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Jugamos Asesinato en el Castillo de Nathria, la última expansión de Hearthstone
Blizzard se saca de la manga una de las expansiones más divertidas que se recuerdan en Hearthstone

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Hearthstone tiene un significado especial para mí. El juego de Blizzard ocupó gran parte de mi tiempo desde que pude probar la primera fase beta, allá por el verano de 2014, hasta relativamente poco antes del estadillo de la pandemia. Para mí, significaba volver al universo de Warcraft, una saga que me fascina, desde otro punto de vista. No era muy dado a los juegos de cartas, había probado el de Pokémon, con el que no llegué a conectar, y a Yu-Gi-Oh!, que aunque me chiflaba la serie de animación, me parecía muy complejo para un novato como yo. Sin embargo, Hearthstone era mucho más accesible, había un buen puñado de cartas, pero todas ellas dejaban claro cómo debían jugarse y el theorycrafting no estaba tan avanzado como para suponer un quebradero de cabeza para los nuevos jugadores.
Aún con todo el cariño que le podía tener, abandoné Hearthstone. La dirección que tomaba el juego no iba en sintonía con mis preferencias. Mientras que yo (y gran parte del público) buscaba un juego más equilibrado, una mayor celeridad por parte de los desarrolladores para lanzar parches que ajustasen algunas cartas, desde Blizzard se transmitía todo lo contrario. Ahora, cerca de tres años después, he regresado a Hearthstone para probar Asesinato en el Castillo de Nathria, la nueva expansión, y su conjunto del miniset que incluye cerca de 60 cartas nuevas. ¿El resultado? Un Hearthstone totalmente renovado, mucho más divertido y satisfactorio para el jugador.

Empezaré por lo básico: es la expansión más divertida que recuerdo desde Caballeros del Trono Helado, cuando se introdujo la mecánica de poder cambiar el poder de nuestro héroe a uno relacionado con el Caballero de la Muerte. En Asesinato en el Castillo de Nathria me he encontrado que cualquier arquetipo es viable, sí, algunos más que otros, hay barajas que son complicadas de jugar y requieren de una mayor concentración y conocimiento tanto del propio juego como del resto de barajas que haya en el meta, pero todo se puede jugar y hay varias condiciones de victoria. Me gusta, por ejemplo, que el Guerrero vuelva a contar con un mazo orientado a hacer daño a sus propios esbirros para potenciar el ataque de los mismos y que el rival se vea forzado a gastar todos sus recursos en limpiar mesa. Al mismo tiempo, el Mago y el Druida ahora disponen de un arquetipo OTK (One Turn Kill) muy divertido de jugar, aunque frustrante cuando lo hace el rival. Son mazos que tienden a interactuar poco en mesa, y eso en un juego de cartas... es realmente frustrante. Por otro lado, Brujo y Cazador de Demonios me han sorprendido por aquello de que mantienen su esencia aggro y continúan con mazos sencillos, fáciles de elaborar, de muchos costes bajos pero que presionan tanto al rival que se llevan las partidas por puro desgaste.
Otro de los puntos fuertes de Asesinato en el Castillo de Nathria es que la presencia en el tablero vuelve a ser relevante. Hasta hace muy poco, Hearthstone premiaba el juego directo, hechizos que causasen un impacto directo en la mesa y que evitase, siempre en la medida de lo posible, la expansión del rival en el tablero. Esto ha cambiado gracias a la palabra clave de esta expansión, Infusión. Por ejemplo, en el caso de la carta legendaria de Sire Denathrius, por cada uno de nuestros esbirros que haya muerto en mesa, el Sire ganará un punto extra de daño cuando sea colocado en el tablero. Otra de las cartas más básicas de la expansión, y por qué no decirlo, una de las mejores, es Theodar. Su Grito de Batalla es espectacular, y es que una vez lo hayamos jugado, elige una carta del mazo de cada jugador y las intercambia. Esto puede tener un impacto enorme, ya que nos puede brindar la oportunidad de robar una carta clave del otro jugador que signifique que su combo ha desaparecido y su condición de victoria ahora no pasa por ahí. Por supuesto, esto comba con la fabulosa carta de Brann Barbabronce, que cerca de 7 años después de su aparición en el juego continúa siendo tan importante como el primer día.

Pero la principal novedad de esta expansión es la inclusión de las ubicaciones, un nuevo tipo de carta que se puede jugar por un coste bajo, pero que no permite al rival interactuar con ella. Cada ubicación tiene un máximo de usos que varía en función de su durabilidad, y una vez hayamos utilizado la ubicación, entrará en tiempo de reutilización hasta nuestro segundo turno después de su primer uso. Eso sí, las ubicaciones consumen un hueco en nuestro tablero. Las ubicaciones son cartas muy importantes de las que no podemos prescindir, ya que supone una enorme diferencia en cuanto a la creación de un mazo respecto a otros arquetipos que no las utilizan. La mecánica funciona y es divertida, aprender a cómo utilizar este nuevo recurso es imprescindible porque es un elemento clave que puede suponer llevarse una derrota o alzarse con la victoria.
Quiero dedicarle unas palabras al miniset de esta expansión, y es que me ha parecido una de las mejores inclusiones de Hearthstone en toda su trayectoria. Bajo mi punto de vista, Hearthstone acusaba de un meta repetitivo que se alargaba cerca de cuatro meses por expansión. Por si fuera poco, Blizzard no era dado a agitar el meta con una revisión a las cartas, por lo que jugar se volvía una tarea tediosa y en muchas ocasiones, diría frustrante. Pero, ¿cómo ha cambiado Blizzard esta tónica? Fácil: un miniset que incluya un número de fijo de cartas, en el caso de Fauces y perjuicios son 37 repartidas en legendarias, épicas, poco comunes y comunes, a un precio jugoso, 19,99 € o 2000 monedas de oro. Este añadido es genial, porque por un lado el meta varía con la inclusión de nuevas cartas que puedan hacer combo con otras que tal vez no tenían lugar en el meta, pero al mismo tiempo se da la posibilidad de que las clases más flojas reciban un aumento de poder con estas nuevas cartas. Además, al ser un paquete que incluye todas las cartas del miniset, desaparece el factor aleatorio de tener que comprar sobres con la esperanza de encontrar lo que necesitamos para armar nuestros mazos.
CONCLUSIONES
He invertido cerca de 20 horas de juego en las últimas dos semanas y puedo decir que Hearthstone ha cambiado mucho, y para bien. El título de Blizzard no rechaza su esencia de lo que una vez fue, sino que ha evolucionado a un producto mucho más satisfactorio que se adapta a lo que demanda el público. Los micropagos se mantienen, pero la monetización es mucho más generosa y permite al jugador free 2 play hacerse con los mazos en un tiempo menor de lo que dura la expansión. El miniset, por su parte, insufla al meta de aire nuevo y permite nuevas variantes de juego dentro de la misma expansión. No es que Asesinato en el Castillo de Nathria sea la mejor expansión que haya recibido el título de Blizzard en los últimos años, pero sí una de las más entretenidas y adictivas. Si te gustó Hearthstone en su punto más alto, creo que deberías volver para comprobar cómo ha evolucionado el juego.
Valoración:


Lo mejor: El contenido es mucho más accesible que nunca para el jugador que no invierte dinero. Una enorme cantidad de modos de juego.
Lo peor:: Jugar contra algunos mazos continúa siendo frustrante.
Aún con todo el cariño que le podía tener, abandoné Hearthstone. La dirección que tomaba el juego no iba en sintonía con mis preferencias. Mientras que yo (y gran parte del público) buscaba un juego más equilibrado, una mayor celeridad por parte de los desarrolladores para lanzar parches que ajustasen algunas cartas, desde Blizzard se transmitía todo lo contrario. Ahora, cerca de tres años después, he regresado a Hearthstone para probar Asesinato en el Castillo de Nathria, la nueva expansión, y su conjunto del miniset que incluye cerca de 60 cartas nuevas. ¿El resultado? Un Hearthstone totalmente renovado, mucho más divertido y satisfactorio para el jugador.

Empezaré por lo básico: es la expansión más divertida que recuerdo desde Caballeros del Trono Helado, cuando se introdujo la mecánica de poder cambiar el poder de nuestro héroe a uno relacionado con el Caballero de la Muerte. En Asesinato en el Castillo de Nathria me he encontrado que cualquier arquetipo es viable, sí, algunos más que otros, hay barajas que son complicadas de jugar y requieren de una mayor concentración y conocimiento tanto del propio juego como del resto de barajas que haya en el meta, pero todo se puede jugar y hay varias condiciones de victoria. Me gusta, por ejemplo, que el Guerrero vuelva a contar con un mazo orientado a hacer daño a sus propios esbirros para potenciar el ataque de los mismos y que el rival se vea forzado a gastar todos sus recursos en limpiar mesa. Al mismo tiempo, el Mago y el Druida ahora disponen de un arquetipo OTK (One Turn Kill) muy divertido de jugar, aunque frustrante cuando lo hace el rival. Son mazos que tienden a interactuar poco en mesa, y eso en un juego de cartas... es realmente frustrante. Por otro lado, Brujo y Cazador de Demonios me han sorprendido por aquello de que mantienen su esencia aggro y continúan con mazos sencillos, fáciles de elaborar, de muchos costes bajos pero que presionan tanto al rival que se llevan las partidas por puro desgaste.
Otro de los puntos fuertes de Asesinato en el Castillo de Nathria es que la presencia en el tablero vuelve a ser relevante. Hasta hace muy poco, Hearthstone premiaba el juego directo, hechizos que causasen un impacto directo en la mesa y que evitase, siempre en la medida de lo posible, la expansión del rival en el tablero. Esto ha cambiado gracias a la palabra clave de esta expansión, Infusión. Por ejemplo, en el caso de la carta legendaria de Sire Denathrius, por cada uno de nuestros esbirros que haya muerto en mesa, el Sire ganará un punto extra de daño cuando sea colocado en el tablero. Otra de las cartas más básicas de la expansión, y por qué no decirlo, una de las mejores, es Theodar. Su Grito de Batalla es espectacular, y es que una vez lo hayamos jugado, elige una carta del mazo de cada jugador y las intercambia. Esto puede tener un impacto enorme, ya que nos puede brindar la oportunidad de robar una carta clave del otro jugador que signifique que su combo ha desaparecido y su condición de victoria ahora no pasa por ahí. Por supuesto, esto comba con la fabulosa carta de Brann Barbabronce, que cerca de 7 años después de su aparición en el juego continúa siendo tan importante como el primer día.

Pero la principal novedad de esta expansión es la inclusión de las ubicaciones, un nuevo tipo de carta que se puede jugar por un coste bajo, pero que no permite al rival interactuar con ella. Cada ubicación tiene un máximo de usos que varía en función de su durabilidad, y una vez hayamos utilizado la ubicación, entrará en tiempo de reutilización hasta nuestro segundo turno después de su primer uso. Eso sí, las ubicaciones consumen un hueco en nuestro tablero. Las ubicaciones son cartas muy importantes de las que no podemos prescindir, ya que supone una enorme diferencia en cuanto a la creación de un mazo respecto a otros arquetipos que no las utilizan. La mecánica funciona y es divertida, aprender a cómo utilizar este nuevo recurso es imprescindible porque es un elemento clave que puede suponer llevarse una derrota o alzarse con la victoria.
Quiero dedicarle unas palabras al miniset de esta expansión, y es que me ha parecido una de las mejores inclusiones de Hearthstone en toda su trayectoria. Bajo mi punto de vista, Hearthstone acusaba de un meta repetitivo que se alargaba cerca de cuatro meses por expansión. Por si fuera poco, Blizzard no era dado a agitar el meta con una revisión a las cartas, por lo que jugar se volvía una tarea tediosa y en muchas ocasiones, diría frustrante. Pero, ¿cómo ha cambiado Blizzard esta tónica? Fácil: un miniset que incluya un número de fijo de cartas, en el caso de Fauces y perjuicios son 37 repartidas en legendarias, épicas, poco comunes y comunes, a un precio jugoso, 19,99 € o 2000 monedas de oro. Este añadido es genial, porque por un lado el meta varía con la inclusión de nuevas cartas que puedan hacer combo con otras que tal vez no tenían lugar en el meta, pero al mismo tiempo se da la posibilidad de que las clases más flojas reciban un aumento de poder con estas nuevas cartas. Además, al ser un paquete que incluye todas las cartas del miniset, desaparece el factor aleatorio de tener que comprar sobres con la esperanza de encontrar lo que necesitamos para armar nuestros mazos.

CONCLUSIONES
He invertido cerca de 20 horas de juego en las últimas dos semanas y puedo decir que Hearthstone ha cambiado mucho, y para bien. El título de Blizzard no rechaza su esencia de lo que una vez fue, sino que ha evolucionado a un producto mucho más satisfactorio que se adapta a lo que demanda el público. Los micropagos se mantienen, pero la monetización es mucho más generosa y permite al jugador free 2 play hacerse con los mazos en un tiempo menor de lo que dura la expansión. El miniset, por su parte, insufla al meta de aire nuevo y permite nuevas variantes de juego dentro de la misma expansión. No es que Asesinato en el Castillo de Nathria sea la mejor expansión que haya recibido el título de Blizzard en los últimos años, pero sí una de las más entretenidas y adictivas. Si te gustó Hearthstone en su punto más alto, creo que deberías volver para comprobar cómo ha evolucionado el juego.
Valoración:



Lo mejor: El contenido es mucho más accesible que nunca para el jugador que no invierte dinero. Una enorme cantidad de modos de juego.
Lo peor:: Jugar contra algunos mazos continúa siendo frustrante.
Jugado en PC y en dispositivos móviles con Android. Material proporcionado por Activision-Blizzard España.