GameCube
Desagradablemente carismático
Wario World se esconde en lo más profundo del catálogo de GameCube, un proyecto extravagante de entre lo más raro de Nintendo
Por Andrés JC,
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Wario es difícil de querer desde la lejanía. Es un personaje objetivamente feo, desagradable, egoísta y siempre parece estar cabreado. Y eso es porque nació como un antihéroe, el malo a batir en Super Mario Land 2: 6 Golden Coins. Es el reverso total de Mario en todos los sentidos, y a día de hoy, todavía resulta sorprendente que Nintendo decidiese abandonar por completo la creación de juegos plataformeros del fontanero en su Game Boy y Game Boy Color, para cederlo a Wario. ¿Y por qué queremos a Wario? Muy sencillo: porque muchos de sus juegos son excelentes. El amarillo personaje ha protagonizado nada menos que seis títulos de la serie Wario Land, unos cuantos Wario Ware... y un puñado de experimentos aislados entre los que encontramos Wario's Woods, Wario Master of Disguise y Wario World.
La epopeya tridimensional de Wario
Pensar que Wario tuvo la oportunidad de protagonizar un plataformas 3D antes que otros personajes mucho más amigables como Kirby, que tendrá su primera aventura poligonal en 2022, es cuando menos extravagante. Wario World es un proyecto extraño por su identidad, pero también por su gestación. Se trata de un juego desarrollado por Treasure, que a principios de los 2000 contaba con una saludable relación con Nintendo, tras haber trabajado en Sin & Punishment y trasvasado joyas de la corona como Ikaruga o Bangai-O a plataformas Nintendo. Wario World fue un juego concebido en los albores de Nintendo GameCube, un encargo en el que cabe imaginar que Nintendo esperaba imprimir el carácter alocado y experimental de Treasure ya visto en títulos como Dynamite Headdy o Mischief Makers.
En ese aspecto, Nintendo tuvo buen ojo. No hay duda de que el carácter incomparable de Wario está en el corazón de Wario World. El gordo y mezquino personaje de peto morado y gorra amarilla se siente como en casa en un mundo esencialmente absurdo. Como suele pasar en las desventuras de Wario, la historia comienza cuando su tremenda avaricia le juega una mala pasada. Un día cualquiera, cuando Wario está disfrutando y riendo de formas malvadas alrededor de todos sus tesoros, descubre que uno de ellos es una joya maldita que de repente despierta y desata su oscuro poder. Todas las riquezas de Wario desaparecen y se ve rodeado por hordas de ridículos monstruos. Una vez más, debe usar la fuerza bruta para recuperar lo que es suyo.
Desde siempre, Wario ha tenido un conjunto de habilidades y mecánicas radicalmente distinto al de otros plataformas de Nintendo, y esta vez no es diferente. En lugar de saltar encima de enemigos o lanzarles objetos, la especialidad de este Wario tridimensional es utilizar los puñetazos y las llaves de lucha libre. A pesar de su evidente obesidad, Wario puede agarrar aturdir a cualquier monstruo a puñetazos y después aplastarlo, lanzarlo contra la pared o estamparlo contra el suelo. Por supuesto, no falta el placaje tradicional, en el que Wario arrolla con su brazo a todo lo que se ponga por delante. De vez en cuando también tendrá que escalar, agarrarse a lugares estratégicos o aplastar con su culo a los monstruos incautos.
Pese a que las ideas jugables son buenas, la ejecución no resulta totalmente efectiva. A los pocos minutos de juego descubrimos que derrotar enemigos es una actividad a menudo irrelevante, puesto que no interrumpen nuestro progreso casi nunca. En determinadas ocasiones, es necesario usar enemigos para activar algunos mecanismos, o para acceder a niveles ocultos, una mecánica que difícilmente justifica su presencia. No faltan situaciones en las que se bloquea el camino hasta que derrotamos un conjunto de monstruos, pero todos son tan parecidos que no aportan demasiado interés a la aventura. Hay una clamorosa excepción: los jefes al final de cada fase, que sí sacan a relucir grandes ideas de diseño, muy típicas de la escuela de Nintendo como Zelda o Super Mario. En estos enfrentamientos debemos usar nuestras habilidades y a veces la disposición del escenario para atacar el punto débil del jefazo, sin duda las fases más divertidas del juego.
¿Y cuántas fases hay? Wario World se compone de unos escasos 12 niveles, con una estructura generalmente lineal que recuerda más a Crash Bandicoot que a su hermano Mario. A pesar de que hay mucha profundidad en cada rincón, con varios pequeños desafíos opcionales, es inevitable sentir que no hay demasiada inspiración detrás de cada fase. Algunos de estos desafíos casi parecen ideados en los inicios de las 3D, con ideas demasiado básicas y primitivas. Es divertido explorar los niveles y usar a los enemigos como ariete para entrar por la puerta, por citar ejemplos, pero las plataformas y secciones de habilidad no destacan especialmente. En última instancia, Wario World es un juego bastante corto, que se hace algo más interesante gracias a la búsqueda de coleccionables, pero no ofrece una experiencia de verdad memorable, más allá de las excepciones mencionadas.
Se puede llegar a intuir que hay ideas a medio cocinar, ya sea porque no hubo tiempo para madurarlas, o porque se diseñó el juego de forma inadecuada. También hay bastantes zonas que se notan poco elaboradas, y que se reutilizan conceptos una y otra vez. Es posible que Treasure no dedicase los recursos necesarios para estuviera a la altura de otros juegos de la marca Nintendo, o incluso de la serie Wario, o simplemente puede que, al tener poca experiencia en el diseño de plataformas 3D, afrontar un proyecto de esta rareza haya sobrepasado sus más que demostradas capacidades en otros géneros.
Conclusiones
Wario World es un juego como mínimo curioso de ver y experimentar, un ítem raro y difícil de clasificar en el catálogo de GameCube. Los fans de Wario seguro que encuentran motivos para disfrutar, y los románticos de GameCube podrán satisfacer la curiosidad de explorar una cara oculta del cubo nintendero. Pero desde un punto de vista cualitativo, este es un juego que escapa por poco de la mediocridad, solo levantado por su particular estilo y ciertas ideas extravagantes que, pese a todo, destilan cierta originalidad.
La epopeya tridimensional de Wario
Pensar que Wario tuvo la oportunidad de protagonizar un plataformas 3D antes que otros personajes mucho más amigables como Kirby, que tendrá su primera aventura poligonal en 2022, es cuando menos extravagante. Wario World es un proyecto extraño por su identidad, pero también por su gestación. Se trata de un juego desarrollado por Treasure, que a principios de los 2000 contaba con una saludable relación con Nintendo, tras haber trabajado en Sin & Punishment y trasvasado joyas de la corona como Ikaruga o Bangai-O a plataformas Nintendo. Wario World fue un juego concebido en los albores de Nintendo GameCube, un encargo en el que cabe imaginar que Nintendo esperaba imprimir el carácter alocado y experimental de Treasure ya visto en títulos como Dynamite Headdy o Mischief Makers.
En ese aspecto, Nintendo tuvo buen ojo. No hay duda de que el carácter incomparable de Wario está en el corazón de Wario World. El gordo y mezquino personaje de peto morado y gorra amarilla se siente como en casa en un mundo esencialmente absurdo. Como suele pasar en las desventuras de Wario, la historia comienza cuando su tremenda avaricia le juega una mala pasada. Un día cualquiera, cuando Wario está disfrutando y riendo de formas malvadas alrededor de todos sus tesoros, descubre que uno de ellos es una joya maldita que de repente despierta y desata su oscuro poder. Todas las riquezas de Wario desaparecen y se ve rodeado por hordas de ridículos monstruos. Una vez más, debe usar la fuerza bruta para recuperar lo que es suyo.
«La especialidad de este Wario tridimensional es utilizar los puñetazos y las llaves de lucha libre»
Desde siempre, Wario ha tenido un conjunto de habilidades y mecánicas radicalmente distinto al de otros plataformas de Nintendo, y esta vez no es diferente. En lugar de saltar encima de enemigos o lanzarles objetos, la especialidad de este Wario tridimensional es utilizar los puñetazos y las llaves de lucha libre. A pesar de su evidente obesidad, Wario puede agarrar aturdir a cualquier monstruo a puñetazos y después aplastarlo, lanzarlo contra la pared o estamparlo contra el suelo. Por supuesto, no falta el placaje tradicional, en el que Wario arrolla con su brazo a todo lo que se ponga por delante. De vez en cuando también tendrá que escalar, agarrarse a lugares estratégicos o aplastar con su culo a los monstruos incautos.
Pese a que las ideas jugables son buenas, la ejecución no resulta totalmente efectiva. A los pocos minutos de juego descubrimos que derrotar enemigos es una actividad a menudo irrelevante, puesto que no interrumpen nuestro progreso casi nunca. En determinadas ocasiones, es necesario usar enemigos para activar algunos mecanismos, o para acceder a niveles ocultos, una mecánica que difícilmente justifica su presencia. No faltan situaciones en las que se bloquea el camino hasta que derrotamos un conjunto de monstruos, pero todos son tan parecidos que no aportan demasiado interés a la aventura. Hay una clamorosa excepción: los jefes al final de cada fase, que sí sacan a relucir grandes ideas de diseño, muy típicas de la escuela de Nintendo como Zelda o Super Mario. En estos enfrentamientos debemos usar nuestras habilidades y a veces la disposición del escenario para atacar el punto débil del jefazo, sin duda las fases más divertidas del juego.
«A pesar de que hay mucha profundidad en cada rincón, con varios pequeños desafíos opcionales, es inevitable sentir que no hay demasiada inspiración detrás de cada fase»
¿Y cuántas fases hay? Wario World se compone de unos escasos 12 niveles, con una estructura generalmente lineal que recuerda más a Crash Bandicoot que a su hermano Mario. A pesar de que hay mucha profundidad en cada rincón, con varios pequeños desafíos opcionales, es inevitable sentir que no hay demasiada inspiración detrás de cada fase. Algunos de estos desafíos casi parecen ideados en los inicios de las 3D, con ideas demasiado básicas y primitivas. Es divertido explorar los niveles y usar a los enemigos como ariete para entrar por la puerta, por citar ejemplos, pero las plataformas y secciones de habilidad no destacan especialmente. En última instancia, Wario World es un juego bastante corto, que se hace algo más interesante gracias a la búsqueda de coleccionables, pero no ofrece una experiencia de verdad memorable, más allá de las excepciones mencionadas.
Se puede llegar a intuir que hay ideas a medio cocinar, ya sea porque no hubo tiempo para madurarlas, o porque se diseñó el juego de forma inadecuada. También hay bastantes zonas que se notan poco elaboradas, y que se reutilizan conceptos una y otra vez. Es posible que Treasure no dedicase los recursos necesarios para estuviera a la altura de otros juegos de la marca Nintendo, o incluso de la serie Wario, o simplemente puede que, al tener poca experiencia en el diseño de plataformas 3D, afrontar un proyecto de esta rareza haya sobrepasado sus más que demostradas capacidades en otros géneros.
Conclusiones
Wario World es un juego como mínimo curioso de ver y experimentar, un ítem raro y difícil de clasificar en el catálogo de GameCube. Los fans de Wario seguro que encuentran motivos para disfrutar, y los románticos de GameCube podrán satisfacer la curiosidad de explorar una cara oculta del cubo nintendero. Pero desde un punto de vista cualitativo, este es un juego que escapa por poco de la mediocridad, solo levantado por su particular estilo y ciertas ideas extravagantes que, pese a todo, destilan cierta originalidad.
Alternativas
Super Mario Sunshine, Billy Hatcher, Chibi Robo
Algunas mecánicas son interesantes, el estilo burdo de Wario es una marca de identidad
jugabilidad y diseño de niveles inmaduros en general, poco contenido
Wario World es un experimento al que le falta cocción, aún con algunas ideas divertidas, no hace justicia al mezquino personaje de Nintendo
