
PlayStation 4
PlayStation 5
Hola Sony, tenemos que hablar, ¿para vosotros, jugadores?: nuevos derechos digitales en PS5
Prestar juegos, precios y retrocompatibilidad en la Digital Edition, quedan muchas tareas pendientes.

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El pasado 11 de junio se presentó, finalmente, el diseño físico de PlayStation 5. Este, que venía en dos modelos, nos sorprendió a todo el mundo pues, paralelamente, se presentó una versión digital de la consola, que carecerá del lector de discos. A falta de conocer muchos más detalles sobre el precio y el resto de especificaciones o si el disco duro de esta versión será mayor, el anuncio nos deja muchas preguntas. Preguntas que se concretan en una dimensión cultural y también de consumo en lo que tiene que ver con nosotros y nosotras como usuarios finales.
De un anuncio de este calibre se desprenden nuevos derechos que los usuarios deberemos obtener por el camino. De nada sirve crear un ecosistema con más posibilidades si el acceso a esas posibilidades no es horizontal y equitativo, es decir, si ese ecosistema no es democrático. Pocas certezas tenemos en este artículo, si acaso dudas, pero dudas que han de ser respondidas de cara al desembolso de un producto que, a priori, y salvo que algo nos indique lo contrario, se presupone caro. Más aún si cabe en esta situación estructural de crisis económica donde las familias medias no van a poder abordar grandes desembolsos o, de hacerlo, lo pensarán muy bien, quizás más que nunca.
Pero vamos por partes (y por generaciones). En lo que se refiere a la que empieza con PS5 lo primero que cabe preguntarnos es qué cosas podremos hacer con nuestros juegos (digitales) en caso de haber adquirido una PS5 Digital Edition. Esta conversación no es nueva, llevamos ya dos generaciones (esta será la tercera) en la que las stores existen de forma más o menos normalizada y donde, quien más y quien menos, ha adquirido alguna vez un juego en formato digital. La diferencia, sustancial, es que siempre has tenido la opción de, y en el caso de que existiera, optar por la opción física. Un juego físico nos proporciona una soberanía mayor que la del juego digital. Para empezar podemos prestarlo o incluso revenderlo si nos es necesario. Inciso, prestarlo como política. No como práctica material. Sabemos que es posible mover la cuenta que haya comprado por diferentes consolas (con sus consiguientes restricciones de cuenta principal/secundaria y la simultaneidad en dos sistemas al mismo tiempo) pero no es una implementación como política de prestar juego al uso. La llegada de una consola que carece de lector nos obliga, una vez tomada la decisión de ir a por ella, de depender única y exclusivamente de esa pata digital. No parece muy razonable a priori que, siendo los usuarios que generan menos huella digital (ecológicamente no es un asunto menor este), y siendo las ventas en las que Sony tiene un mayor rango de beneficio y control sobre las mismas, carezcamos de posibilidades que sí tendríamos de desembolsar (presumiblemente) ese plus extra inicial por la PS5 con lector de discos. En este caso la ejecución en otras cuentas secundarias en otras consolas sin tener que transferir datos de logueo de cuenta ni tener que seguir procesos poco intuitivos. Urge que Sony aclare estos aspectos y nos pongamos al día en una cuenta pendiente que ha sobrevivido una generación entera. Los juegos digitales no exigen distribución, ni aranceles, ni transporte, ni tiendas físicas. Por decirlo claro, no pueden seguir valiendo lo mismo. Y de hacerlo, deben darnos al usuario el mismo control que nos ofrece la versión física: vender y prestar (y prestar bien).
El otro gran bloque del que tenemos que hablar, es la retrocompatibilidad. Y aquí viene otro asunto en términos de democracia en relación con el usuario, de nuevos derechos que debemos adquirir, pero también, si se nos permite, de modelo de negocio del lado de Sony. No tiene cabida aquí ponernos a hablar de qué juegos serán retrocompatibles y cuáles no. Si el método será nativo o por software (obviamente es lo segundo o suponemos que ya nos habrían informado de tal asunto).
Pongamos un caso práctico: un usuario o usuaria de PS4 tiene la mitad de sus juegos en físico y la mitad en digital. Es posible que a lo largo de una generación que ha durado 7 años haya muchos casos y motivos para ir a por uno u otro. Coleccionismo, huella ecológica, facilidad al no tener que salir de casa y un largo etc. Digamos que confía en Sony, las PlayStation son sus plataformas de referencia y los juegos first party los que más disfruta. Y tiene clarísimo que adquirirá una PS5 DE de salida. Entiende que Sony está haciendo una apuesta por un ecosistema para facilitarle más las cosas y que ese modelo no es solo una versión más sino también una declaración de intenciones de Sony. Vamos hacia ahí y queremos que lo disfrutéis de la mejor manera posible. Bien, si todo esto fuese cierto, ¿qué ocurre con los juegos físicos adquiridos en PS4? Son juegos tan pagados como los demás, hasta el último céntimo. Si la retrocompatibilidad es posible de ese juego en digital debería serlo también en el lado físico. Carece de todo sentido que un juego sea retrocompatible o no dependiendo de su estado (físico o digital). Sony debe aclarar pronto qué pasará en estos asuntos, si podremos "acreditar" nuestros juegos físicos para jugarlos en PS5 DE (por la que también habremos pagado).
No parece tener mucho sentido querer hacer esa declaración de intenciones que supone la PS5 Digital Edition y al mismo tiempo desincentivar su compra si no vas a poder hacer lo mismo con ella que con la otra versión. Sinceramente, como modelo de negocio no tiene mucho sentido y de ser así y salvo para nuevos usuarios y usuarias de Sony que no vengan de una consola anterior no tendrá mucho sentido y se acumularán en las estanterías de los supermercados. Más si cabe cuando sabemos que la competencia, Microsoft en este caso y Phil Spencer a la cabeza, está centrada en la creación de un ecosistema digital (cuyo andamiaje se apoya en el Game Pass) que ponga al usuario en el centro. Aún con los errores e imperfecciones, la retrocompatiblidad que ya ofrece hoy está algunos pasos por delante de lo que ofrece o pretende ofrecer Sony. Y ellos no han anunciado una Xbox Series X Digital Edition precisamente (de momento).
Esperemos tener buenas noticias en este sentido. Darnos con un escenario donde se han encontrado soluciones virtuosas a los problemas que se abren. Que podamos vender y prestar nuestros juegos digitales o que podamos disfrutar de la retrocompatibilidad de los físicos en ese modelo PS5 Digital Edition. Estamos en un momento de cambio del sector. Las compañías pueden tener una mirada de avance sobre esa dicotomía o reaccionaria. Pueden ser las discográficas cuando llegó internet o pueden ser otra cosa. Pueden, en definitiva, hacerlo bien. En cualquier caso como sector, como usuarios y usuarias de videojuegos, como consumidores y consumidoras, ha llegado el momento de tener esta conversación. De mirar a las compañías, las que sean, y decirles y demandarles los derechos que tenemos. Insistimos, de nada sirve un ecosistema con muchas posibilidades si el acceso a esas posibilidades no es democrático. Si el ecosistema no es democrático.
De un anuncio de este calibre se desprenden nuevos derechos que los usuarios deberemos obtener por el camino. De nada sirve crear un ecosistema con más posibilidades si el acceso a esas posibilidades no es horizontal y equitativo, es decir, si ese ecosistema no es democrático. Pocas certezas tenemos en este artículo, si acaso dudas, pero dudas que han de ser respondidas de cara al desembolso de un producto que, a priori, y salvo que algo nos indique lo contrario, se presupone caro. Más aún si cabe en esta situación estructural de crisis económica donde las familias medias no van a poder abordar grandes desembolsos o, de hacerlo, lo pensarán muy bien, quizás más que nunca.
Pero vamos por partes (y por generaciones). En lo que se refiere a la que empieza con PS5 lo primero que cabe preguntarnos es qué cosas podremos hacer con nuestros juegos (digitales) en caso de haber adquirido una PS5 Digital Edition. Esta conversación no es nueva, llevamos ya dos generaciones (esta será la tercera) en la que las stores existen de forma más o menos normalizada y donde, quien más y quien menos, ha adquirido alguna vez un juego en formato digital. La diferencia, sustancial, es que siempre has tenido la opción de, y en el caso de que existiera, optar por la opción física. Un juego físico nos proporciona una soberanía mayor que la del juego digital. Para empezar podemos prestarlo o incluso revenderlo si nos es necesario. Inciso, prestarlo como política. No como práctica material. Sabemos que es posible mover la cuenta que haya comprado por diferentes consolas (con sus consiguientes restricciones de cuenta principal/secundaria y la simultaneidad en dos sistemas al mismo tiempo) pero no es una implementación como política de prestar juego al uso. La llegada de una consola que carece de lector nos obliga, una vez tomada la decisión de ir a por ella, de depender única y exclusivamente de esa pata digital. No parece muy razonable a priori que, siendo los usuarios que generan menos huella digital (ecológicamente no es un asunto menor este), y siendo las ventas en las que Sony tiene un mayor rango de beneficio y control sobre las mismas, carezcamos de posibilidades que sí tendríamos de desembolsar (presumiblemente) ese plus extra inicial por la PS5 con lector de discos. En este caso la ejecución en otras cuentas secundarias en otras consolas sin tener que transferir datos de logueo de cuenta ni tener que seguir procesos poco intuitivos. Urge que Sony aclare estos aspectos y nos pongamos al día en una cuenta pendiente que ha sobrevivido una generación entera. Los juegos digitales no exigen distribución, ni aranceles, ni transporte, ni tiendas físicas. Por decirlo claro, no pueden seguir valiendo lo mismo. Y de hacerlo, deben darnos al usuario el mismo control que nos ofrece la versión física: vender y prestar (y prestar bien).
El otro gran bloque del que tenemos que hablar, es la retrocompatibilidad. Y aquí viene otro asunto en términos de democracia en relación con el usuario, de nuevos derechos que debemos adquirir, pero también, si se nos permite, de modelo de negocio del lado de Sony. No tiene cabida aquí ponernos a hablar de qué juegos serán retrocompatibles y cuáles no. Si el método será nativo o por software (obviamente es lo segundo o suponemos que ya nos habrían informado de tal asunto).
Pongamos un caso práctico: un usuario o usuaria de PS4 tiene la mitad de sus juegos en físico y la mitad en digital. Es posible que a lo largo de una generación que ha durado 7 años haya muchos casos y motivos para ir a por uno u otro. Coleccionismo, huella ecológica, facilidad al no tener que salir de casa y un largo etc. Digamos que confía en Sony, las PlayStation son sus plataformas de referencia y los juegos first party los que más disfruta. Y tiene clarísimo que adquirirá una PS5 DE de salida. Entiende que Sony está haciendo una apuesta por un ecosistema para facilitarle más las cosas y que ese modelo no es solo una versión más sino también una declaración de intenciones de Sony. Vamos hacia ahí y queremos que lo disfrutéis de la mejor manera posible. Bien, si todo esto fuese cierto, ¿qué ocurre con los juegos físicos adquiridos en PS4? Son juegos tan pagados como los demás, hasta el último céntimo. Si la retrocompatibilidad es posible de ese juego en digital debería serlo también en el lado físico. Carece de todo sentido que un juego sea retrocompatible o no dependiendo de su estado (físico o digital). Sony debe aclarar pronto qué pasará en estos asuntos, si podremos "acreditar" nuestros juegos físicos para jugarlos en PS5 DE (por la que también habremos pagado).
No parece tener mucho sentido querer hacer esa declaración de intenciones que supone la PS5 Digital Edition y al mismo tiempo desincentivar su compra si no vas a poder hacer lo mismo con ella que con la otra versión. Sinceramente, como modelo de negocio no tiene mucho sentido y de ser así y salvo para nuevos usuarios y usuarias de Sony que no vengan de una consola anterior no tendrá mucho sentido y se acumularán en las estanterías de los supermercados. Más si cabe cuando sabemos que la competencia, Microsoft en este caso y Phil Spencer a la cabeza, está centrada en la creación de un ecosistema digital (cuyo andamiaje se apoya en el Game Pass) que ponga al usuario en el centro. Aún con los errores e imperfecciones, la retrocompatiblidad que ya ofrece hoy está algunos pasos por delante de lo que ofrece o pretende ofrecer Sony. Y ellos no han anunciado una Xbox Series X Digital Edition precisamente (de momento).
Esperemos tener buenas noticias en este sentido. Darnos con un escenario donde se han encontrado soluciones virtuosas a los problemas que se abren. Que podamos vender y prestar nuestros juegos digitales o que podamos disfrutar de la retrocompatibilidad de los físicos en ese modelo PS5 Digital Edition. Estamos en un momento de cambio del sector. Las compañías pueden tener una mirada de avance sobre esa dicotomía o reaccionaria. Pueden ser las discográficas cuando llegó internet o pueden ser otra cosa. Pueden, en definitiva, hacerlo bien. En cualquier caso como sector, como usuarios y usuarias de videojuegos, como consumidores y consumidoras, ha llegado el momento de tener esta conversación. De mirar a las compañías, las que sean, y decirles y demandarles los derechos que tenemos. Insistimos, de nada sirve un ecosistema con muchas posibilidades si el acceso a esas posibilidades no es democrático. Si el ecosistema no es democrático.