*ruidos de copas chocando que no dejan escuchar con claridad*
Atención, caballeros. Pido un poco de silencio. /me se ajusta las gafas
*cesan los ruidos de copas chocando que no dejan escuchar con claridad*
Estamos hoy aquí, en esta taberna situada en el corazón de Mar Sara (a.k.a. Donde Dios Perdió El Zapato), para narrar no sólo la resurrección del sucio y rastrero Bibliotecario, sino para dar a conocer también dos historias muy curiosas de dos de nuestros hombres. El mejor y el peor de ellos, concretamente. Dos hombres muy diferentes, pero al mismo tiempo muy parecidos, porque eran hermanos, más que nada. La diferencia es que a uno de ellos le dieron más azotes de la cuenta tras el parto, pero bueno, eso no viene a cuento. Comencemos narrando, claro está, la historia del peor.
Era una noche fría y El Bibliotecario estaba asentando su base en tierras desconocidas que, se rumoreaba, eran vigiladas por una misteriosa tribu Protoss bajo el liderazgo del inconfundible Doble Raya Baja. Los primeros marines en llegar a la futura fortaleza Terran recibían siempre la misma ardua y, sobre todo, terrorífica tarea: explorar las inmediaciones del lugar en busca de un posible rastro enemigo. Uno de estos soldados de bajo rango era...ehm, llamémoslo Paco Tilla (¿por qué no?). Tilla era un tipo sencillo, amistoso, cuyo único objetivo en tal expedición era ganarse una buena paga y, a ser posible, ascender de rango para una vida mejor y más cómoda. Lo que Paco no sabía era que, al alejarse del complejo Terran y encontrar, efectivamente, un asentamiento alienígena recién formado, tendría que vérselas ante una peligrosa... sonda. Nuestro querido amigo nunca tuvo ningún reparo para reconocer que en situaciones de tan alarmante peligro el miedo recorría su cuerpo. Y así fue. Su rastreador GPS cayó al suelo y, Paco, al no poder ni avisar por radio para pedir refuerzos ni volver a la base (había recorrido mucho camino), tomó la decisión más importante de su vida: quedarse y luchar, aún sabiendo que tenía las de perder portando ese enorme rifle de asalto que no tenía nada que hacer ante las descargas eléctricas que su enemigo soltaba por el bigote. Fue así como se produjo una
lucha encarnizada que bien podría ser calificada como un auténtico duelo de titanes.
Foto de archivo
Esta cruenta batalla finalizó, como no podía ser de otra forma, con la espantosa y sangrienta muerte de Paquito a manos de ese lobo con piel de cordero al que los más ingenuos llaman "curro". Lo que nadie sabía es que aquel insignificante e inadvertido currante era una auténtica máquina de matar que ni Jack el Destripador, señores. Pero, como los seres humanos somos muy ignorantes y el mundo muy injusto, Tilla resultó ser
el hazmerreir de toda la colonia Terran. Los compañeros con más mala uva incluso mutaron su nombre a Paquete, desconocedores de la gran amenaza a la que se había enfrentado valientemente nuestro amigo. Descanse en paz, allá donde esté.
Foto de archivo
Concluye así la historia de nuestro primer y peculiar personaje. Pasemos ahora a la parte verdaderamente interesante del asunto. Esta segunda narración se centra en la gran hazaña del hermano de Paco Tilla, un avispado fantasma especialista en lanzamientos nucleares de nombre Joe Cool Tivado. Sobra decir que Cool había tenido una vida mucho más fácil y satisfactoria que su hermano. No sólo follaba más, sino que cobraba el doble y su trabajo consistía en acercarse a la base enemiga en una nave de evacuación (¡con asientos de cuero!), soltar su mierda provocando tropecientas muertes y, por último, volver a casa con la conciencia tranquila y el dinero en el bolsillo.
Pero centrémonos en lo que nos ocupa. Mucho tiempo había pasado desde la muerte de su hermano y, un buen día, los satélites del asentamiento principal Terran captaban la imagen de una temible flota compuesta por siete transportes y un árbitro Protoss. El pánico se apoderaba de los dominios de El Bibliotecario, que veía cómo todo el duro trabajo de colonización que llevaban meses ejerciendo se iba al garete. Y, encima, esto ocurría justo cuando las fuerzas especiales de asalto le habían comido mucho terreno al ejército de Doble Raya Baja. Todo el esfuerzo de aquellos bravos marines, médicos, goliats y tanques no habría servido de nada. Pero algo milagroso estaba a punto de suceder...
Rápidamente, la veloz flota aérea Protoss llegó al centro tecnológico (que no económico) Terran. Pero da igual, el objetivo no era el robo, sino la destrucción total y absoluta. Debido a la superior tecnología alienígena, las naves tardaron muy, muy poco en llegar a los dominios de El Bibliotecario, por lo que fue imposible la creación apresurada de tropas aptas para defender un ataque aéreo. Los pocos hombres que hacían guardia nocturna en la fortaleza cayeron en instantes. Maldición, aquel lugar era un valle de lágrimas, fuego y sangre donde las llamas de los edificios no dejaban ver un cielo plagado de los veloces interceptores que habían traído la destrucción a Mar Sara. Pero entonces... ocurrió: mientras el cobarde Bibliotecario ordenaba preparar su nave de evacuación para abandonar la zona, nuestro amigo Cool Tivado (¿a que no os acordábais de él?) se percataba de que en el silo nuclear había preparada una bomba recién salida del horno. Sin dudarlo un sólo instante, Joe se enfundó todo su equipo, activó su camuflaje óptico personal y salió de la barraca en la que se encontraba para hacer frente -sin apoyo de ningún tipo- a la flota aérea enemiga. "Lanzamiento nuclear detectado" fueron las hermosas palabras que obligaron a El Bibliotecario a detener su nave de huída con un rayo de esperanza en la mirada. Joe Cool, realizó un escáner por satélite para asegurarse de que no había observadores cerca, lo cual habría echado por tierra su plan N (de No nos queda otra puta opción). La siguiente captura del Com Sat resume esos momentos de incertidumbre en los que las costosas naves de Doble Raya Baja
pendían de un hilo:
Foto de archivo
Caballeros, lo que pasó después me es imposible describirlo con palabras, por lo que es mejor que admiréis
El Gran Momento mediante esta otra imagen de archivo:
Foto de archivo
Indescriptible, sí. Marines desangrándose en el suelo, pilotos de espectros o tanques con sus vehículos ya en las últimas, murciélagos de fuego refugiados en bunkers, da igual, todos ellos contemplaron ese momento con una sonrisa en la boca sabiendo que, pese a las bajas, habían conseguido salvar decenas de vidas. Todos agradecieron en el fondo a Cool el haber dado la vuelta a la tortilla en treinta segundos, pues ahora quienes sentían
pánico en combate eran los escasos supervivientes de la flota de ataque Protoss.
Foto de archivo
El resto ya lo conocéis, y de hecho es resumible en una única y tajante palabra,
rendición:
*los asistentes a la conferencia enloquecen y Sebas los anima a pasar una noche de borrachera para celebrar la gran hazaña de El Hermano Listo*
...
Los que os hayáis molestado en leer este desvarío nocturno sin precedentes por mi parte os preguntáreis: "¿Pero es que este chico no tenía nada mejor que hacer a esas horas, como dormir, por ejemplo?". Efectivamente, lleváis razón, pero en fin, me ha gustado mucho el desenlace de la partida (de hecho ha sido la hostia verlo "en directo" siendo observer) así que he perdido algo de mi tiempo para darle este homenaje chorra. Ni falta que hace decirlo, pero descargad la repetición, que ha sido el mejor enfrentamiento de lo que va de torneo (que tampoco es mucho, por otra parte).
¡Buenas noches!