidad. Controlamos a Fénix, personaje mitológico e invocación clásica de la saga, en un brutal combate por los aires dentro de una cueva contra otra espectacular criatura, Ifrit. Sin entender nada, ni saber qué ocurre, este prólogo sirve para ponernos en situación. Los eikon, estos gigantescos seres que representan a los elementos de la naturaleza, se pelean por su vida. ¿Son seres inteligentes? ¿Cuál es su propósito? No lo sabemos todavía, pero pronto aprenderemos que esta escena es realmente trascendental. El combate nos explica brevemente cómo controlar a Fénix: se trata de un minijuego, muy sencillo, que añade una ligera interactividad a una escena sobre raíles.

Tras unos instantes, el escenario cambia repentinamente como si de un sueño de tratara. Conocemos al protagonista, Clive, que viaja por un paisaje rocoso junto a varios personajes. Todos comparten una seña característica: un tatuaje en la cara, quizá un símbolo que los une. El carácter de Clive, principal personaje jugable, es sosegado y apesadumbrado, un miembro de la familia real con una trayectoria desafortunada. Al principio del juego se encuentra en los alrededores de un sangriento conflicto armado, pero no como soldado, sino como espía.
Este es un juego de magia, sí, pero con matices. FFXVI persigue la fantasía medieval más madura que hemos visto en franquicias como Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos), sin llegar a la atmósfera oscura de FromSoftware. La encuentro cercana a otros trabajos de Square Enix recientes como Triangle Strategy o Diofield Chronicle, aunque con su propio estilo. Los múltiples personajes que conocemos en los primeros compases del juego tienen motivaciones a menudo ocultas, este mundo está regido por la fuerza, las intrigas políticas y lo arcano como arma de destrucción masiva. Todavía no sabemos lo que se cuece, pero podemos aventurar que la historia no es maniquea y trata de representar una realidad teñida de grises.
Regreso a las raíces de la saga
Los jugadores afincados en Final Fantasy encontrarán un universo más similar a las entregas tradicionales que a las más recientes. Esto ya lo sabíamos desde los primeros tráilers y diseños de arte, pero no podemos más que enfatizarlo tras conocer la trama. El mundo de Final Fantasy XVI está íntimamente regido por la magia, por diferentes reinos que se disputan el poder y, como ocurre en muchas entregas de la serie, conviven con unos monumentales cristales que son fuente de vida.

Hemos jugado tres secciones diferentes de la aventura; cada una destinada a lucir un aspecto concreto del juego. El primer capítulo, un flashback donde Clive es joven e inocente, es un episodio centrado en la exposición narrativa. Hay una gran cantidad de escenas de vídeo, más que fragmentos jugables: la historia en Final Fantasy XVI se cuenta a la vieja usanza, con espectaculares cinemáticas. Todo apunta a que buena parte de la aventura va a estar orquestada de esta manera, y solo podemos asegurar una cosa: el argumento nos ha sorprendido gratamente en sus primeras horas, en parte gracias a este enfoque cinematográfico.
Este es un Final Fantasy un tanto especial por varios motivos. El que más me llama la atención es que no es una historia coral donde un grupo de personajes estricto siguen el hilo argumental. Todo está muy centrado en Clive, como único personaje jugable, aunque se ha confirmado que habrá más personajes que se sumarán ocasionalmente a la aventura. Lo más parecido en la saga es Final Fantasy IV, que fue la primera entrega con énfasis narrativo, y donde un variado y nutrido grupo de personajes entraban y salían del grupo protagonizado por Cecil. En el caso de FFXVI, este estilo es ideal para justificar el punto fuerte de la jugabilidad: el combate.
Las artes del espadachín
Si has visto algún tráiler del juego habrás notado que la acción en tiempo real es omnipresente. Es lo que más se ha esforzado en enseñar Square Enix, y no es casualidad. Estamos ante un juego muy centrado en el combate, que se aleja definitivamente del sistema por turnos, comandos o similares que hemos visto, con distintos sabores, a lo largo de la franquicia. En otras palabras: FFXVI es más parecido a God of War (2018) que a cualquier otro FF anterior. Clive es un espadachín ágil, capaz de asestar rápidos combos con la típica combinación de dos botones (ágil y fuerte). Pero cuidado, porque también puede utilizar poderes elementales a su favor y desencadenar acometidas de otro modo imposibles. No hablamos solo de lanzar magias (proyectiles infinitos que no consumen PM) sino también artes especiales de todo tipo: un acelerón evasivo, una estocada a larga distancia, diversos mandobles aéreos, y mucho más.

No os voy a engañar, la cantidad de combos y habilidades a mi disposición, en cierto momento de lo que he jugado, era tan alta que no me dio tiempo a procesar todas las opciones. Clive utiliza un poder elemental a la vez, del que puede ejecutar hasta 3 ataques especiales distintos; tras ello deberán recargarse. En cualquier momento podemos cambiar a otro elemento y seguir repartiendo estopa al enemigo, con un esquema de controles similar al de God of War con cada una de las armas de Kratos, pero mucho más rápido y con la cámara más alejada. Dominar cada elemento requiere aprendizaje, y algunos enemigos exigen emplear estilos de combate específicos. También hay un "modo furia" como el de Kratos, cuando Clive desata un espectacular poder durante unos segundos y puede destrozar al rival sin preocuparse por su propia integridad.
Enfrentarse a grandes jefes parece ser una constante en la aventura. Clive encontrará brutales criaturas en sus viajes de las que defenderse, así como hábiles guerreros humanos. Los grandes combates son muy intensos y bastante largos, y requieren prestar atención a los patrones de ataque del enemigo para esquivar y golpear en el momento oportuno. Sin duda es aquí donde más divertido me pareció FFXVI, y de hecho, en ciertas fases nos enfrentaremos a varios jefes consecutivos. Los pocos combates de este tipo que he podido jugar, uno de ellos de un fragmento ya avanzado de la aventura, puede llegar a ser bastante exigentes y, de nuevo, la acción no se detiene en ningún momento.
Un mundo enorme lleno de misterios
Los combates entre eikon, mencionados antes, son una parte fundamental del juego, y también un despliegue técnico y jugable sin precedentes. Estos monstruos enormes son una pieza clave de la trama, y es donde Square Enix ha echado toda la carne en el asador. Con un trabajo estético muy particular, muchísimas partículas en pantalla y espléndidos efectos de luz, son el punto álgido visual del juego; además, todo apunta a que a menudo nos exigirán aprender a controlar distintas criaturas. Los enfrentamientos entre invocaciones, además, son muy diferentes a los de Clive, más lentos, más centrados en la espectacularidad y la estrategia que en la velocidad y habilidad. También exigen menos botones y comandos más sencillos, al fin y al cabo, son seres con poderes muy devastadores.

Pero Square Enix no quiere alejar a los fans tradicionales de la saga por su énfasis en la acción. FFXVI ofrece una inusitada asistencia para aquellos jugadores que no quieran profundizar en el nuevo sistema de combate. Por ello, se nos permite jugar en un modo "centrado en la historia" que reducirá sustancialmente la complejidad y duración de la acción, así como ciertos ítems pensados para facilitar la tarea. Usar estos ítems reduce ligeramente las recompensas, como por ejemplo un anillo que Clive puede equiparse para que los objetos curativos se usen automáticamente. Y creo que este tipo de facilidades van a favorecer a FFXVI porque es una aventura que quiere brillar, por encima de todo, gracias a su trama y personajes.
Entonces, ¿qué hay entre combate y combate? De forma un tanto sorprendente, Yoshida ha optado por reducir drásticamente el tamaño y la libertad de exploración. En otras palabras: el juego es bastante lineal, de forma muy similar a los FF más antiguos. La mayoría de zonas son más bien cortas y dirigidas, con pequeños caminos opcionales por aquí y por allí, pero también hay de vez en cuando áreas más amplias. Es especialmente impactante este diseño si tenemos en cuenta que Yoshida fue hábil en perfilar un mundo enorme como FFXIV, pero también resulta adecuado que ahora cambie el registro, ya que, una vez más, el eje principal del juego parece ser la historia. No nos faltarán misiones secundarias y objetivos opcionales, pero todavía no sabemos decir cómo de denso es este contenido extra.
Contando los días para FFXVI
Durante las más de cuatro horas que he pasado jugando a FFXVI, confieso que ha logrado atraparme. Ha conseguido despertar mi interés por sus personajes, por su mundo, y me ha sorprendido su combate, que me parece más directo y gratificante que el de FFVII Remake, por ejemplo. Eso sí, no me ha parecido, en ningún caso, un juego rompedor o innovador; este es el FF con la jugabilidad menos experimental de los últimos 20 años, cuando cada entrega pretendía reinventar lo que hizo la anterior. Estamos ante una aventura que parece colosal, pero no por el tamaño de sus mapas o la cantidad de personalización que ofrece, sino por su extraordinaria presentación y fuerza argumental. Tengo ganas de seguir la historia de Clive, y de conocer cómo progresa una trama que se va enrevesando de forma cada vez más dramática.
Final Fantasy XVI sale a la venta el 22 de junio de 2023 para PS5.
Una épica de altas revoluciones
Desde el primer minuto, Final Fantasy XVI se nos presenta a máxima velocidad. Controlamos a Fénix, personaje mitológico e invocación clásica de la saga, en un brutal combate por los aires dentro de una cueva contra otra espectacular criatura, Ifrit. Sin entender nada, ni saber qué ocurre, este prólogo sirve para ponernos en situación. Los eikon, estos gigantescos seres que representan a los elementos de la naturaleza, se pelean por su vida. ¿Son seres inteligentes? ¿Cuál es su propósito? No lo sabemos todavía, pero pronto aprenderemos que esta escena es realmente trascendental. El combate nos explica brevemente cómo controlar a Fénix: se trata de un minijuego, muy sencillo, que añade una ligera interactividad a una escena sobre raíles.


Tras unos instantes, el escenario cambia repentinamente como si de un sueño de tratara. Conocemos al protagonista, Clive, que viaja por un paisaje rocoso junto a varios personajes. Todos comparten una seña característica: un tatuaje en la cara, quizá un símbolo que los une. El carácter de Clive, principal personaje jugable, es sosegado y apesadumbrado, un miembro de la familia real con una trayectoria desafortunada. Al principio del juego se encuentra en los alrededores de un sangriento conflicto armado, pero no como soldado, sino como espía.
«Este mundo está regido por la fuerza, las intrigas políticas y lo arcano como arma de destrucción masiva»
Este es un juego de magia, sí, pero con matices. FFXVI persigue la fantasía medieval más madura que hemos visto en franquicias como Canción de Hielo y Fuego (Juego de Tronos), sin llegar a la atmósfera oscura de FromSoftware. La encuentro cercana a otros trabajos de Square Enix recientes como Triangle Strategy o Diofield Chronicle, aunque con su propio estilo. Los múltiples personajes que conocemos en los primeros compases del juego tienen motivaciones a menudo ocultas, este mundo está regido por la fuerza, las intrigas políticas y lo arcano como arma de destrucción masiva. Todavía no sabemos lo que se cuece, pero podemos aventurar que la historia no es maniquea y trata de representar una realidad teñida de grises.
Regreso a las raíces de la saga
Los jugadores afincados en Final Fantasy encontrarán un universo más similar a las entregas tradicionales que a las más recientes. Esto ya lo sabíamos desde los primeros tráilers y diseños de arte, pero no podemos más que enfatizarlo tras conocer la trama. El mundo de Final Fantasy XVI está íntimamente regido por la magia, por diferentes reinos que se disputan el poder y, como ocurre en muchas entregas de la serie, conviven con unos monumentales cristales que son fuente de vida.


Hemos jugado tres secciones diferentes de la aventura; cada una destinada a lucir un aspecto concreto del juego. El primer capítulo, un flashback donde Clive es joven e inocente, es un episodio centrado en la exposición narrativa. Hay una gran cantidad de escenas de vídeo, más que fragmentos jugables: la historia en Final Fantasy XVI se cuenta a la vieja usanza, con espectaculares cinemáticas. Todo apunta a que buena parte de la aventura va a estar orquestada de esta manera, y solo podemos asegurar una cosa: el argumento nos ha sorprendido gratamente en sus primeras horas, en parte gracias a este enfoque cinematográfico.
«Lo más parecido en la saga es Final Fantasy IV»
Este es un Final Fantasy un tanto especial por varios motivos. El que más me llama la atención es que no es una historia coral donde un grupo de personajes estricto siguen el hilo argumental. Todo está muy centrado en Clive, como único personaje jugable, aunque se ha confirmado que habrá más personajes que se sumarán ocasionalmente a la aventura. Lo más parecido en la saga es Final Fantasy IV, que fue la primera entrega con énfasis narrativo, y donde un variado y nutrido grupo de personajes entraban y salían del grupo protagonizado por Cecil. En el caso de FFXVI, este estilo es ideal para justificar el punto fuerte de la jugabilidad: el combate.
Las artes del espadachín
Si has visto algún tráiler del juego habrás notado que la acción en tiempo real es omnipresente. Es lo que más se ha esforzado en enseñar Square Enix, y no es casualidad. Estamos ante un juego muy centrado en el combate, que se aleja definitivamente del sistema por turnos, comandos o similares que hemos visto, con distintos sabores, a lo largo de la franquicia. En otras palabras: FFXVI es más parecido a God of War (2018) que a cualquier otro FF anterior. Clive es un espadachín ágil, capaz de asestar rápidos combos con la típica combinación de dos botones (ágil y fuerte). Pero cuidado, porque también puede utilizar poderes elementales a su favor y desencadenar acometidas de otro modo imposibles. No hablamos solo de lanzar magias (proyectiles infinitos que no consumen PM) sino también artes especiales de todo tipo: un acelerón evasivo, una estocada a larga distancia, diversos mandobles aéreos, y mucho más.


No os voy a engañar, la cantidad de combos y habilidades a mi disposición, en cierto momento de lo que he jugado, era tan alta que no me dio tiempo a procesar todas las opciones. Clive utiliza un poder elemental a la vez, del que puede ejecutar hasta 3 ataques especiales distintos; tras ello deberán recargarse. En cualquier momento podemos cambiar a otro elemento y seguir repartiendo estopa al enemigo, con un esquema de controles similar al de God of War con cada una de las armas de Kratos, pero mucho más rápido y con la cámara más alejada. Dominar cada elemento requiere aprendizaje, y algunos enemigos exigen emplear estilos de combate específicos. También hay un "modo furia" como el de Kratos, cuando Clive desata un espectacular poder durante unos segundos y puede destrozar al rival sin preocuparse por su propia integridad.
«Los grandes combates son muy intensos y bastante largos, y requieren prestar atención a los patrones de ataque del enemigo para esquivar y golpear en el momento oportuno»
Enfrentarse a grandes jefes parece ser una constante en la aventura. Clive encontrará brutales criaturas en sus viajes de las que defenderse, así como hábiles guerreros humanos. Los grandes combates son muy intensos y bastante largos, y requieren prestar atención a los patrones de ataque del enemigo para esquivar y golpear en el momento oportuno. Sin duda es aquí donde más divertido me pareció FFXVI, y de hecho, en ciertas fases nos enfrentaremos a varios jefes consecutivos. Los pocos combates de este tipo que he podido jugar, uno de ellos de un fragmento ya avanzado de la aventura, puede llegar a ser bastante exigentes y, de nuevo, la acción no se detiene en ningún momento.
Un mundo enorme lleno de misterios
Los combates entre eikon, mencionados antes, son una parte fundamental del juego, y también un despliegue técnico y jugable sin precedentes. Estos monstruos enormes son una pieza clave de la trama, y es donde Square Enix ha echado toda la carne en el asador. Con un trabajo estético muy particular, muchísimas partículas en pantalla y espléndidos efectos de luz, son el punto álgido visual del juego; además, todo apunta a que a menudo nos exigirán aprender a controlar distintas criaturas. Los enfrentamientos entre invocaciones, además, son muy diferentes a los de Clive, más lentos, más centrados en la espectacularidad y la estrategia que en la velocidad y habilidad. También exigen menos botones y comandos más sencillos, al fin y al cabo, son seres con poderes muy devastadores.


Pero Square Enix no quiere alejar a los fans tradicionales de la saga por su énfasis en la acción. FFXVI ofrece una inusitada asistencia para aquellos jugadores que no quieran profundizar en el nuevo sistema de combate. Por ello, se nos permite jugar en un modo "centrado en la historia" que reducirá sustancialmente la complejidad y duración de la acción, así como ciertos ítems pensados para facilitar la tarea. Usar estos ítems reduce ligeramente las recompensas, como por ejemplo un anillo que Clive puede equiparse para que los objetos curativos se usen automáticamente. Y creo que este tipo de facilidades van a favorecer a FFXVI porque es una aventura que quiere brillar, por encima de todo, gracias a su trama y personajes.
«Yoshida ha optado por reducir drásticamente el tamaño y la libertad de exploración»
Entonces, ¿qué hay entre combate y combate? De forma un tanto sorprendente, Yoshida ha optado por reducir drásticamente el tamaño y la libertad de exploración. En otras palabras: el juego es bastante lineal, de forma muy similar a los FF más antiguos. La mayoría de zonas son más bien cortas y dirigidas, con pequeños caminos opcionales por aquí y por allí, pero también hay de vez en cuando áreas más amplias. Es especialmente impactante este diseño si tenemos en cuenta que Yoshida fue hábil en perfilar un mundo enorme como FFXIV, pero también resulta adecuado que ahora cambie el registro, ya que, una vez más, el eje principal del juego parece ser la historia. No nos faltarán misiones secundarias y objetivos opcionales, pero todavía no sabemos decir cómo de denso es este contenido extra.
Contando los días para FFXVI
Durante las más de cuatro horas que he pasado jugando a FFXVI, confieso que ha logrado atraparme. Ha conseguido despertar mi interés por sus personajes, por su mundo, y me ha sorprendido su combate, que me parece más directo y gratificante que el de FFVII Remake, por ejemplo. Eso sí, no me ha parecido, en ningún caso, un juego rompedor o innovador; este es el FF con la jugabilidad menos experimental de los últimos 20 años, cuando cada entrega pretendía reinventar lo que hizo la anterior. Estamos ante una aventura que parece colosal, pero no por el tamaño de sus mapas o la cantidad de personalización que ofrece, sino por su extraordinaria presentación y fuerza argumental. Tengo ganas de seguir la historia de Clive, y de conocer cómo progresa una trama que se va enrevesando de forma cada vez más dramática.
Final Fantasy XVI sale a la venta el 22 de junio de 2023 para PS5.
Una historia muy prometedora. Combate fino y estimulante
Gráficamente irregular
