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La guerra de los clones
Deck 13 Interactive vuelve a la carga con The Surge 2, una agridulce propuesta Soulslike con gran énfasis en la violencia, los desmembramientos y las vicisitudes de una condenada urbe distópica.
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Ya lo hemos dicho repetidas veces, pero es que la ocasión apremia: se nos ocurren pocas franquicias más atesoradas e influyentes en la historia reciente de los videojuegos que Dark Souls; esta lóbrega y evocadora fantasía oscura de Hidetaka Miyazaki, genio del mal, de las lágrimas, y de lecturas intempestivas de Berserk donde los haya, es una de las obras que más han definido el panorama actual de los hack and slash, al menos tal y como los conocemos hoy en día. No en vano le debemos a su prestante ideario y a su creatividad nipona, siempre en conjunción con From Software, el advenimiento de otras obras maestras del género, como el sensacional Bloodborne o el frenético Sekiro, su trabajo más reciente. Tales bombazos en la industria han generado una auténtica oleada de respuestas y de inspiraciones; entre ellos, quizás destaca Deck 13 Interactive, una desarrolladora alemana conocida, principalmente, por el prosaico Lords of the Fallen y The Surge, una apuesta mucho más interesante, aunque su trayectoria viene de atrás y también han sido artífices de títulos acaso más de nicho, véase Venetica. Ahora vuelven a escena con The Surge 2, una continuación que repite la fórmula Soulslike y que intenta elevarla a la enésima potencia; el resultado te lo contamos aquí, en uVeJuegos.
Las tétricas calles del futuro
A nivel argumental, The Surge 2 se ambienta en Jericho City, otrora un paraíso terrenal, el teatro de las esperanzas de un mundo robotizado, frío, decadente y materialista; comenzaremos la aventura escogiendo determinadas opciones en un breve editor, entre las que se encuentran algunos orígenes o la posibilidad de personalizar el sexo del personaje o algunos detalles faciales. Realmente la contextualización aquí tiene un peso muy secundario, pero el detonante se produce en medio de nuestro viaje a la prometedora urbe futurista; resulta que nuestro avión se estrella en las inmediaciones de nuestro destino, y nos despertaremos, semanas más tarde, rodeados de caos, muerte y una confusión extenuante. Una letal enfermedad de nanites ha afectado a prácticamente la totalidad de la población, y las máquinas, los energúmenos y los locos deambulan por aquí y por allá, sembrando la destrucción y la tragedia a su paso; Jericho City, en efecto, se ha convertido en otra distopía futurista más que narra el vesánico descenso a las tinieblas de la humanidad. Además, también hay algunas cuestiones un tanto más esotéricas fluyendo de fondo, como las oscuras y tormentosas visiones del protagonista o religiones que no terminan de desarrollarse de manera satisfactoria y plena.
Y es que, a la hora de la verdad, el tratamiento de la narrativa es errático y permanece no ya en segundo plano, sino directamente subyugado a la profusión de combates, desmembramientos y mejora de herramientas letales, el auténtico núcleo de la fórmula que propone The Surge 2. Es cierto que hay espacio para determinados diálogos, pero su profundidad queda abrumada, como decimos, ante un desarrollo confuso, y verdaderamente no tienen mayor importancia; sirven, eso sí, como una especie de nexo para entender más o menos qué es lo que está pasando, pero les falta potencia, impacto o incluso sutileza como para despertar una auténtica curiosidad por parte del jugador. El mundo, los secundarios y los jefes finales, en su mayoría, tampoco destacan por poseer un trasfondo de altos vuelos, por lo que en mayor parte parecen mecánicas jugables con nombres; ya sean desastrados pasillos de los suburbios, abominaciones mecánicas o crueles traficantes futuristas, muchas veces da la sensación de que las cosas están ahí porque sí, sin obedecer a más cuestiones que elaborar un recorrido definido para el jugador.
En el ámbito jugable, por suerte, las noticias no son tan amargas; The Surge 2 funciona como un a-rpg (juego de rol de acción) con un gran énfasis en su legado hack and slash; ello implica que encontraremos una infinidad de armas, herramientas y mejoras que utilizar o que acoplar a nuestro equipo. El apartado combativo es, naturalmente, heredero del The Surge original y de Lords of the Fallen, por lo que rastrear sus inspiraciones y su mapeado de controles es verdaderamente fácil -si bien lo evitaremos por aludir, en su árbol genealógico, a obras externas-; hablamos, por supuesto, de un combate cercano, íntimo, con un ritmo relativamente bien ajustado, y la posibilidad de fijar determinadas partes del cuerpo de nuestros enemigos. Esto es, además, una mecánica central de la aventura, ya que el desmembramiento es necesario para obtener armas, armaduras o piezas de mejora, y da lugar a escabrosas y espectaculares ejecuciones. Todo lo que es el entramado de combate, en líneas generales, responde bien y es mecánicamente satisfactorio, ya que hay un extraño hechizo en desgarrar, destrozar y lidiar contra los múltiples y rocambolescos peligros que pueblan Jericho City; a pesar de todo, es cierto que a veces es un tanto “machacabotones”, y desgraciadamente la confusión puede adueñarse de buena parte de los momentos, especialmente en los primeros compases de la aventura.
En este sentido, tampoco merecen una mención especial los enemigos finales, ya que generalmente son el escenario idóneo para exponer toda la clase de vicios que presenta The Surge 2: nos referimos a planteamientos con marcadas disonancias en su funcionamiento, de manera que muchas estrategias quedan ensombrecidas, o son excesivamente castigadas o inútiles, y el resultado general es definitivamente frustrante, lineal. Esa frustración, en cualquier caso, no encuentra su génesis en la apuesta por la dificultad, ya que la sensación de desafío-recompensa es uno de los grandes aciertos de la fórmula, sino en la escasez de resoluciones y en la gran cantidad de mecánicas ingratas que presenta el título, por lo que muchas veces los combates se convierten en una cuestión de paciencia o mera repetición. A ello tampoco contribuye una configuración de mundo que, a pesar de tener buenos momentos, generalmente en materia de cohesión de zonas, atajos y centros médicos que hacen las veces de puntos de control y estaciones de mejora, es anodina y repetitiva, plagada de zonas vacías, sin encanto y sin un propósito más que el de establecer una clara cadena de niveles.
En cuanto al apartado audiovisual, The Surge 2 tiene también sus claroscuros; las animaciones cumplen, y las secuencias de desmembramiento y ejecución satisfacen enteramente sus sangrientos propósitos, pero la gran mayoría de los acabados no tienen encanto, no transmiten nada más allá del furor vesánico que es Jericho City.. El diseño de niveles da pie a multitud de escenarios clónicos, a texturas muertas y a una reiteración constante de enemigos, por lo que muchas veces es normal sentirse perdido… o lo que es peor, desinteresado y desganado frente a lo que sale en pantalla. El apartado sonoro, por su parte, posee muy buenos efectos, pero también cae presa de la repetición de temas musicales, aunque hay un par de melodías que sí que pueden destacar por su composición.
Conclusiones
The Surge 2, desgraciadamente, propala sensaciones agridulces; por un lado, posee un esquema de combate interesante, y trabaja bien la sensación de desafío-recompensa -en el recorrido de zonas- que tan importante puede llegar a ser en un juego de estas características; por otro lado, a la fórmula se le ven las costuras en el diseño de niveles, en la narrativa, y lo que es peor, en un buen puñado de combates especiales que tienen planteamientos frustrantes o incómodos para el jugador. La repetición y los errores de hitbox son una triste constante de la aventura, especialmente conforme vamos avanzando, y en general terminan propiciando la impresión de que Deck 13 Interactive todavía tiene que seguir buscando su propio camino para dar, de una vez por todas, con la tecla definitiva. En general, gustará a los seguidores de la primera entrega o aquellos que están buscando un a-rpg con clara herencia Soulslike, pero hoy por hoy hay alternativas mucho mejores.
Las tétricas calles del futuro
A nivel argumental, The Surge 2 se ambienta en Jericho City, otrora un paraíso terrenal, el teatro de las esperanzas de un mundo robotizado, frío, decadente y materialista; comenzaremos la aventura escogiendo determinadas opciones en un breve editor, entre las que se encuentran algunos orígenes o la posibilidad de personalizar el sexo del personaje o algunos detalles faciales. Realmente la contextualización aquí tiene un peso muy secundario, pero el detonante se produce en medio de nuestro viaje a la prometedora urbe futurista; resulta que nuestro avión se estrella en las inmediaciones de nuestro destino, y nos despertaremos, semanas más tarde, rodeados de caos, muerte y una confusión extenuante. Una letal enfermedad de nanites ha afectado a prácticamente la totalidad de la población, y las máquinas, los energúmenos y los locos deambulan por aquí y por allá, sembrando la destrucción y la tragedia a su paso; Jericho City, en efecto, se ha convertido en otra distopía futurista más que narra el vesánico descenso a las tinieblas de la humanidad. Además, también hay algunas cuestiones un tanto más esotéricas fluyendo de fondo, como las oscuras y tormentosas visiones del protagonista o religiones que no terminan de desarrollarse de manera satisfactoria y plena.

El sencillo sistema de diálogos da a entender que hay una profundidad narrativa insertada en esta macabra danza de violencia futurista, pero está totalmente en segundo plano y aporta poquísima profundidad.
Y es que, a la hora de la verdad, el tratamiento de la narrativa es errático y permanece no ya en segundo plano, sino directamente subyugado a la profusión de combates, desmembramientos y mejora de herramientas letales, el auténtico núcleo de la fórmula que propone The Surge 2. Es cierto que hay espacio para determinados diálogos, pero su profundidad queda abrumada, como decimos, ante un desarrollo confuso, y verdaderamente no tienen mayor importancia; sirven, eso sí, como una especie de nexo para entender más o menos qué es lo que está pasando, pero les falta potencia, impacto o incluso sutileza como para despertar una auténtica curiosidad por parte del jugador. El mundo, los secundarios y los jefes finales, en su mayoría, tampoco destacan por poseer un trasfondo de altos vuelos, por lo que en mayor parte parecen mecánicas jugables con nombres; ya sean desastrados pasillos de los suburbios, abominaciones mecánicas o crueles traficantes futuristas, muchas veces da la sensación de que las cosas están ahí porque sí, sin obedecer a más cuestiones que elaborar un recorrido definido para el jugador.
En el ámbito jugable, por suerte, las noticias no son tan amargas; The Surge 2 funciona como un a-rpg (juego de rol de acción) con un gran énfasis en su legado hack and slash; ello implica que encontraremos una infinidad de armas, herramientas y mejoras que utilizar o que acoplar a nuestro equipo. El apartado combativo es, naturalmente, heredero del The Surge original y de Lords of the Fallen, por lo que rastrear sus inspiraciones y su mapeado de controles es verdaderamente fácil -si bien lo evitaremos por aludir, en su árbol genealógico, a obras externas-; hablamos, por supuesto, de un combate cercano, íntimo, con un ritmo relativamente bien ajustado, y la posibilidad de fijar determinadas partes del cuerpo de nuestros enemigos. Esto es, además, una mecánica central de la aventura, ya que el desmembramiento es necesario para obtener armas, armaduras o piezas de mejora, y da lugar a escabrosas y espectaculares ejecuciones. Todo lo que es el entramado de combate, en líneas generales, responde bien y es mecánicamente satisfactorio, ya que hay un extraño hechizo en desgarrar, destrozar y lidiar contra los múltiples y rocambolescos peligros que pueblan Jericho City; a pesar de todo, es cierto que a veces es un tanto “machacabotones”, y desgraciadamente la confusión puede adueñarse de buena parte de los momentos, especialmente en los primeros compases de la aventura.


El sistema de apuntado permite fijar determinadas partes del cuerpo y engarza definitivamente con los desmembramientos, pero también tiene buena presencia en algunos enfrentamientos finales.
En este sentido, tampoco merecen una mención especial los enemigos finales, ya que generalmente son el escenario idóneo para exponer toda la clase de vicios que presenta The Surge 2: nos referimos a planteamientos con marcadas disonancias en su funcionamiento, de manera que muchas estrategias quedan ensombrecidas, o son excesivamente castigadas o inútiles, y el resultado general es definitivamente frustrante, lineal. Esa frustración, en cualquier caso, no encuentra su génesis en la apuesta por la dificultad, ya que la sensación de desafío-recompensa es uno de los grandes aciertos de la fórmula, sino en la escasez de resoluciones y en la gran cantidad de mecánicas ingratas que presenta el título, por lo que muchas veces los combates se convierten en una cuestión de paciencia o mera repetición. A ello tampoco contribuye una configuración de mundo que, a pesar de tener buenos momentos, generalmente en materia de cohesión de zonas, atajos y centros médicos que hacen las veces de puntos de control y estaciones de mejora, es anodina y repetitiva, plagada de zonas vacías, sin encanto y sin un propósito más que el de establecer una clara cadena de niveles.
En cuanto al apartado audiovisual, The Surge 2 tiene también sus claroscuros; las animaciones cumplen, y las secuencias de desmembramiento y ejecución satisfacen enteramente sus sangrientos propósitos, pero la gran mayoría de los acabados no tienen encanto, no transmiten nada más allá del furor vesánico que es Jericho City.. El diseño de niveles da pie a multitud de escenarios clónicos, a texturas muertas y a una reiteración constante de enemigos, por lo que muchas veces es normal sentirse perdido… o lo que es peor, desinteresado y desganado frente a lo que sale en pantalla. El apartado sonoro, por su parte, posee muy buenos efectos, pero también cae presa de la repetición de temas musicales, aunque hay un par de melodías que sí que pueden destacar por su composición.


No todo es fría ciudad en The Surge 2, pero la interconexión de niveles y el backtracking están ampliamente denostados por el diseño artístico y la factura visual en sí misma.
Conclusiones
The Surge 2, desgraciadamente, propala sensaciones agridulces; por un lado, posee un esquema de combate interesante, y trabaja bien la sensación de desafío-recompensa -en el recorrido de zonas- que tan importante puede llegar a ser en un juego de estas características; por otro lado, a la fórmula se le ven las costuras en el diseño de niveles, en la narrativa, y lo que es peor, en un buen puñado de combates especiales que tienen planteamientos frustrantes o incómodos para el jugador. La repetición y los errores de hitbox son una triste constante de la aventura, especialmente conforme vamos avanzando, y en general terminan propiciando la impresión de que Deck 13 Interactive todavía tiene que seguir buscando su propio camino para dar, de una vez por todas, con la tecla definitiva. En general, gustará a los seguidores de la primera entrega o aquellos que están buscando un a-rpg con clara herencia Soulslike, pero hoy por hoy hay alternativas mucho mejores.
Alternativas
En cuanto a grandes lanzamientos, la franquicia Dark Souls, Bloodborne o Sekiro. En el lado de los indies, Death's Gambit, Salt and Sanctuary...
La utilización de algunas armas. La mejora de equipo y de implantes. El combate tiene sus momentos.
Algunos jefes finales frustrantes. Desarrollo repetitivo. Diseño artístico soso. Problemas de hitbox
The Surge 2 tiene ideas llamativas y puede dejar momentos disfrutables, pero tiene un desarrollo inarmónico y graves errores de cohesión.