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El consumismo más absurdo es nuestra manera de celebrar la Navidad.

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A Saints Row: The Third. Pocas veces un juego con tanto potencial me ha decepcionado tanto. Si la segunda entrega de la serie era una delicia (con malos gráficos, pero bueno) ésta no sabe a poco, sino a demasiado. Mientras el hermano mayor Saints Row 2 es un tipo presentable y elegante que se reserva los mejores chistes para las fiestas más exquisitas de la jet set, Saints Row: The Third es un niño estúpido obsesionado con complacerte tirándote por la cara un colorido y variado ensemble de chistes de pedos. No, lo siento, tercer y pequeño hermanito, eres un niño pesado que corre en círculos en torno a los muebles de la sala chillando histéricamente. No tienes encanto, no tienes gracia, estás tan convencido de ser excéntrico y especial que no te das cuenta de que, en realidad, eres una mediocre criaturilla disfrazada de payaso, un energúmeno al que todo el mundo quisiera callar de una bofetada, y el sentimiento más noble que puedes despertar es la compasión.
Pero caray, cómo intenta sorprenderme todo el tiempo y cómo falla miserablemente una y otra vez. Esta mañana me estaba tomando un café y un cigarrillo mientras leía el periódico y de pronto encuentro a Saints Row 3 pegando la cara al cristal de mi ventana, haciendo nariz de cerdo y chillando, luciendo una ridícula gorra con LED luminosos dibujando la forma de una polla brillante. ¡Ja, ja, ja, qué finura, la imagen de un pene! Qué ocurrente, qué sorpresivo, qué irónico y postmoderno. No, lo siento Saints Row 3, tu humor tiene la estupenda altura y la dignidad de un pintada en los lavabos de un club de carretera.
¿Y dónde está mi bombín? ¡En Saints Row 2 llevaba bombín! Ah, ya sé, será DLC, ¿a que sí?

Hace unos años compré Bioshock a precio ganga en una cadena de segunda que había en mi barrio y que desapareció después del atraco que sufrió. Sólo lo abrí y probé para comprobar que funcionaba correctamente, lo suficiente para maravillarme tras ver su impactante inicio, sus enemigos siniestros y su localización tan exquisita al castellano. Me sabe mal no empezarlo de forma oficial. Siento que la gente me repudia con la mirada y me critica por perder el tiempo con juegos malos. Menos mal que luego me tomo la medicación y ya todo es más feliz.
Hitman: Blood Money es sin duda la mejor entrega del asesino calvo con traje hasta la fecha y aun así no lo terminé, como el resto de la serie. Iba muy bien hasta que en el nivel de la fiesta navideña me saltó un error en forma de bebida afrodisíaca que no surtió efecto e impidió que eliminara al objetivo de forma sutil. Sólo había que ponerle cachondo para que se fuera con una "amiga" y luego matarlo pero no, no se puso a tono y tuve que actuar a lo loco, con victimas inocentes de por medio. Este fallo me desmotivó y desde entonces no volví a jugar.
Mi historia con Bayonetta es curiosa. Cuando apareció el primer tráiler pensé que era una horterada japonesa hipersexualizada, pero más adelante al probarlo en las oficinas de Sega me fascinó y extendí la palabra por todo VJ. Casi todos desconfiaban hasta que finalmente salió a la venta y se rindieron ante la bruja asesina de ángeles. Por eso tener un juego de los mejores de 2010 precintado me duele tanto, no sé como espero tanto a empezarlo. Al menos me salió a buen precio.