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Revisitamos Fallout 76 en 2022 - DLC The Pitt
El juego online de Bethesda tuvo un estreno atropellado en 2018, pero el equipo ha seguido trabajando en él hasta hoy
Por Andrés JC,
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El caso de Fallout 76 es el del juego ampliamente anticipado, con expectativas elevadas por parte del público, que se la pegó sin matices durante su lanzamiento. Nuestro análisis de entonces lo indica: bugs por todas partes, poco contenido, mal rendimiento, ausencia total de PNJ... han pasado cuatro años, y ahora Fallout 76 ha madurado bastante. Nuevos contenidos gratuitos han llegado de forma ininterrumpida desde entonces, y este mes de septiembre un nuevo añadido llamado The Pitt, también gratis, que nos devuelve a un área ya conocida de Fallout 3.
El estado de Fallout 76 en 2022
Algunos problemas de Fallout 76 venían ocasionados por su enfoque: una aventura vacía de contenido en la cual el jugador solo podía explorar, derrotar enemigos y leer notas. Desde la primera actualización Wastlelanders, este aventura online empezó a tener vida propia, con personajes que habitan en el Yermo, historias que contar y misiones secundarias con finalidad. En este momento, Fallout 76 empezó a asemejarse a los Fallout offline, mientras que mantenía la opción de unirse a otros jugadores.
La aventura en Appalachia ofrece ahora una gran cantidad de cosas para hacer al estilo Bethesda: acude a una ubicación y habrá personajes con encargos para hacerte, o explora por tu cuenta y encontrarás cosas de valor, algún secreto o fuentes de recursos. Cualquiera puede jugar ahora a Fallout 76 como si fuera Fallout 5, con un pequeño matiz: estamos conectados constantemente al servidor, y por mi experiencia, esta circunstancia penaliza constantemente la jugabilidad. No puedo confirmar si los problemas que he tenido ocurren en todas las regiones, o a todas las horas del día, pero existen: es habitual estar en un tiroteo con enemigos del juego y que la latencia sea tan elevada que resulta casi imposible jugar de forma efectiva, o que un personaje aliado del juego se desplace "a trompicones" como un síntoma de claros problemas de conectividad.
La barrera entre lo que es un bug y lo que es un problema de diseño se difumina bastante. El Yermo de Fallout 76 en 2022 todavía parece un juego en fase beta. Hay varias áreas con enemigos, al lado de personajes amigos, que tienen cero interacción entre sí y parecen vivir en mundos paralelos. La IA en general actúa de forma muy errática, en general bastante torpe y con movimientos y animaciones primitivas y poco naturales. Podemos hacer el esfuerzo de ignorar estos problemas, pero queda la sensación de que es un producto reiteradamente parcheado que carece de buen acabado.
Fallos gráficos de distintos tipos todavía son más que habituales, y eso que el motor gráfico sigue siendo el mismo que el de Fallout 4, que en PS5 arrastra unos 30 frames por segundo totalmente incomprensibles; es un juego visualmente feo, y nos hará recordar aquella época de Fallout 3 en Xbox 360 y PS3. La evolución en muchos aspectos parece prácticamente nula, y rápidamente nos daremos cuenta de que la inmensa mayoría de localizaciones reutilizan un puñado de elementos con mucha frecuencia.
En estas circunstancias, es difícil situar Fallout 76 por encima de cualquier otro título de la franquicia. Sin embargo, tiene cierta base de jugadores fieles, que contra viento y marea han invertido o siguen invirtiendo horas en Appalachia. Me inclino a pensar que la fórmula Fallout 76, pese a sus inconvenientes, mantiene una personalidad férrea que lo distingue de otros juegos online: ya sea por su devastadora ambientación, por su peculiar sistema de construcción de una base, o simplemente por ser un juego vivo, con un equipo de desarrolladores que no lo deja morir. Y de ahí nace, en concreto, The Pitt.
The Pitt, la última expansión
Pittsburgh es una ciudad abandonada que conocimos en Fallout 3, y que escondía un enclave post-apocalípitco denominado The Pitt (La fosa). Esta ubicación regresa en Fallout 76 como un lugar que podemos visitar tras cumplir ciertos requisitos, momento en que abandonaremos Appalachia para adentrarnos en una expedición hacia un territorio que está envuelto en un conflicto armado constante entre el Sindicato y los Fanáticos. Esto no tiene mucho que ver con derechos laborales, aunque lo parezca, es más bien una guerra entre bandas armadas sin demasiado trasfondo detrás.
Personalmente, tenía ganas de ver cómo era esta expansión, ya que Fallout 3 es uno de los RPGs que más me han marcado. Inspirarse en aquel juego, que a muchos efectos fue el precursor del RPG occidental moderno, era una premisa interesante. Para acceder al DLC, el jugador tiene que acudir primero al asentamiento Whitespring, accesible en cualquier momento del juego, aunque es recomendable tener cierta experiencia y un equipamiento preparado para lo peor. Porque, si de algo se trata esta expansión, es de disparar.
Para poder viajar hasta The Pitt, tenemos que cumplir tres misiones diarias tan emocionantes como recoger 50 trozos de madera o ir a una esquina del mapa a leer unos registros en un ordenador. En ese momento ganaremos como recompensa una batería, necesaria para habilitar el avión que nos lleve en nuestra expedición. Entonces podemos elegir una de las misiones disponibles, que nos llevan a un pequeño mapa con unos objetivos que cumplir. Es un poco complicado entender por qué estos niveles no están accesibles de forma inmediata y cuál es la razón por la que tenemos que cumplir misiones diarias en Appalachia para llegar hasta ahí, porque todo lo que ocurre en The Pitt está totalmente desconectado de cualquier cosa que hayamos hecho en el juego base, excepto nuestro personaje y su equipamiento.
Los mapas de The Pitt nos exigen, a grandes rasgos, ayudar al Sindicato en su lucha con los Fanáticos, y esto a menudo se resume en fases de acción que dejan de lado casi por completo la narrativa. Los niveles son mayormente cerrados, no hay una amplia región por explorar ni nada parecido, más bien encontramos una galería de tiro con enemigos que apenas añaden algo nuevo a lo visto en Appalachia. Si estabas buscando algún guiño narrativo o historia atractiva relacionada con Fallout 3, la encontrarás enterrada entre muchas misiones intrascendentes. Además, no hay una guía clara de cuándo el jugador debería acceder a este contenido, porque aunque los enemigos escalan con el nivel del jugador, su equipamiento no, así que es posible encontrarse en una situación muy desequilibrada.
Esta expansión parece un ejercicio perezoso por ampliar el juego, pero no de mejorarlo, como sí consiguieron otras expansiones. Si bien Wastlelanders supuso un antes y un después en el producto, The Pitt difícilmente aporta algo sustancial. Seguro que los jugadores más dedicados podrán encontrar un resorte para dedicar una o dos decenas de horas, a lo sumo. Más allá de eso, nos invita a pensar que la experiencia central de Appalachia ya está más que cerrada, y todo lo que podíamos extraer de este universo irradiado está sobre la mesa.
El futuro de Fallout 76
Si hay algo que queda claro en la actualidad sobre Fallout 76, es que su mayor virtud es cuando se comporta como un juego offline. Por desgracia, eso no ocurre a menudo; el diseño de juego online y los habituales problemas derivados de la conexión a Internet son cargas demasiado pesadas como para compensar sus esfuerzos. Tampoco ayuda que arrastra defectos jugables, gráficos y técnicos de hace más de una década, una situación que desmotiva mucho a la hora de jugar y querer sumergirse en este mundo post-apocalíptico.
Valoración:
Lo mejor: Con mucha paciencia, puedes tener alguna experiencia agradable en las misiones de un jugador. En The Pitt, revisitar localizaciones de Fallout 3 es interesante.
Lo peor: Varios problemas estructurales estrangulan los esfuerzos por mejorar el juego. Técnicamente un desastre.
El estado de Fallout 76 en 2022
Algunos problemas de Fallout 76 venían ocasionados por su enfoque: una aventura vacía de contenido en la cual el jugador solo podía explorar, derrotar enemigos y leer notas. Desde la primera actualización Wastlelanders, este aventura online empezó a tener vida propia, con personajes que habitan en el Yermo, historias que contar y misiones secundarias con finalidad. En este momento, Fallout 76 empezó a asemejarse a los Fallout offline, mientras que mantenía la opción de unirse a otros jugadores.
La aventura en Appalachia ofrece ahora una gran cantidad de cosas para hacer al estilo Bethesda: acude a una ubicación y habrá personajes con encargos para hacerte, o explora por tu cuenta y encontrarás cosas de valor, algún secreto o fuentes de recursos. Cualquiera puede jugar ahora a Fallout 76 como si fuera Fallout 5, con un pequeño matiz: estamos conectados constantemente al servidor, y por mi experiencia, esta circunstancia penaliza constantemente la jugabilidad. No puedo confirmar si los problemas que he tenido ocurren en todas las regiones, o a todas las horas del día, pero existen: es habitual estar en un tiroteo con enemigos del juego y que la latencia sea tan elevada que resulta casi imposible jugar de forma efectiva, o que un personaje aliado del juego se desplace "a trompicones" como un síntoma de claros problemas de conectividad.
«El Yermo de Fallout 76 en 2022 todavía parece un juego en fase beta»
La barrera entre lo que es un bug y lo que es un problema de diseño se difumina bastante. El Yermo de Fallout 76 en 2022 todavía parece un juego en fase beta. Hay varias áreas con enemigos, al lado de personajes amigos, que tienen cero interacción entre sí y parecen vivir en mundos paralelos. La IA en general actúa de forma muy errática, en general bastante torpe y con movimientos y animaciones primitivas y poco naturales. Podemos hacer el esfuerzo de ignorar estos problemas, pero queda la sensación de que es un producto reiteradamente parcheado que carece de buen acabado.
Fallos gráficos de distintos tipos todavía son más que habituales, y eso que el motor gráfico sigue siendo el mismo que el de Fallout 4, que en PS5 arrastra unos 30 frames por segundo totalmente incomprensibles; es un juego visualmente feo, y nos hará recordar aquella época de Fallout 3 en Xbox 360 y PS3. La evolución en muchos aspectos parece prácticamente nula, y rápidamente nos daremos cuenta de que la inmensa mayoría de localizaciones reutilizan un puñado de elementos con mucha frecuencia.
En estas circunstancias, es difícil situar Fallout 76 por encima de cualquier otro título de la franquicia. Sin embargo, tiene cierta base de jugadores fieles, que contra viento y marea han invertido o siguen invirtiendo horas en Appalachia. Me inclino a pensar que la fórmula Fallout 76, pese a sus inconvenientes, mantiene una personalidad férrea que lo distingue de otros juegos online: ya sea por su devastadora ambientación, por su peculiar sistema de construcción de una base, o simplemente por ser un juego vivo, con un equipo de desarrolladores que no lo deja morir. Y de ahí nace, en concreto, The Pitt.
The Pitt, la última expansión
Pittsburgh es una ciudad abandonada que conocimos en Fallout 3, y que escondía un enclave post-apocalípitco denominado The Pitt (La fosa). Esta ubicación regresa en Fallout 76 como un lugar que podemos visitar tras cumplir ciertos requisitos, momento en que abandonaremos Appalachia para adentrarnos en una expedición hacia un territorio que está envuelto en un conflicto armado constante entre el Sindicato y los Fanáticos. Esto no tiene mucho que ver con derechos laborales, aunque lo parezca, es más bien una guerra entre bandas armadas sin demasiado trasfondo detrás.
Personalmente, tenía ganas de ver cómo era esta expansión, ya que Fallout 3 es uno de los RPGs que más me han marcado. Inspirarse en aquel juego, que a muchos efectos fue el precursor del RPG occidental moderno, era una premisa interesante. Para acceder al DLC, el jugador tiene que acudir primero al asentamiento Whitespring, accesible en cualquier momento del juego, aunque es recomendable tener cierta experiencia y un equipamiento preparado para lo peor. Porque, si de algo se trata esta expansión, es de disparar.
Para poder viajar hasta The Pitt, tenemos que cumplir tres misiones diarias tan emocionantes como recoger 50 trozos de madera o ir a una esquina del mapa a leer unos registros en un ordenador. En ese momento ganaremos como recompensa una batería, necesaria para habilitar el avión que nos lleve en nuestra expedición. Entonces podemos elegir una de las misiones disponibles, que nos llevan a un pequeño mapa con unos objetivos que cumplir. Es un poco complicado entender por qué estos niveles no están accesibles de forma inmediata y cuál es la razón por la que tenemos que cumplir misiones diarias en Appalachia para llegar hasta ahí, porque todo lo que ocurre en The Pitt está totalmente desconectado de cualquier cosa que hayamos hecho en el juego base, excepto nuestro personaje y su equipamiento.
«Todo lo que ocurre en The Pitt está totalmente desconectado de cualquier cosa que hayamos hecho en el juego base»
Los mapas de The Pitt nos exigen, a grandes rasgos, ayudar al Sindicato en su lucha con los Fanáticos, y esto a menudo se resume en fases de acción que dejan de lado casi por completo la narrativa. Los niveles son mayormente cerrados, no hay una amplia región por explorar ni nada parecido, más bien encontramos una galería de tiro con enemigos que apenas añaden algo nuevo a lo visto en Appalachia. Si estabas buscando algún guiño narrativo o historia atractiva relacionada con Fallout 3, la encontrarás enterrada entre muchas misiones intrascendentes. Además, no hay una guía clara de cuándo el jugador debería acceder a este contenido, porque aunque los enemigos escalan con el nivel del jugador, su equipamiento no, así que es posible encontrarse en una situación muy desequilibrada.
Esta expansión parece un ejercicio perezoso por ampliar el juego, pero no de mejorarlo, como sí consiguieron otras expansiones. Si bien Wastlelanders supuso un antes y un después en el producto, The Pitt difícilmente aporta algo sustancial. Seguro que los jugadores más dedicados podrán encontrar un resorte para dedicar una o dos decenas de horas, a lo sumo. Más allá de eso, nos invita a pensar que la experiencia central de Appalachia ya está más que cerrada, y todo lo que podíamos extraer de este universo irradiado está sobre la mesa.
El futuro de Fallout 76
Si hay algo que queda claro en la actualidad sobre Fallout 76, es que su mayor virtud es cuando se comporta como un juego offline. Por desgracia, eso no ocurre a menudo; el diseño de juego online y los habituales problemas derivados de la conexión a Internet son cargas demasiado pesadas como para compensar sus esfuerzos. Tampoco ayuda que arrastra defectos jugables, gráficos y técnicos de hace más de una década, una situación que desmotiva mucho a la hora de jugar y querer sumergirse en este mundo post-apocalíptico.
Valoración:
Lo mejor: Con mucha paciencia, puedes tener alguna experiencia agradable en las misiones de un jugador. En The Pitt, revisitar localizaciones de Fallout 3 es interesante.
Lo peor: Varios problemas estructurales estrangulan los esfuerzos por mejorar el juego. Técnicamente un desastre.
Jugado en PS5. Copia digital proporcionada por Ziran