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Análisis de Visions of Mana, un deslumbrante JRPG de acción con muchísimos claroscuros narrativos
La legendaria franquicia Mana vuelve con una aventura inédita, un apartado audiovisual de escándalo, una jugabilidad que mezcla lo clásico y lo moderno... Y un ritmo muy cuestionable
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Visions of Mana representa un nuevo capítulo en la ya casi antediluviana saga de J-RPG de Square Enix, pero también supone una nueva vía de recuperación del pasado, a caballo entre el remake 2DHD, como el próximo Dragon Quest 3 Remake, y el delirio de altísima factura que supone una producción del calibre de Final Fantasy VII Remake, tanto en su entrega original, como en Rebirth, como en el futuro cierre de la trilogía de Cloud, Sephiroth y del futuro de Midgard. En cualquier caso, Visions of Mana consigue estar a medio camino entre la melancolía y la reinterpretación del pasado, a pesar de ser un juego completamente nuevo, porque en todo momento trata de combinar elementos clásicos con innovaciones propias de los tiempos que corren, tal y como intentó Trials of Mana (una nueva y actualizada “visión” del clásico de SNES) en 2020. Y más o menos lo consigue, pero con unos cuantos claroscuros.
La historia de Visions of Mana: Érase una vez…
La saga Mana de Square Enix ha desarrollado, a lo largo de los años, un conjunto de elementos narrativos, de historia y de worldbuilding que se repiten y conectan sus entregas; en otras palabras, una serie de motivos temáticos que vertebran el universo de Mana y que le dan una consistencia que va más allá de las vicisitudes de cada entrega. Encontramos, por supuesto, el Árbol del Maná, una figura central del lore de la franquicia que viene a ser una suerte de reformulación del árbol Yggdrasil de las mitologías germánicas (y que también está presente en Tales of Symphonia, una absoluta joya de GameCube y PS2 que puedes encontrar en Steam), pero también la dicotomía entre fuerzas del mal y del bien, envueltas en un conflicto cíclico, la importancia de la naturaleza y del equilibrio, de vivir en armonía con la Pachamama (o la Pachamana, en este caso…) y la existencia de figuras heroicas que se alzan en los momentos de máxima necesidad para devolver las cosas a su cauce natural.
Como verás, son tropos fundamentales de la fantasía, casi clichés del subgénero del J-RPG, y aunque no sorprenden en ningún momento, lo cierto es que funcionan. Siguen funcionando, de hecho, en Visions of Mana, tantísimos años después, incluso si es algo que hemos visto incontables veces. Sin embargo, Visions of Mana nos insta a seguir los pasos de Val e Hinna en su peregrinación por perpetuar la magia en el mundo, e introduce un enfoque más oscuro y melancólico, desde los primeros compases de la partida, donde el sacrificio y la pérdida juegan un papel crucial, lo que choca con el rollito más optimista de juegos anteriores. Lo hace, eso sí, debatiéndose entre una seriedad velada y una psicopatía infantilizada y manifiesta, con personajes que parecen asumir de buenísima gana un proceso tan lóbrego y tétrico como sacrificar a “elegidos” para mantener la comunión con los espíritus elementales.
Esto no son spoilers, es algo que ocurre después del prólogo (que es sustancialmente más maduro) en las primeras horas de una aventura que dura entre 25 y 35 horas, y que afortunadamente se toma un poco más en serio a medida que avanzamos en nuestra odisea por recargar el Árbol del Maná. En líneas generales, Visions of Mana aprovecha las circunstancias del sacrificio y de la restauración del equilibrio para introducir un elenco de personajes variados, cada uno con su trasfondo y habilidades únicas, a fin de situarnos en una lucha por un antiguo poder que amenaza con desestabilizar el mundo; no obstante, el guion y los diálogos, carentes de profundidad, de impacto emocional, y marcados por una inocencia y una reiteración rayanas en la demencia, lastran lo que podría haber sido una historia muchísimo mejor trabajada. A grandes rasgos, simplemente carece del peso dramático necesario como para ser interesante, a diferencia de los grandes representantes del género, circunstancia que se ve agravada por un ritmo muy desajustado, en el que se abusa del bucle escena-corte-escena, y por la pérdida del control del personaje en demasiadas instancias.
A palizas con monstruos de peluche
Visions of Mana se desarrolla en un mundo semiabierto, de grandes áreas interconectadas, que ofrece una buena variedad de biomas y escenarios, desde bosques místicos hasta antiguas ruinas y ciudades rebosantes de vida, todos ellos recreados con gran lujo de detalles y un apartado audiovisual que sorprende por su puesta en escena, lo que constituye uno de los grandes aciertos del título. En cuanto a la exploración, las distintas regiones están diseñadas en mayor o menor medida para incentivar el descubrimiento, si bien algunos niveles pueden llegar a sentirse algo repetitivos en términos de diseño y objetivos reales; en otras ocasiones, sucede directamente que no hay una recompensa real para la exploración, más allá del acopio de determinados consumibles o de abrir cofres de cuestionables contenidos.
Es una pena porque el mundo recuerda muchísimo a lo visto en Dragon Quest XI o Genshin Impact, debido a la gama cromática y al estilo audiovisual, pero carece del trasfondo del primero y de la interacción del segundo. Por otro lado, en lo relativo al combate, Visions of Mana nos plantea un sistema de A-RPG, con elementos de acción, muy similar al de la franquicia Tales of, con combinaciones de ataques, gestión de recursos, habilidades elementales y la participación de personajes secundarios. En este caso, eso sí, también hay un sistema de clases y de reliquias legendarias, lo que añade un extra de profundidad y de personalización al grupo, pero que tampoco termina de brillar con luz propia debido a una inteligencia artificial excesivamente reactiva y simple.
No me malinterpretes: es indiscutible que los combates son dinámicos y que dejan buenos momentos de machacar botones y hacer que los monstruos del universo Mana exploten (algunos son excesivamente monos para mi gusto, pero esto es un aspecto muy ligado a la serie desde sus inicios), es simplemente que le falta un poquito de profundidad al sistema para ser redondo. Las misiones secundarias, en cambio, requerirían de muchísimo más trabajo para ser interesantes, en tanto en cuanto la mayoría son insulsas, bastante repetitivas, y te tienen dando tumbos de un lugar a otro de manera innecesaria.
CONCLUSIONES
Visions of Mana apuntaba maneras para ser uno de los más interesantes J-RPG de 2024, con permiso de Final Fantasy VII Rebirth, Metaphor: ReFantazio, Unicorn Overlord y el remake de Paper Mario: La Puerta Milenaria, pero se ha quedado a medias debido a una historia repleta de clichés, con un mal ritmo narrativo y unos personajes que no hacen justicia al interesante viraje en el tono de la aventura con respecto a otros juegos de la franquicia (más trágica y oscura ahora), una exploración bastante limitada, y una estructura de misiones repetitiva y no demasiado gratificante. Como principales bazas a favor tiene un esquema de combate interesante, un apartado audiovisual espectacular y un sistema de clases interesantes que permiten personalizar al grupo, pero es difícil recomendarlo a ciegas. Si te gusta la franquicia o eres un apasionado de los J-RPG, es posible que encuentres motivos para disfrutarlo; si no, quizás es mejor que busques en otro sitio.
La historia de Visions of Mana: Érase una vez…
La saga Mana de Square Enix ha desarrollado, a lo largo de los años, un conjunto de elementos narrativos, de historia y de worldbuilding que se repiten y conectan sus entregas; en otras palabras, una serie de motivos temáticos que vertebran el universo de Mana y que le dan una consistencia que va más allá de las vicisitudes de cada entrega. Encontramos, por supuesto, el Árbol del Maná, una figura central del lore de la franquicia que viene a ser una suerte de reformulación del árbol Yggdrasil de las mitologías germánicas (y que también está presente en Tales of Symphonia, una absoluta joya de GameCube y PS2 que puedes encontrar en Steam), pero también la dicotomía entre fuerzas del mal y del bien, envueltas en un conflicto cíclico, la importancia de la naturaleza y del equilibrio, de vivir en armonía con la Pachamama (o la Pachamana, en este caso…) y la existencia de figuras heroicas que se alzan en los momentos de máxima necesidad para devolver las cosas a su cauce natural.
Como verás, son tropos fundamentales de la fantasía, casi clichés del subgénero del J-RPG, y aunque no sorprenden en ningún momento, lo cierto es que funcionan. Siguen funcionando, de hecho, en Visions of Mana, tantísimos años después, incluso si es algo que hemos visto incontables veces. Sin embargo, Visions of Mana nos insta a seguir los pasos de Val e Hinna en su peregrinación por perpetuar la magia en el mundo, e introduce un enfoque más oscuro y melancólico, desde los primeros compases de la partida, donde el sacrificio y la pérdida juegan un papel crucial, lo que choca con el rollito más optimista de juegos anteriores. Lo hace, eso sí, debatiéndose entre una seriedad velada y una psicopatía infantilizada y manifiesta, con personajes que parecen asumir de buenísima gana un proceso tan lóbrego y tétrico como sacrificar a “elegidos” para mantener la comunión con los espíritus elementales.
Esto no son spoilers, es algo que ocurre después del prólogo (que es sustancialmente más maduro) en las primeras horas de una aventura que dura entre 25 y 35 horas, y que afortunadamente se toma un poco más en serio a medida que avanzamos en nuestra odisea por recargar el Árbol del Maná. En líneas generales, Visions of Mana aprovecha las circunstancias del sacrificio y de la restauración del equilibrio para introducir un elenco de personajes variados, cada uno con su trasfondo y habilidades únicas, a fin de situarnos en una lucha por un antiguo poder que amenaza con desestabilizar el mundo; no obstante, el guion y los diálogos, carentes de profundidad, de impacto emocional, y marcados por una inocencia y una reiteración rayanas en la demencia, lastran lo que podría haber sido una historia muchísimo mejor trabajada. A grandes rasgos, simplemente carece del peso dramático necesario como para ser interesante, a diferencia de los grandes representantes del género, circunstancia que se ve agravada por un ritmo muy desajustado, en el que se abusa del bucle escena-corte-escena, y por la pérdida del control del personaje en demasiadas instancias.
A palizas con monstruos de peluche
Visions of Mana se desarrolla en un mundo semiabierto, de grandes áreas interconectadas, que ofrece una buena variedad de biomas y escenarios, desde bosques místicos hasta antiguas ruinas y ciudades rebosantes de vida, todos ellos recreados con gran lujo de detalles y un apartado audiovisual que sorprende por su puesta en escena, lo que constituye uno de los grandes aciertos del título. En cuanto a la exploración, las distintas regiones están diseñadas en mayor o menor medida para incentivar el descubrimiento, si bien algunos niveles pueden llegar a sentirse algo repetitivos en términos de diseño y objetivos reales; en otras ocasiones, sucede directamente que no hay una recompensa real para la exploración, más allá del acopio de determinados consumibles o de abrir cofres de cuestionables contenidos.
Es una pena porque el mundo recuerda muchísimo a lo visto en Dragon Quest XI o Genshin Impact, debido a la gama cromática y al estilo audiovisual, pero carece del trasfondo del primero y de la interacción del segundo. Por otro lado, en lo relativo al combate, Visions of Mana nos plantea un sistema de A-RPG, con elementos de acción, muy similar al de la franquicia Tales of, con combinaciones de ataques, gestión de recursos, habilidades elementales y la participación de personajes secundarios. En este caso, eso sí, también hay un sistema de clases y de reliquias legendarias, lo que añade un extra de profundidad y de personalización al grupo, pero que tampoco termina de brillar con luz propia debido a una inteligencia artificial excesivamente reactiva y simple.
No me malinterpretes: es indiscutible que los combates son dinámicos y que dejan buenos momentos de machacar botones y hacer que los monstruos del universo Mana exploten (algunos son excesivamente monos para mi gusto, pero esto es un aspecto muy ligado a la serie desde sus inicios), es simplemente que le falta un poquito de profundidad al sistema para ser redondo. Las misiones secundarias, en cambio, requerirían de muchísimo más trabajo para ser interesantes, en tanto en cuanto la mayoría son insulsas, bastante repetitivas, y te tienen dando tumbos de un lugar a otro de manera innecesaria.
CONCLUSIONES
Visions of Mana apuntaba maneras para ser uno de los más interesantes J-RPG de 2024, con permiso de Final Fantasy VII Rebirth, Metaphor: ReFantazio, Unicorn Overlord y el remake de Paper Mario: La Puerta Milenaria, pero se ha quedado a medias debido a una historia repleta de clichés, con un mal ritmo narrativo y unos personajes que no hacen justicia al interesante viraje en el tono de la aventura con respecto a otros juegos de la franquicia (más trágica y oscura ahora), una exploración bastante limitada, y una estructura de misiones repetitiva y no demasiado gratificante. Como principales bazas a favor tiene un esquema de combate interesante, un apartado audiovisual espectacular y un sistema de clases interesantes que permiten personalizar al grupo, pero es difícil recomendarlo a ciegas. Si te gusta la franquicia o eres un apasionado de los J-RPG, es posible que encuentres motivos para disfrutarlo; si no, quizás es mejor que busques en otro sitio.
Versión analizada PS5. Copia digital proporcionada por PLAION.
El apartado audiovisual. El combate es bastante divertido. Elementos clásicos y modernos del JRPG.
La narrativa. Los personajes. El ritmo. Los cortes en las transiciones. Misiones repetitivas.
A pesar de su dinámico combate y su espectacular apartado audiovisual, la narrativa, los personajes y el ritmo de Visions of Mana juegan en su contra.
