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Recuerdos del pasado
Perdido en un mar de pesadillas se compone de un capítulo extra inédito y de nuevas incorporaciones en el modo Mercenarios.
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Introducción
El predominio absoluto de la acción fue algo que provocó que la franquicia se situara lejos de lo que se entiende por survival horror. Este planteamiento, que se inició con la cuarta entrega de la saga, no agradó a todo el mundo, pese que el juego fue considerado como unos de los títulos destacados del año. Esa misma fórmula se repitió cuatro años después en Resident Evil 5, creando una división de opiniones que todavía se hizo más patente con el lanzamiento de la demo, donde se comprobaba que el título bebía directamente de las raíces de su predecesor. Su carta de presentación era algo que, en cierta manera, le lastraba, aún incorporando novedades en el sistema de control y en el desarrollo del juego, que nos llevaba a cooperar con la computadora o con un amigo. Es indudable que sus valores de producción han sido, junto al apartado técnico, de los más altos de la generación, pero, como venimos diciendo, su control algo anticuado y estático se quedó estancado en Resident Evil 4, incapaz de evolucionar y explotar todo su potencial.
Casi un año después de tan esperado lanzamiento, nos llega su primera expansión, Perdido en un mar de pesadillas, que nos pretende deleitar con una ambientación y desarrollo propio de los Resident Evil clásicos. Ahora, más que nunca, es un compendio de puzles, exploración y combates que se van complementando durante el transcurso de nuestra aventura.
Historia y jugabilidad
El principal argumento del contenido descargable es que averigüemos cómo perdió Chris Redfield a su compañera Jill Valentine en una misión que les llevó a explorar la mansión Spencer, supuestamente el lugar donde un informe revelaba que allí yacía el último responsable del desarrollo de armas biológicas. Así que nuestros protagonistas fueron enviados para descubrir y detener al criminal. Sin embargo, tras llegar a una cierta sala, se encontraron al anciano muerto a manos de Albert Wesker. Es entonces cuando vemos un enfrentamiento entre Chris y Jill contra el villano que, en un momento del combate, es lanzado por la ventana junto a Jill, librando esta última de una muerte segura a su compañero. Y bueno, no vamos a contar para no aplastar la sorpresa a nadie. Todo esto es lo que sabíamos... hasta ahora.
Así, empezamos la aventura en la sala principal de la mansión, idéntica a la que conocíamos. Nuestro primer objetivo está en investigar cada recoveco de la mansión, recogiendo munición y hallando nuevos objetos y pistas para acceder a nuevas zonas, todo con el ya conocido sistema de control. Esta premisa nos recuerda con exactitud a los desarrollos de las entregas anteriores, más orientadas a la exploración que a la acción. Este enfoque tradicional es el principal ingrediente de este capítulo, donde incluso daremos con rompecabezas que nos entrañan excesiva complejidad. Una vez escudriñada la parte superior, daremos con el sótano, donde nos enfrentaremos a un enemigo cuyas habilidades es algo que no vamos a destripar aquí, pero basta con decir que es poco numeroso e increíblemente fuerte y más nos vale no consumir balas inútiles en él, porque de lo contrario estaremos perdidos. En la trama final nos espera Albert Wesker, nuestro peor enemigo.
Lo que más nos ha gustado de este extra es su ambientación, más oscura y más acorde al estilo de los primeros Resident Evil, adornada además de relámpagos, ruidos inquietantes y otros efectos de gran calidad que nos dan esa sensación de agobio propia de un survival horror. Además, mediante un sencillo truco, podemos jugar con la cámara estática de la saga, lo que ayuda a reforzar aún más esta afirmación. Además, hay varios guiños presentes en la misión que a buen seguro agradará a los fans, como cuando Jill interpreta la sonata de Beethoven.