Este juego es una monada

Super Monkey Ball es una de las criaturas de Sega que sigue al pie del cañón después de tantos años. No es que sea su serie más famosa, pero sí que tiene su pequeño nicho de mercado. Estos simpáticos monos no se cansan de rodar metidos en una bola y expanden su área de acción hasta Playstation Vita.

Aquí no hay historia que valga, sólo importa que tenemos a cuatro monos para controlar y su única diferencia es que uno es más mono que otro (valga la redundancia). El modo principal es el clásico de la serie, donde no controlamos a la bola en sí, sino el escenario al completo y así guiamos su camino hasta la meta.

En un principio, los niveles son muy sencillos y apenas encontramos alguna dificultad para alcanzar el objetivo, pero la dificultad se incrementa progresivamente. La curva está muy bien llevada, lo único malo es que llegado a un punto se hace bastante difícil avanzar y el reto crece exponencialmente. Las fases están divididas en varias dificultades (principiante, normal, avanzado y experto) y cada una de ellas consta de varios mundos. Las vidas no son infinitas y si nos quedamos sin ninguna (después de agotar también las continuaciones) el juego habrá terminado. Aunque parece que tenemos vidas de sobra, las caídas en los niveles de dificultad más altos se suceden con demasiada rapidez. Por suerte, al recoger una cantidad determinada de plátanos que hay dispersados por todos los escenarios, ganamos una nueva vida. Esto no siempre es fácil, pero al menos tenemos un nivel extra en cada mundo sin límite de tiempo y con cincuenta plátanos que recoger.

Ya hemos dicho que la dificultad es notable, pero la duración también es algo corta. Con paciencia y dedicación se puede terminar este modo en unas horas y ya se acaba la diversión del reto que propone. El diseño de niveles es uno de los factores que influye en la dificultad, pero hay otro que cabrea algo más: la cámara. En un principio, que la cámara se mueva automáticamente según el giro de la bola no debería resultar un problema, pero es que hay veces que es necesario que tengamos nosotros mismos el control para ciertos momentos difíciles. El stick derecho permite moverla, es cierto, pero el manejo no llega a ser suficiente.

Por otro lado, Banana Splitz aprovecha el giroscopio de Vita para añadir el control a través del movimiento de la consola. Se trata más bien de una anécdota, útil para los primeros niveles, pero totalmente desaconsejable para desafíos más difíciles donde el control debe ser pleno.