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Análisis de Tales of Kenzera: Zau - La historia del chamán que dominó el Sol y la Luna
EA Originals aborda el metroidvania con una apuesta ligera centrada en la mitología bantú.

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No son pocos los metroidvania que hay en el mercado, hasta el punto de poder señalar cierta saturación en este tipo de juegos 2D. Sin embargo, los jugadores siempre tenemos ganas de más, por eso seguimos disfrutando de aquellas propuestas que ofrecen algo innovador o diferente. Tales of Kenzera: Zau es el ejercicio de EA para adentrarse en esta fórmula, como suele hacer con su sello EA Originals, salpimentado con una pátina de representación cultural. Este es el trabajo de Surgent Studios y de Abubakar Salim, actor de origen británico y ascendencia keniana, que ha plasmado su visión sobre los mitos bantú, extendidos en varios países africanos.
Un duelo entre leyendas
La historia de Tales of Kenzera la narra Zuberi, un joven sumido en la tristeza al contemplar cómo la muerte se acerca a su hogar. Su vía de escape es leer la aventura de Zau, nuestro principal protagonista, un aprendiz de chamán que se enfrenta a una dura prueba por dominar las máscaras que le otorgan increíbles poderes. Esta es un historia fantástica, un relato en el que Zau, como Zuberi, debe hacer frente a la pérdida de su querida Baba. El misticismo en Tales of Kenzera es una constante durante el juego, representando muchos de los valores y conceptos de la mitología bantú.

El viaje de Zau se traslada, en términos jugables, a un metroidvania ligero, bastante lineal, donde el camino casi siempre está marcado y rara vez hay que revisitar áreas anteriores, a menos que seamos completistas. Zau es un personaje bastante ágil, como Samus en Metroid Dread, y permite alternar entre sus dos modos de ataque: la "Máscara del Sol", que ofrece ofensivas cuerpo a cuerpo, y la "Máscara de la Luna", especialista en proyectiles y hechizos a distancia. Adquirimos habilidades con bastante frecuencia, algunas de ellas las típicas que podemos esperar de este tipo de juegos, como el doble salto o el gancho. Sin embargo, también hay destellos de creatividad, como con una de las primeras habilidades que conseguimos, y que permiten a Zau congelar corrientes de agua temporalmente, lo que permite navegar o ascender por los lugares más complicados del escenario.
La dedicación narrativa a involucrarnos en el ecosistema de ideas y enseñanzas vitales de las creencias africanas es innegable. Resulta refrescante meternos en algo distinto de la típica historia de ciencia ficción, de fantasía medieval europea o cualquiera de las variantes que tan explotadas están a estas alturas. Vamos a enfrentarnos a criaturas de la mitología africana sorprendentes, que ofrecen un soplo de aire fresco al género, y a ser testigos de la progresión de Zau. Una evolución que no sólo se define por su habilidad para pelear sino también por encontrar lugares para reflexionar o encontrar enseñanzas de su maestro, en forma de coleccionables. Sin embargo, siento una carencia importante de desarrollo en la historia, pues me ha resultado difícil empatizar con los personajes. Creo que les falta profundidad y algo de carisma para ser realmente atractivos.

Este problema se ve acentuado conforme avanzan las horas de juego. Aunque la aventura dura alrededor de 10 horas, en menos de la mitad ya habremos visto casi todo lo que el juego tiene que ofrecer. A partir de cierto punto, las nuevas habilidades tienen efectos poco interesantes en la jugabilidad, los enemigos se repiten muchas veces en escenarios muy similares, y además aprendemos una técnica de combate que inutiliza casi todo nuestro arsenal previo. En resumen: Tales of Kenzera pierde inercia conforme pasan las horas, algo que quizá podría haberse amortiguado con una duración menor y una experiencia más condensada.
Este juego está muy centrado en el combate, es muy frecuente que se nos impida avanzar hasta haber derrotado una o varias oleadas de enemigos. Zau tiene un amplio arsenal a su alcance, y sería sin duda uno de los puntos fuertes del juego si los enemigos ofreciesen más variedad. Por muy divertido que sea planear, disparar en el aire y congelar enemigos con Zau, pronto se hace repetitivo. También hay varias fases plataformeras desafiantes, sobre todo en áreas opcionales, con una buena dosis de pinchos y trampas que esquivar con los movimientos acrobáticos de Zau. Me gusta el juego aéreo de este metroidvania, es gratificante, y por momentos hubiese preferido que hubiese ganado más importancia respecto a la acción.
Conclusiones
Con buenas ideas y una voluntad encomiable, Tales of Kenzera: Zau tiene cierta identidad que no podemos negar. Es agradable de jugar y su ambientación de mitología bantú resulta refrescante. En un mercado donde resulta difícil innovar, este juego de EA Originals pone un granito de arena, aunque me hubiese gustado que fuese un castillo entero, ya que hay mucho potencial que se disuelve conforme pasan las horas de aventura. Tengo la esperanza de que sea un primer paso para construir una secuela más robusta y efectiva.
Un duelo entre leyendas
La historia de Tales of Kenzera la narra Zuberi, un joven sumido en la tristeza al contemplar cómo la muerte se acerca a su hogar. Su vía de escape es leer la aventura de Zau, nuestro principal protagonista, un aprendiz de chamán que se enfrenta a una dura prueba por dominar las máscaras que le otorgan increíbles poderes. Esta es un historia fantástica, un relato en el que Zau, como Zuberi, debe hacer frente a la pérdida de su querida Baba. El misticismo en Tales of Kenzera es una constante durante el juego, representando muchos de los valores y conceptos de la mitología bantú.


El viaje de Zau se traslada, en términos jugables, a un metroidvania ligero, bastante lineal, donde el camino casi siempre está marcado y rara vez hay que revisitar áreas anteriores, a menos que seamos completistas. Zau es un personaje bastante ágil, como Samus en Metroid Dread, y permite alternar entre sus dos modos de ataque: la "Máscara del Sol", que ofrece ofensivas cuerpo a cuerpo, y la "Máscara de la Luna", especialista en proyectiles y hechizos a distancia. Adquirimos habilidades con bastante frecuencia, algunas de ellas las típicas que podemos esperar de este tipo de juegos, como el doble salto o el gancho. Sin embargo, también hay destellos de creatividad, como con una de las primeras habilidades que conseguimos, y que permiten a Zau congelar corrientes de agua temporalmente, lo que permite navegar o ascender por los lugares más complicados del escenario.
«Zau es un personaje bastante ágil, como Samus en Metroid Dread, y permite alternar entre sus dos modos de ataque: la máscara del sol, que ofrece ofensivas cuerpo a cuerpo, y la máscara de la luna, especialista en proyectiles y hechizos a distancia»
La dedicación narrativa a involucrarnos en el ecosistema de ideas y enseñanzas vitales de las creencias africanas es innegable. Resulta refrescante meternos en algo distinto de la típica historia de ciencia ficción, de fantasía medieval europea o cualquiera de las variantes que tan explotadas están a estas alturas. Vamos a enfrentarnos a criaturas de la mitología africana sorprendentes, que ofrecen un soplo de aire fresco al género, y a ser testigos de la progresión de Zau. Una evolución que no sólo se define por su habilidad para pelear sino también por encontrar lugares para reflexionar o encontrar enseñanzas de su maestro, en forma de coleccionables. Sin embargo, siento una carencia importante de desarrollo en la historia, pues me ha resultado difícil empatizar con los personajes. Creo que les falta profundidad y algo de carisma para ser realmente atractivos.


Este problema se ve acentuado conforme avanzan las horas de juego. Aunque la aventura dura alrededor de 10 horas, en menos de la mitad ya habremos visto casi todo lo que el juego tiene que ofrecer. A partir de cierto punto, las nuevas habilidades tienen efectos poco interesantes en la jugabilidad, los enemigos se repiten muchas veces en escenarios muy similares, y además aprendemos una técnica de combate que inutiliza casi todo nuestro arsenal previo. En resumen: Tales of Kenzera pierde inercia conforme pasan las horas, algo que quizá podría haberse amortiguado con una duración menor y una experiencia más condensada.
«Tales of Kenzera pierde inercia conforme pasan las horas, algo que quizá podría haberse amortiguado con una duración menor y una experiencia más condensada»
Este juego está muy centrado en el combate, es muy frecuente que se nos impida avanzar hasta haber derrotado una o varias oleadas de enemigos. Zau tiene un amplio arsenal a su alcance, y sería sin duda uno de los puntos fuertes del juego si los enemigos ofreciesen más variedad. Por muy divertido que sea planear, disparar en el aire y congelar enemigos con Zau, pronto se hace repetitivo. También hay varias fases plataformeras desafiantes, sobre todo en áreas opcionales, con una buena dosis de pinchos y trampas que esquivar con los movimientos acrobáticos de Zau. Me gusta el juego aéreo de este metroidvania, es gratificante, y por momentos hubiese preferido que hubiese ganado más importancia respecto a la acción.
Conclusiones
Con buenas ideas y una voluntad encomiable, Tales of Kenzera: Zau tiene cierta identidad que no podemos negar. Es agradable de jugar y su ambientación de mitología bantú resulta refrescante. En un mercado donde resulta difícil innovar, este juego de EA Originals pone un granito de arena, aunque me hubiese gustado que fuese un castillo entero, ya que hay mucho potencial que se disuelve conforme pasan las horas de aventura. Tengo la esperanza de que sea un primer paso para construir una secuela más robusta y efectiva.
Jugado en PlayStation 5. Clave digital proporcionada por Electronic Arts
Alternativas
Prince of Persia: The Lost Crown, saga Ori.
El control es ágil y gratificante, hay mecánicas interesantes.
Las buenas ideas se agotan rápido y abusa de repetir fórmulas demasiado.
Satisfactoria aventura con ideas interesantes e inspiración poco convencional, muy centrada en la acción y poco en la exploración.