
PC
Esta es la corrupción
This is the President mete el dedo en la llaga en términos de simulación política con todo tipo de corrupciones, triquiñuelas y decisiones inmorales a nuestra disposición
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A día de hoy, todavía existe gente en la comunidad de jugadores que opinan que los videojuegos no hablan de política intrínsecamente y que incluso obras como Spec Ops: The Line no tienen ningún mensaje. Este tipo de opiniones son tan fáciles de contraargumentar que merecen una buena ración de risas enlatadas de fondo cada vez que son emitidas. Los videojuegos, de hecho, tienen una rica tradición de juegos que tratan la política de manera exclusiva, como la saga Democracy, cuya primera entrega fue lanzada en 2005, que trata los aspectos de la gestión de un país con sus problemas, contradicciones y difíciles elecciones a la hora de legislar, mostrando rápidamente cómo gran parte de los problemas que aparentan tener fácil solución desde el punto de vista del ciudadano tienen en realidad múltiples dimensiones y consecuencias esperadas e imprevisibles (Bastiat ya hablaba de ello en su ensayo Lo visible y lo invisible en la economía política en el siglo XIX) dando un enfoque jugable a todos estos aspectos. Resulta que este tipo de enfoques está viviendo su propio renacimiento en estos últimos tiempos. Junto son Suzerain y Democracy 4, vamos hoy a explorar el título más crudo en cuanto a historia de los últimos lanzamientos, This is the President.
Historia
This is the President es, parafraseando a un ilustre presidente del gobierno de España (cuyas citas habrían sido idóneas para este título, una oportunidad perdida), político y muy político y mucho político a todos los niveles, con el claro y transparente objetivo de hacer jugable un escenario que podría ser perfectamente realista en nuestros tiempos en política, sin glorificar en ningún momento el funcionamiento de la democracia o el poder. En política no hay absurdo imposible y a menudo la mejor crítica consiste en mostrar la situación en su pura desnudez, como una reciente película de Netflix pretende mostrar, y es este el punto de partida del título. Nuestro protagonista es el presidente electo de los Estados Unidos, que lejos de presentarse a la candidatura para mejorar la vida de las personas ha tenido su primer éxito ganando las elecciones para esquivar la cárcel y pasar una enmienda de la constitución para impedir que todos los presidentes no puedan ser juzgados y condenados, tanto por acciones durante la presidencia como pasadas y así salvar nuestra propia integridad física, y ayudar al país es secundario. No hay mejor defensa que una buena defensa, y como el protagonista no tiene ninguna, no tiene otra opción que llegar al más alto puesto del país para manipular voluntades y utilizar la política en beneficio propio.

Jugabilidad
Así, desde el primer momento estamos ya envueltos en una red de tramas de conspiraciones, corrupción, venganza y utilización del poder como instrumento para beneficio personal que permea todos y cada uno de los aspectos de la jugabilidad. La política en mayúsculas no aparece en ningún momento en la trama, y es la manipulación personal, la mentira y la ilegalidad constante el motor de las decisiones a tomar. Un ejemplo claro es el presupuesto que manejamos en la partida, que nada tiene que ver con las políticas sociales, sino que es personal, y es el que permite contratar y mantener a todo tipo de individuos que permiten solucionar todos los temas que están sobre la mesa como presidente, pero sobre todo los que se solucionan por debajo. Hay que saber decir que sí, decir que no, saber mirar para otro lado e incluso tomar decisiones graves que no son esperables de una figura presidencial, como el asesinato o apoyo a iniciativas que están claramente fuera de la legalidad, y mantener un perfil bajo cuando la administración está envuelta en un escándalo. El discurso oficial ante todos los enemigos que (con razón) nos hemos ganado es que las acusaciones vertidas hacia la presidencia no son ciertas, salvo alguna cosa, y apagar fuegos es una constante.
Todo esto se materializa en tener que concluir eventos que ocurren tanto para avanzar nuestra propia ambición personal como frenar las de nuestros adversarios además de aumentar la popularidad de la presidencia, que permite contratar personal que es susceptible a apartarse ante cambios de opinión. Cuando tienes estos amigos te pueden ocurrir estas cosas, como la necesidad de contratar gente de dudosa reputación para enviar a misiones ilegales de extorsión para ganar un voto en el senado, y por lo tanto equilibrar las contrataciones de nuestros empleados entre periodistas o legisladores y matones o hackers es esencial para tener especialistas que se puedan enfrentar a todo tipo de misiones. Lo único serio en esta vida es ser serio y lo demostraremos en apariciones públicas como los discursos del presidente, en los que habitualmente se aprovecha la coyuntura para atacar a detractores y hacer promesas de cara a la galería que ya pretendíamos cumplir anteriormente, mientras que en las conversaciones entre bambalinas los personajes muestran su verdadera cara, muchas veces sorprendentes por su alineación (o no) con las acciones que toman públicamente.
Es preciso apuntar que gran parte de los temas que se tocan son de rigurosa actualidad, y lidiaremos con personajes de alta talla nacional e internacional, sin dar nombres, por lo que la crítica al sistema es global y muy cruda. Y si usted no cumple, le pondrán bombas. Además, otro aspecto vital del ritmo de juego es la sensación abrumadora que provoca la toma constante de decisiones, habitualmente acerca de temas que realmente no nos importan, como la gestión de la inundación de una ciudad por culpa de un tsunami o decidir si los niños deberían comer un almuerzo saludable en los colegios. A veces, la mejor aportación que podemos hacer es no decir nada, pues la cascada de repercusiones que estas decisiones provocan sobre la popularidad de la presidencia nos hace desear una tregua para centrarnos en la mentira y la manipulación, pues la calidad de vida de la nación no es relevante. Y lo decimos en serio, la inmersión es tan buena que los asuntos diarios de la presidencia se terminan tomando con desgana, pues no nos aportan un beneficio personal.

Conclusión
En conclusión, This is the President se toma muy en serio el enfoque escéptico de la política hasta el punto que nos lo creemos y jugar al juego (político) es la única opción para conseguir nuestras metas. La crítica es desgarradora y poco esperanzadora pero ilustra lo que ocurre cuando se apagan las cámaras y esto lo hace único en su especie. La contrapartida es clara, a pesar de ser un simulador político, la toma de decisiones sobre la vida de la gente es secundaria y poco profunda, centrándose en los eventos que en juegos como Democracy 3 se tornan en secundarios y por lo tanto creemos que un enfoque intermedio habría beneficiado profundamente al título. Sin desmerecerlo, el título ofrece un planteamiento único en su jugabilidad, así que es idóneo para los fans de la trama política. Fin de la cita.
En política no hay absurdo imposible y a menudo la mejor crítica consiste en mostrar la situación en su pura desnudez
Historia
This is the President es, parafraseando a un ilustre presidente del gobierno de España (cuyas citas habrían sido idóneas para este título, una oportunidad perdida), político y muy político y mucho político a todos los niveles, con el claro y transparente objetivo de hacer jugable un escenario que podría ser perfectamente realista en nuestros tiempos en política, sin glorificar en ningún momento el funcionamiento de la democracia o el poder. En política no hay absurdo imposible y a menudo la mejor crítica consiste en mostrar la situación en su pura desnudez, como una reciente película de Netflix pretende mostrar, y es este el punto de partida del título. Nuestro protagonista es el presidente electo de los Estados Unidos, que lejos de presentarse a la candidatura para mejorar la vida de las personas ha tenido su primer éxito ganando las elecciones para esquivar la cárcel y pasar una enmienda de la constitución para impedir que todos los presidentes no puedan ser juzgados y condenados, tanto por acciones durante la presidencia como pasadas y así salvar nuestra propia integridad física, y ayudar al país es secundario. No hay mejor defensa que una buena defensa, y como el protagonista no tiene ninguna, no tiene otra opción que llegar al más alto puesto del país para manipular voluntades y utilizar la política en beneficio propio.

Jugabilidad
Así, desde el primer momento estamos ya envueltos en una red de tramas de conspiraciones, corrupción, venganza y utilización del poder como instrumento para beneficio personal que permea todos y cada uno de los aspectos de la jugabilidad. La política en mayúsculas no aparece en ningún momento en la trama, y es la manipulación personal, la mentira y la ilegalidad constante el motor de las decisiones a tomar. Un ejemplo claro es el presupuesto que manejamos en la partida, que nada tiene que ver con las políticas sociales, sino que es personal, y es el que permite contratar y mantener a todo tipo de individuos que permiten solucionar todos los temas que están sobre la mesa como presidente, pero sobre todo los que se solucionan por debajo. Hay que saber decir que sí, decir que no, saber mirar para otro lado e incluso tomar decisiones graves que no son esperables de una figura presidencial, como el asesinato o apoyo a iniciativas que están claramente fuera de la legalidad, y mantener un perfil bajo cuando la administración está envuelta en un escándalo. El discurso oficial ante todos los enemigos que (con razón) nos hemos ganado es que las acusaciones vertidas hacia la presidencia no son ciertas, salvo alguna cosa, y apagar fuegos es una constante.
Hay que saber mirar para otro lado e incluso tomar decisiones graves que no son esperables de una figura presidencial
Todo esto se materializa en tener que concluir eventos que ocurren tanto para avanzar nuestra propia ambición personal como frenar las de nuestros adversarios además de aumentar la popularidad de la presidencia, que permite contratar personal que es susceptible a apartarse ante cambios de opinión. Cuando tienes estos amigos te pueden ocurrir estas cosas, como la necesidad de contratar gente de dudosa reputación para enviar a misiones ilegales de extorsión para ganar un voto en el senado, y por lo tanto equilibrar las contrataciones de nuestros empleados entre periodistas o legisladores y matones o hackers es esencial para tener especialistas que se puedan enfrentar a todo tipo de misiones. Lo único serio en esta vida es ser serio y lo demostraremos en apariciones públicas como los discursos del presidente, en los que habitualmente se aprovecha la coyuntura para atacar a detractores y hacer promesas de cara a la galería que ya pretendíamos cumplir anteriormente, mientras que en las conversaciones entre bambalinas los personajes muestran su verdadera cara, muchas veces sorprendentes por su alineación (o no) con las acciones que toman públicamente.
Es preciso apuntar que gran parte de los temas que se tocan son de rigurosa actualidad, y lidiaremos con personajes de alta talla nacional e internacional, sin dar nombres, por lo que la crítica al sistema es global y muy cruda. Y si usted no cumple, le pondrán bombas. Además, otro aspecto vital del ritmo de juego es la sensación abrumadora que provoca la toma constante de decisiones, habitualmente acerca de temas que realmente no nos importan, como la gestión de la inundación de una ciudad por culpa de un tsunami o decidir si los niños deberían comer un almuerzo saludable en los colegios. A veces, la mejor aportación que podemos hacer es no decir nada, pues la cascada de repercusiones que estas decisiones provocan sobre la popularidad de la presidencia nos hace desear una tregua para centrarnos en la mentira y la manipulación, pues la calidad de vida de la nación no es relevante. Y lo decimos en serio, la inmersión es tan buena que los asuntos diarios de la presidencia se terminan tomando con desgana, pues no nos aportan un beneficio personal.

Conclusión
En conclusión, This is the President se toma muy en serio el enfoque escéptico de la política hasta el punto que nos lo creemos y jugar al juego (político) es la única opción para conseguir nuestras metas. La crítica es desgarradora y poco esperanzadora pero ilustra lo que ocurre cuando se apagan las cámaras y esto lo hace único en su especie. La contrapartida es clara, a pesar de ser un simulador político, la toma de decisiones sobre la vida de la gente es secundaria y poco profunda, centrándose en los eventos que en juegos como Democracy 3 se tornan en secundarios y por lo tanto creemos que un enfoque intermedio habría beneficiado profundamente al título. Sin desmerecerlo, el título ofrece un planteamiento único en su jugabilidad, así que es idóneo para los fans de la trama política. Fin de la cita.
Copia digital proporcionada por Dead Good Media
Alternativas
Democracy 4 se centra más en la gestión pura pero es similar en varios aspectos
El enfoque que se ofrece desde el puesto es crudo y seguramente acertado
Se pierde el resto de los aspectos de la presidencia
La crítica es buena e interesante pero se lleva por delante todo lo demás