PlayStation 2
La culminación de una saga
Capcom ha conseguido con Onimusha 3 poner el broche de oro a una de las mejores sagas de PS2, en una entrega que mejora en casi todo a los 2 primeros capítulos.

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"Todo lo que tiene un principio, tiene un final"
Esta frase se hizo famosa con la llegada de la última película de Matrix, que hacía referencia a la finalización de la trilogía de los hermanos Wachowski. Algo así podría aplicarse al juego que ahora nos ocupa, Onimusha 3, ya que esta tercera parte también supone el final de esta saga en PS2. Aunque existe una gran diferencia con respecto a la trilogía cinematográfica: esta vez, el capítulo final se convierte en el mejor de los 3, poniendo el broche de oro perfecto a una de las mejores sagas que han aparecido en la consola de Sony.
Pero hagamos un poco de historia. Aunque las 3 entregas de la saga hayan aparecido en PS2, en un principio la primera parte iba a salir para Nintendo 64; después se trasladó su desarrollo a PSOne, y finalmente salió en la negra de Sony en el año 2001. En Onimusha Warlords manejábamos a Samanosuke Akechi, un samurai que debía luchar contra hordas de demonios liderados por Nobunaga Oda, el gran villano de la saga. Se trataba de una especie de survival horror pero ambientado en el Japón feudal y con espadas en lugar de pistolas. En 2002 salió la secuela, Onimusha 2: Samurai's Destiny, en donde el protagonista esta vez era Jubei Yagyu, quien de nuevo debía enfrentarse a Nobunaga en un juego que apostaba más por la acción que su predecesor. Finalmente, 2 años después nos llega la conclusión de la trilogía, en donde regresa como protagonista Samanosuke Akechi, esta vez acompañado por Jaques Blanc (interpretado por el famoso actor francés Jean Reno), quienes librarán la batalla final contra el poderoso Nobunaga en una entrega que supera en casi todos los aspectos a sus "precuelas", y que se convierte definitivamente en un juego de acción en toda regla con pequeños toques de exploración y puzzles.
Viajando por el tiempo
El argumento del juego nos sitúa en 1582. Samanosuke Akechi, quien desapareciera años atrás y se le diera por muerto, reaparece en el templo Honnou-ji para enfrentarse a Nobunaga Oda en la que será la batalla definitiva. Pero algo pasa en medio del combate. Samanosuke es transportado al futuro, concretamente al París de 2004, y allí descubre que toda la ciudad ha sido tomada por los demonios genma, quienes también han viajado en el tiempo. A su vez, Jaques Blanc, un agente especial de la policía francesa, es transportado hasta el Japón de 1582.
A partir de este punto, el objetivo de ambos protagonistas es el de regresar a su tiempo y derrotar a Nobunaga, para lo cual contarán con la ayuda de diferentes personajes, como Michelle, la novia de Jaques, o Ako, una especie de hada que tiene el poder de viajar en el tiempo a su antojo, manteniendo en contacto a Samanosuke y Jaques durante todo el juego.
La historia de este Onimusha no sólo es la más intensa de la serie, con venganza, odio, drama y romance de por medio, sino también es la más original, al mezclarse personajes de diferentes épocas y lugares, y con las paradojas típicas de los viajes en el tiempo. La mezcla del Japón feudal con el París contemporáneo ha resultado ser todo un acierto, dando un soplo de aire fresco a la ambientación de la saga sin traicionar el espíritu de las 2 primeras entregas.
Esta frase se hizo famosa con la llegada de la última película de Matrix, que hacía referencia a la finalización de la trilogía de los hermanos Wachowski. Algo así podría aplicarse al juego que ahora nos ocupa, Onimusha 3, ya que esta tercera parte también supone el final de esta saga en PS2. Aunque existe una gran diferencia con respecto a la trilogía cinematográfica: esta vez, el capítulo final se convierte en el mejor de los 3, poniendo el broche de oro perfecto a una de las mejores sagas que han aparecido en la consola de Sony.
Pero hagamos un poco de historia. Aunque las 3 entregas de la saga hayan aparecido en PS2, en un principio la primera parte iba a salir para Nintendo 64; después se trasladó su desarrollo a PSOne, y finalmente salió en la negra de Sony en el año 2001. En Onimusha Warlords manejábamos a Samanosuke Akechi, un samurai que debía luchar contra hordas de demonios liderados por Nobunaga Oda, el gran villano de la saga. Se trataba de una especie de survival horror pero ambientado en el Japón feudal y con espadas en lugar de pistolas. En 2002 salió la secuela, Onimusha 2: Samurai's Destiny, en donde el protagonista esta vez era Jubei Yagyu, quien de nuevo debía enfrentarse a Nobunaga en un juego que apostaba más por la acción que su predecesor. Finalmente, 2 años después nos llega la conclusión de la trilogía, en donde regresa como protagonista Samanosuke Akechi, esta vez acompañado por Jaques Blanc (interpretado por el famoso actor francés Jean Reno), quienes librarán la batalla final contra el poderoso Nobunaga en una entrega que supera en casi todos los aspectos a sus "precuelas", y que se convierte definitivamente en un juego de acción en toda regla con pequeños toques de exploración y puzzles.
Viajando por el tiempo
El argumento del juego nos sitúa en 1582. Samanosuke Akechi, quien desapareciera años atrás y se le diera por muerto, reaparece en el templo Honnou-ji para enfrentarse a Nobunaga Oda en la que será la batalla definitiva. Pero algo pasa en medio del combate. Samanosuke es transportado al futuro, concretamente al París de 2004, y allí descubre que toda la ciudad ha sido tomada por los demonios genma, quienes también han viajado en el tiempo. A su vez, Jaques Blanc, un agente especial de la policía francesa, es transportado hasta el Japón de 1582.
A partir de este punto, el objetivo de ambos protagonistas es el de regresar a su tiempo y derrotar a Nobunaga, para lo cual contarán con la ayuda de diferentes personajes, como Michelle, la novia de Jaques, o Ako, una especie de hada que tiene el poder de viajar en el tiempo a su antojo, manteniendo en contacto a Samanosuke y Jaques durante todo el juego.
La historia de este Onimusha no sólo es la más intensa de la serie, con venganza, odio, drama y romance de por medio, sino también es la más original, al mezclarse personajes de diferentes épocas y lugares, y con las paradojas típicas de los viajes en el tiempo. La mezcla del Japón feudal con el París contemporáneo ha resultado ser todo un acierto, dando un soplo de aire fresco a la ambientación de la saga sin traicionar el espíritu de las 2 primeras entregas.