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Dualidad existencial - Review Xenoblade Chronicles 3
Nintendo Switch

Dualidad existencial - Review Xenoblade Chronicles 3

Monolith Soft demuestra que tiene muchas cosas que decir en lo que probablemente sea el cierre de su marca estrella, Xenoblade Chronicles 3.

Por Andrés JC,
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Cuando hablamos de Xenoblade Chronicles hablamos de Nintendo, pero también de Tetsuya Takahashi. Este hombre fue miembro de SquareSoft en su época dorada, su firma está en los créditos de Final Fantasy VI (director gráfico), Chrono Trigger (director gráfico) y Xenogears (director). Este último daría pie a lo que los fans llaman "serie Xeno", que más tarde sería continuada con Xenosaga, ya sin el paraguas de SquareSoft, y en la actualidad por Xenoblade Chronicles. No soy un experto en la obra de Takahashi, pero es de sobra conocido que su trabajo actual en Xenoblade guarda muchos paralelismos con Xenogears y Xenosaga, tanto en el ámbito artístico como narrativo. En este contexto, Xenoblade Chronicles 3 se puede considerar como una culminación de 24 años en dirección de JRPGs.

Un conflicto cíclico

Xenoblade Chronicles 3 es una distopía cuidadosamente confeccionada. Keves y Agnus son dos naciones en una guerra constante, una situación que se alarga durante muchas generaciones en un mundo llamado Aionios. Ambas fuerzas luchan a muerte para sobrevivir en un panorama desolador: los soldados nacen destinados para matar al bando contrario, y deben hacerlo durante sus 10 años de vida para mantener viva a su comunidad. En el primer capítulo del juego participamos en una encarnizada batalla en la que conocemos al protagonista, Noah. Además de ser un soldado, es también un Eximio. Se trata de un rol especial dentro del ejército encargado de despedir a los caídos en combate. Desde el principio el tono de esta historia queda claro: estamos en un mundo duro, pero con una fuerte autoconsciencia. Los seis protagonistas (tres de Keves y tres de Agnus) son productos de esta sociedad corrompida por las armas y el constante acecho de la muerte.



Mientras que la idea de "dos naciones en guerra" ha sido utilizada ampliamente en muchas historias de fantasía, el relato de Xenoblade Chronicles 3 se desvía rotundamente de lo convencional. El argumento utiliza este conflicto armado como una herramienta para arrojar un gran número de temas y conversaciones de nivel filosófico al jugador. El universo que se nos presenta, Aionios, es relativamente simple, pero con ecos existencialistas complejos. Según avanzamos en la historia vamos conociendo colonias militares, distribuidas por todo el territorio. Son pequeños asentamientos, a menudo con pocas diferencias entre sí. Cada colonia esconde una subtrama que desarrolla un pequeño conflicto, conectado a la historia principal y siempre con algún personaje secundario que tiene un planteamiento vital único. Este es el escenario en el que mejor se desenvuelve Xenoblade Chronicles 3, y una de las principales razones por las que nos vamos a quedar totalmente enganchados a su historia.

Cualquiera que conozca la serie Xenoblade Chronicles y haya completado alguno de los juegos sabe que Monolith Soft es hábil en crear historias magníficas de ciencia ficción con una efectiva sucesión de giros de guion. La tercera entrega no es una excepción: el argumento que se nos presenta al principio es solo la punta del iceberg. Conforme avanza la aventura se destapa un sofisticado entramado de conceptos de todo tipo. El énfasis de Monolith Soft, con Takahashi a la cabeza, es utilizar esta fantasía distópica para trazar un relato antropológico, un discurso sobre la naturaleza humana, sus miserias y sus esperanzas. Esta, además, es la entrega más oscura y madura de Xenoblade Chronicles y con poca duda, uno de los juegos más adultos firmados jamás por Nintendo. Desentrañar todos los temas que pone sobre la mesa Takahashi llevaría varias páginas, y el jugador que esté dispuesto a interpretar e interiorizar lo mucho que da de sí este universo quedará gratamente satisfecho.

«El énfasis de Monolith Soft, con Takahashi a la cabeza, es utilizar esta fantasía distópica para trazar un relato antropológico, un discurso sobre la naturaleza humana, sus miserias y sus esperanzas»


La muerte es un elemento central y omnipresente en Xenoblade Chronicles 3; y no exclusivamente porque mueran muchos personajes. Noah, el protagonista en su papel de Eximio, se caracteriza por su serenidad. Mediante un ritual que alcanza lo etéreo, los Eximios pueden despedir a los caídos en combate mediante la interpretación de una melodía con su flauta travesera. La ceremonia tiene un significado simbólico, y es solo uno de los muchos momentos amargos que nos deja esta historia. El cadáver se evapora con el viento, y de él se desprenden unas motas de luz hacia el cielo: un momento de belleza dejado tras la muerte, un último chispazo de vitalidad que contemplan los vivos que honran al fallecido. Es habitual jugar a Xenoblade Chronicles 3 y verse afectado por la triste realidad que representa, que no está tan lejos de la nuestra, y resulta aplastante encontrar similitudes con muchos temas de rabiosa actualidad.

Escalada de madurez

Una crítica habitual a Xenoblade Chronicles2 es su estilo "excesivamente anime", por presentar ciertos aspectos típicos del manga adolescente. Monolith Soft ha tomado nota de las críticas y, aunque sigue unas líneas claramente anime, Xenoblade Chronicles 3 se aleja de los clichés del shonen en gran medida. Aún así, todavía vamos a presenciar ciertos momentos de "moralina adolescente", en especial cuando nos acercamos al final de juego; parece que algunos diálogos están escritos por guionistas totalmente distintos a otros. Hasta cierto punto es comprensible, se trata de un juego que bien puede superar las 100 horas de contenido argumental, así que tiene altos y bajos; al mismo tiempo, estoy seguro de que podría haber quedado una obra mucho más efectiva si hubiese tenido un enfoque más centrado y consistente. No sé si es por su largo tiempo de desarrollo (alrededor de 5 años) o porque el equipo de Takahashi tenía temor de no apelar al público más joven que busque una aventura más descafeinada.



Si tuviese que destacar algo de la narrativa, eso sería sin duda las conversaciones entre los protagonistas. Vamos a pasar una gran cantidad de tiempo viendo cinemáticas, pero sobre todo leyendo conversaciones del grupo en torno a una hoguera. Son áreas de descanso en las cuales podemos acudir para discutir o comentar aquellos temas que vamos a ir descubriendo en la aventura. Muchos de estos son opcionales y se encuentran escuchando a los habitantes de las colonias. Son momentos de paz en un mundo arrasado, y el trabajo de guion que hay aquí es inmenso. Todos los personajes interactúan con todos los demás constantemente, intercambian opiniones y modos de ver la vida; se gastan bromas, e incluso se pelean de vez en cuando. Son personajes muy bien construidos, se les nota humanos. No hay muchos juegos que se permitan desarrollar y mimar tanto el desarrollo de sus protagonistas de manera tan orgánica, especialmente cuando tenemos tantos: además de los seis principales, hay más de una veintena de personajes secundarios que nos acompañarán en la aventura y que también tomarán parte en algunos de estos momentos.

La sobriedad es el rasgo más característico de Xenoblade Chronicles 3. En comparación con las anteriores entregas, es difícil decir que esta sea la más vistosa o la más colorida. Aunque las enormes dimensiones de este mundo siguen la línea de la serie, por supuesto. El diseño de Aionios parece de mundo abierto pero no lo es. Al igual que las entregas previas, las enormes estepas y larguísimos caminos zigzagueantes en realidad esconden un mapa lineal con desvíos ocasionales. Cuando descubrimos un área nueva, tenemos ante nosotros varias horas por delante para descubrir todo lo que ofrece: jefes opcionales, misiones secundarias, ítems únicos o lugares secretos. Durante mi partida me he encontrado a menudo con ganas de explorar, y con la tranquilidad de que si sigo caminando sin parar más pronto que tarde me voy a chocar con los límites del escenario, así que sé que puedo exprimir bien cada zona del juego sin que resulte agotador. Este es un punto intermedio entre el mundo abierto y el mundo cerrado, que recompensa la exploración en su justa medida aunque no ofrece el grado de inmersión que encontramos en otros títulos actuales.

«Al igual que las entregas previas, las enormes estepas y larguísimos caminos zigzagueantes en realidad esconden un mapa lineal con desvíos ocasionales»


Donde encuentro menos fino el diseño de niveles de Monolith Soft es en su falta de detalle. Este es un problema presente en todas las entregas de Xenoblade Chronicles: los mundos son enormes, y a veces preciosos, pero en cuanto pones la lupa en ellos no encuentras nada destacable. Es especialmente desquiciante encontrar ítems espolvoreados por todo el terreno sin orden ni concierto; y además hay tantísimos de ellos (literalmente, miles de ítems diferentes) que es totalmente imposible tomarse en serio su recolección. Además, pocas veces vamos a encontrar nada característico en algún rincón del escenario, la curiosidad se acaba pronto cuando descubrimos que todo el escenario está muy encorsetado.

Pasos de hormiga en un mundo gigante

En determinados aspectos, Xenoblade Chronicles ha evolucionado muy poco desde su primera entrega de Wii. Allí, era todo un prodigio artístico y técnico por las limitaciones del sistema y por representar un gran número de elementos con los que interactuar como pocos juegos de la época. Pero todavía encontramos un control demasiado errático, en ocasiones muy tosco. Los siete personajes del equipo viajan juntos en todo momento, seis de ellos persiguiendo al jugador, y a menudo se caen por los barrancos, se quedan atascados entre las paredes o tienen comportamientos muy robóticos. Caminar o nadar con Noah o cualquiera de sus compañeros por Aionios se siente poco agradable y muy artificial, parece que estamos flotando; los saltos son imprecisos y hay una sensación general de que falta refinamiento. Aionios es un lugar muy creíble desde una óptica argumental, pero como lugar físico para observar y saborear, resulta más bien insípido.



Las limitaciones técnicas que presenta Nintendo Switch han restringido en buena medida la concepción de Xenoblade Chronicles 3, sin embargo, siendo realistas, estamos ante un prodigio técnico. Monolith Soft ha exprimido esta consola y ha empleado unos cuantos trucos para ofrecer un juego de gigantescas dimensiones y muchísimos elementos en pantalla como pocos hemos visto. El debate habitual consiste en mirar a la tasa de frames, la cual está en lo mínimo exigible (unos 30 frames por segundo con caídas en situaciones de estrés), pero hay mucho que comentar aquí. La resolución oscila de manera muy palpable y utiliza técnicas de supersampling para simular una mayor calidad de la que realmente produce. Esta tecnología, que todavía no tiene mucho recorrido, permite que hayan decenas de personajes en pantalla con efectos gráficos constantes mientras estamos en un escenario gigantesco mostrando lo que hay varios kilómetros en el horizonte sin cortinas de niebla apreciables. Los personajes, sin duda el mayor hito del juego, tienen una espléndida definición y en cualquier momento podemos activar la cámara en primera persona para ver sus rostros o los detalles de su ropa; de otro modo, la baja resolución va a camuflar la pérdida de detalle.

«Este juego podría haber sido mucho más espectacular en una plataforma más potente, pero ofrecer la portabilidad a cambio equilibra la balanza»


En general, creo que ejecutar un juego de estas características en una portátil como Switch es una grata experiencia. A menudo te vas a encontrar jugando partidas cortas para hacer misiones secundarias o descubrir un poco más de mapeado; y no hay nada en su sistema de juego o su visualización que impida disfrutar. Dicho de otro modo: este juego podría haber sido mucho más espectacular en una plataforma más potente, pero ofrecer la portabilidad a cambio equilibra la balanza. Hay tanto contenido jugable por delante, y a menudo en dosis pequeñas, que las 100 o 150 horas que podrías invertir en Aionios no parecen tan abrumadoras así. Solo se me ha presentado un problema, y es que en determinados combates la saturación de elementos en pantalla hace un poco complicado identificar lo que sucede con claridad. Pero este problema, en realidad, nace de otro más profundo. Hablemos del combate.

Un combate único en su especie

Es muy difícil explicar cómo funciona el sistema de combate porque es muy especial, y transmitir en un texto todas sus implicaciones. Puedo decir que los ataque son automáticos, o que sólo hay 6 comandos que puedes usar; que hay clases con distintas habilidades como en los Final Fantasy clásicos, o que se mantienen los sistemas de combos típicos de la saga. Pero con todo esto, aún resulta muy difícil visualizar cuál es realmente la gracia de este sistema, porque hasta el propio juego tiene problemas para explicárselo al jugador. La cantidad ingente de tutoriales y páginas de ayuda que hay en el juego demuestran que hay muchos conceptos y elementos que aprender. Cada personaje debe equiparse una clase, tres objetos, tres gemas, siete ataques, y todo ello teniendo en cuenta que debe existir una psinergia entre todo el equipo. Todos los roles tienen la capacidad de potenciar a otros o ser potenciados de distintas formas.



Aunque seas un veterano de JRPGs es probable que, si este es tu primer Xenoblade, estés bastante perdido al principio. Esta saga es conocida por ser de cocción lenta, y añadir mecánicas de forma progresiva casi hasta el final del juego. Aquí hay algunas convenciones del género (como roles de atacante, defensor y sanador) pero muchas otras son exclusivas de esta franquicia, y no hacen más que aumentar con las horas de partida. Muchos de estos conceptos ni siquiera están señalados en los tutoriales y nos exigen acudir a un menú especial para consultarlos. La buena noticia es que no es imprescindible entender todo para progresar en la aventura, la mala es que requiere mucha paciencia y experimentación si queremos profundizar en todo lo que ofrece.

En lo mecánico, Xenoblade Chronicles 3 se parece mucho a sus antecesores. Es un sistema similar al de los MMORPG, donde el personaje ataca automáticamente y el jugador dispone de unos cuantos ataques especiales con distintos efectos. Estos se recargan con el tiempo, lo que exige emplearlos con cierta estrategia y en el momento oportuno. A diferencia de los MMORPG, el repertorio es muy reducido, sólo hay 6 ataques especiales, así que es mucho más asequible; también existen la transformación en Uroboros (una suerte de mecha de Evangelion) y el ataque en cadena. Todo este repertorio se introduce de forma muy progresiva, quizá excesivamente lenta, a lo largo de 30 o 40 horas de juego.

El mayor problema que encuentro en el combate de Xenoblade Chronicles 3 es que no aprovecha toda la complejidad de la que dispone. Controlamos a 1 personaje en la lucha, mientras que los otros 6 son controlados por la consola y actúan de manera autónoma. Esta situación es algo controvertida, significa que más del 80% de lo que sucede está fuera de nuestro control. En un juego online esta situación es bienvenida porque estamos colaborando con otros jugadores y debemos llevar a cabo correctamente nuestro papel, pero aquí tenemos la sensación de que podríamos participar manejando a más personajes a la vez y el combate sería más divertido y estratégico. En consecuencia, nuestras opciones tácticas se quedan relegadas a cómo hemos personalizado nuestro equipo antes de luchar: si los roles de cada personaje están equilibrados y permiten ejecutar estrategias, la IA las llevará a cabo por nosotros con bastante eficacia.

«Tenemos la sensación de que podríamos participar manejando a más personajes a la vez y el combate sería más divertido y estratégico»


Dentro de las acciones que podemos llevar a cabo, el ataque en cadena es el único que suspende la lucha en tiempo real y empieza un sencillo juego de cartas. Combina las cartas de forma eficiente y podrás desencadenar una brutal secuencia de golpes que multiplica por más de 1000 el daño de un ataque normal. Esta es una mecánica interesante y a menudo gratificante, pero rápidamente se convierte en algo repetitivo; además, no importa quién o cómo sea el enemigo, ya que el juego de cartas no depende de él en general.



No quiero extenderme más sobre el combate; mucho se puede escribir sobre él y con frecuencia se puede decir que a pesar de su intachable originalidad, no es del todo atinado. A menudo es fácil sentir que es unidireccional y poco reactivo: no importa cómo se comporte el enemigo, puesto que nuestro trabajo es cumplir nuestro papel. Raras veces hay un verdadero intercambio de ofensivas orgánico, y en general hay pocos jefes que exijan una personalización específica de nuestras habilidades: si encuentras una formación efectiva para un combate, es probable que te funcione en todos los combates. Pese a todos estos defectos, hay que señalar algo muy importante: los combates casi nunca obstaculizan el fantástico ritmo narrativo de la aventura, ni son demasiado exigentes como para resultar agotadores. Es muy fácil subir niveles realizando misiones secundarias sencillas, explorando el mapa o recolectando objetos, así que cualquier jugador que quiera disfrutar de la historia, los personajes y el descubrimiento de Aionios (es decir, lo mejor del juego) podrá hacerlo con facilidad. En otras palabras: el sistema de combate no es lo mejor, pero tampoco entorpece la experiencia, es muy llevadero.

Conclusiones: La crónica de Monolith Soft se cierra en su punto álgido

Tras haber completado las tres entregas principales de Xenoblade Chronicles tengo pocas dudas de que la tercera es la mejor. Y sin embargo, también tengo la certeza de que las tres son irregulares por razones distintas. Creo que Monolith Soft es un estudio con mucho talento para contar historias, pero siempre se le atraganta algún aspecto jugable; un defecto que con los años se ha aliviado. Al mismo tiempo, es importante señalar que esta trilogía, con sus implícitos lazos argumentales, es capaz de sumar más cuando la valoramos en su conjunto que por separado. Todas las entregas destilan una personalidad incontestable, y pese a sus imperfecciones, hay mucho que disfrutar en ellas. Según unas palabras recientes de Tetsuya Takahashi, este podría ser el último título de la saga, aunque no lo ha confirmado explícitamente. Sea como sea, soy de la opinión de que la carrera de Monolith Soft va en sentido ascendente, y Nintendo puede estar satisfecha de haber adquirido el estudio hace ya más de una década: Xenoblade Chronicles se ha ganado una posición importante en la escena del rol japonés, y lo ha conseguido gracias a ser genuino y diferente.

Mis 100 horas con Xenoblade Chronicles 3, que han culminado con los créditos, han sido una experiencia sin duda gratificante. Es un JRPG que a menudo deslumbra con una historia para recordar, que trata con inteligencia a sus personajes, y que sabe crear un ritmo narrativo eficaz. Tiene mucho contenido que ofrecer y no se puede ocultar que hay dos calidades en él; es rabiosamente adictivo aunque no todas sus mecánicas sean bienvenidas. En definitiva, es una obra con altibajos que se pueden señalar fácilmente, y que por muy poco le impiden alcanzar el sobresaliente. Monolith Soft ha hecho un trabajo fantástico, y está muy cerca de su obra maestra.

Copia digital proporcionada por Nintendo.


Análisis de Xenoblade Chronicles 3 para Switch: Dualidad existencial - Review Xenoblade Chronicles 3
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Alternativas
Las otras entregas de Xenoblade Chronicles
La historia es un magnífico desfile de filosofía bajo un techo de ciencia ficción
Ciertos elementos jugables están anquilosados en el pasado
Denso, complejo, algo irregular y sobre todo, incomparable JRPG que demuestra veteranía y desborda personalidad

Información del juego

Xenoblade Chronicles 3

Nintendo Switch

Fecha de lanzamiento: 29 de julio de 2022
Desarrollado por: Monolith Soft
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