Consulta Psico: Nemesis

El psicólogo Gex Martínez, argentino de toda la vida, experto en trastornos de la conducta degenerada por vicios tales como televisión, juegos on-line, Internet o mujeres (tomándose él mismo como paciente), abre nueva consulta aprovechando su licenciatura en desordenes sentimentales (también tomándose él como paciente). Su nuevo despacho está ordenado con gusto y esmero, pues está demostrado que el paciente abre su corazón ante un hombre lujoso de buen gusto, ya que parece más profesional. Hasta ahora nadie ha dudado de su retrato pintado por Wharhol o de su maqueta en miniatura de "El museo Salomon Guggenheim", de Frank Lloyd Wright.
Ya se sabe: a más pacientes, más dinero.

Entró su secretaria, una gata Tabby muy recatada y pulcra llamada Slalem, para darle la lista de pacientes de ese día.
-Buenos días, damisela.- sacó Gex la lengua a modo de saludo- Como me encanta tener estas ventanas de 2 metros estilo "lecorbusiano"..,así entra más luz natural para reflejar su belleza espontánea de primera hora, e igual de natural como la luz.
-¡Ji,ji,ji! Qué cosas me dice, doctor Martínez.- se sonrojó la gata.
-Sólo digo verdades, ese es mi trabajo.
-Estos son los pacientes que tienen que atender, doctor.- la secretaria informó entregando una hoja con una lista de nombres apuntados con su correspondiente turno.
Gex la estudió con interés creciente. Sonrió con el chiste que estaba a punto de contar.
-Parece que los del E-3 se les ha escapado medio personal.
-No será precisamente por lo actuales que son- replicó la secretaria.
-¿Es aficionada a los videojuegos, mi señorita?
-Sí, señor. Son muy divertidos y educativos, refuerzan mis reflejos felinos todavía más, y además me desvían de otros placeres...-esto último lo dijo bajando la voz con vergüenza y desviando la vista.
-Ay, mi señora, teníamos que haber nacido hermanos, así hubiéramos pasado más tiempo juntos durante la infancia/pubertad.
-Sí, no hubiera estado mal.- Se rió con delicadeza.
-Bueno, puede retirarse, porque leo que toca ahora el primer señor de la lista y acabo de oír el timbre. Ya la llamaré para cualquier asunto.
-Muy bien, doctor.