La mejor forma de salir de la crisis

Los concursos en los que se mide y premia el conocimiento del jugador siempre han tenido éxito en la televisión, prueba de ello es la cantidad de programas que ha habido y sigue habiendo en la parrilla. ¿Quién quiere ser millonario? (también conocido como 50x15) era uno de los más populares antaño, presentado por el vizcaíno Carlos Sobera, que aún sigue haciendo de las suyas en la pequeña pantalla con Atrapa un millón. ¿Quién no ha participado desde casa en estos tipos de concursos e incluso insultado al concursante por no saber algo que nosotros sí sabíamos?

Ahora tenemos la opción de participar desde la comodidad del sofá y con quien queramos. Lo bueno de este tipo de juegos es que, además, se pueden jugar en compañía con un único mando. Cuando comenzamos a jugar, hay que pasar por una pregunta en la que debemos ordenar las respuestas según nos indican. En el programa original, ésta era la forma de elegir al concursante que se sentaría en la silla central. Si esto fuera así en el juego de consola, quizás nos podríamos tirar horas y horas sin jugar porque no acertamos. Sin embargo, da igual que la respuesta sea correcta o errónea: siempre concursamos, lo único que nos dan más o menos puntos según el resultado.

La mecánica es exactamente igual que en la televisión. Tenemos que responder quince preguntas para ganar un millón de euros y como ayuda tenemos tres comodines: el del 50%, el de la llamada y el del público. La puesta en escena es tal y como la recordábamos. Las primeras preguntas son de lo más fácil, pero conforme avanzamos la cosa se pone más difícil y es necesario pararse a reflexionar. Los comodines no nos garantizan una victoria. El público puede estar indeciso y no darnos una respuesta definitiva o la llamada (o una serie de sonidos guturales aparentemente humanos) puede no conocer la respuesta y dejarnos tal y como estábamos antes.

La cantidad de preguntas es considerable (en ninguna de nuestras partidas nos hemos encontrado con alguna repetida) y muy variada. Lo mejor de esta edición es que no sólo podemos enfrentarnos a cuestiones de cultura general, sino también a preguntas de cine y de la irreverente serie South Park. Los cinéfilos pueden demostrar así si verdaderamente saben del tema o no. En cuanto a la edición South Park, está perfectamente recreada, incluso nos meteremos en la piel de uno de los personajes y el público también será parte de la serie. Los comentarios graciosos se suceden en cada pregunta, aunque suena extraño no escuchar ningún taco viniendo de sus bocas.

El apartado visual es muy modesto y funcional. La mejor parte se la lleva el presentador, con un buen modelado y un acento británico impecable. Es una lástima que la cantidad de comentarios son muy escasos y, en muchas ocasiones, estúpidos. Dan ganas de poner en silencio la televisión para no escucharle repetir las mismas cosas siempre. La peor parte se la lleva el concursante; es decir, nosotros mismos, que encarnamos a un cincuentón fondón y alopécico recubierto por un aura oscura que impide que se le vea la cara. El público son dos maniquíes copiados hasta la saciedad. El doblaje es, aunque cansino, correcto, y los efectos de sonido son calcados a los del programa original.

¿Quién quiere ser millonario? Ediciones especiales ofrece un sinfín de preguntas sobre cultura general, cine y South Park. Es una buena forma de pasar un buen rato en compañía y competir para ver quién es el más ducho en los diferentes campos, pero su ritmo lento quizás haga algo aburrido las largas sesiones de juego.