Demolition Man

Seis años no son lo único que separa a Guerrilla de la segunda parte de Red Faction. Tras un descanso que bien se podrían tomar otras series, el juego de Volition (empresa responsable de los estupendos Saints Row) ha experimentado dos cambios fundamentales. El primero es de perspectiva, ya que en esta ocasión no veremos la acción a través de los ojos del protagonista sino en tercera persona, y el segundo es de género, así que el shooter de toda la vida cede el testigo al sandbox que tan de moda está últimamente. En otras palabras, tenemos un mundo abierto con un montón misiones que cumplir, un planteamiento que dista mucho de se nuevo. Pero si decimos que mantiene la seña de identidad de Red Faction, es decir, que podemos destruir casi todo lo que está a nuestro alcance, la cosa cambia.

La Earth Defense Force (EDF a partir de ahora), una organización militar que domina hasta el último rincón de Marte, tiene recluidos a sus habitantes en campos de concentración y ha hecho del abuso de poder algo cotidiano. El panorama es casi más desolador que cuando no había ni un alma. Diestro en el manejo del martillo, el minero Alec Mason aterriza en el planeta rojo en busca de trabajo y se reúne con su hermano Dan, al que no ha visto desde hace mucho tiempo. Alec no tarda en darse cuenta de que Dan está relacionado con la Red Faction, un grupo de presuntos terroristas que atenta contra el liderazgo de la EDF. Cosas del destino, una patrulla de la EDF localiza a Dan y no duda en acabar con él delante de su hermano.

Nada en su haber, Alec tiene un encontronazo con unos cuantos soldados de la EDF que le asocian con Dan y, en consecuencia, con la Red Faction. Se resiste a ser detenido y no dudan en encañonarle, pero la aparición de los insurgentes da la vuelta a los acontecimientos y Alec logra salir con vida. En Marte uno está con la EDF o en contra de ella, así que Dan no tiene más remedio que replantearse sus principios y poner su martillo al servicio de la guerrilla. El argumento es bastante olvidable, pero eso poco importa. Este Red Faction tiene muchas virtudes que procedemos a descubrir.

Marte está dividido en seis zonas: Parker, Dust, Badlands, Oasis, Eos y Free Fire. Nuestro objetivo en el juego es explorar poco a poco el territorio, reducir la presencia de la EDF mediante acciones armadas y extender el influjo de la Red Faction. La guerra en la que echamos a Napoleón no fue nada en comparación con esto, amigos. Alec es el miembro más activo de los sublevados, así que tendremos una buena cantidad de misiones diferentes en las que participar.

Como ya hemos dicho, en Red Faction: Guerrilla casi todos los elementos del escenario son destructibles. De hecho, salvo las laderas de las montañas marcianas todo lo es. Eso significa que con las herramientas adecuadas podemos echar abajo edificios de la EDF, puentes, torres de suministro energético, maquinaria... lo que se nos ocurra. Dominar el arte de la deconstrucción es la clave para tener éxito en la campaña, ya que es un componente de la inmensa mayoría de los desafíos.

Antes de entrar en materia, conviene que expliquemos las herramientas que a nuestra disposición para sembrar el terror entre las filas enemigas. El arma favorita de Alec es el martillo de minero, tan contundente que puede derribar paredes del material más duro como si fueran de cartón. Desde el principio también tenemos bombas con control remoto que se adhieren a cualquier superficie (entre ellas los cascos de los enemigos, aconsejamos hacer la prueba) y se detonan con una simple pulsación del botón correspondiente. Por supuesto, la pistola y el rifle no faltan a la cita.