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El chico bipolar
Teslagrad te hará sentir como cuando cateabas Física en el instituto.

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Versión analizada: PlayStation 4
Lo tiene todo para triunfar en el panorama independiente: una estética en tonos pastel que recuerda irremediablemente al de Braid, un desarrollo basado en la dualidad como el de Outland y un niño adorable, mudo y de nombre desconocido que muere tanto o más que el de Limbo. Teslagrad se ganó el favor del público cuando salió hace un año en Steam, así que no es de extrañar que Rain Games se haya animado a probar suerte en el dominio de las consolas, primero en Wii U y ahora en toda la gama PlayStation.
El único texto que hay en Teslagrad es el del el menú principal. A excepción de las escenas que abren y cierran la aventura, todo se cuenta mediante un teatro de marionetas que aparece en ocasiones contadas, y ni siquiera tenemos que seguir la función. El que decida hacerlo descubrirá un relato minimalista y abierto a interpretaciones sobre un padre que se separa de su familia en un momento convulso para el país, que a juzgar por el título debe de estar en los Balcanes o un par de calles más a la derecha. Y el dramón no acaba ahí, porque su hijo también se ve obligado a huir cuando las fuerzas del régimen irrumpen en su casa. El chaval, que bien podría pasar por el mismísimo Nikola Tesla en sus años mozos, se esconde en una torre donde le espera una aventura de alta tensión, además de alguna que otra respuesta.
Aunque al principio da la impresión de ser un juego de plataformas sin demasiadas pretensiones, Teslagrad no tarda en poner las cartas sobre la mesa y convertirse en un festival de saltos ajustados al milímetro. Si a esto le añadimos un escenario con un buen puñado de salas que explorar y una gran selección de puzles basados en el electromagnetismo, el resultado es una mezcla muy adictiva y exigente que solo se puede superar con ingenio, destreza con el mando y estoicismo soviético.