Excursión letal

Analizado en PlayStation 4. Copia digital proporcionada por Sony.

Con Nubla me pasa lo mismo que con Toren: sé que es un juego con buenas intenciones y pensado para la difusión cultural, así que no puedo evitar tenerle cierta simpatía, pero como analista me veo obligado a decir que no da una a derechas. El proyecto ha surgido de la colaboración entre dos universidades y el museo Thyssen-Bornemisza para el PlayStation Talents, un programa organizado por Sony que pretende impulsar el desarrollo de videojuegos en nuestro país, y aunque está bien que la empresa se implique con este tipo de iniciativas, aquí parece haberse saltado los controles de calidad.

La historia de Nubla resulta bastante ambigua, posiblemente para hacer hincapié en su condición de juego artístico. En él controlamos a un niño o una niña que deben recorrer una versión onírica del Thyssen (o algo así) donde los cuadros son puertas a mundos cada vez más aburridos, los puzles no tienen el menor atisbo de originalidad y los bugs requieren la actuación inmediata de un exterminador.

En una de las primeras salas del juego nos hacen elegir entre varios personajes, cada uno con un poder distinto que no se explica en ningún momento, y algunos de ellos son totalmente inservibles. En la siguiente aparece el típico puzle de completar cuadros con objetos, pero al intercambiarlos siempre desaparece uno de los dos, así que basta con dar un paso en falso para que no haya solución. Y así todo el rato. Ni os imagináis la cantidad de veces que he tenido que reiniciar el nivel hasta dar con la combinación adecuada, un verdadero suplicio al que se suma la extrema lentitud del control.

No he conseguido terminar Nubla. No sé si al final los niños encuentran la iluminación, la tienda de recuerdos o a Tita Cervera encadenada a un árbol, y creo que me voy a quedar con la duda. He empezado el juego tres veces, he cambiado de personaje y lo he probado todo, pero siempre me he encontrado con algo que me ha impedido avanzar. El puzle en el que hay que trastear con una puerta para abrirla es la gota que colma el vaso: al pulsar el botón para ver el mecanismo, el personaje se desplaza por arte de magia a la izquierda, por lo que la única forma de resolverlo es tantear a ciegas. Y no es por nada, pero se me ocurren mejores cosas que hacer, como visitar la exposición temporal de Munch en el Thyssen.

Una de las grandes bazas de la propuesta debería ser el apartado artístico. Puede que la miel no esté hecha para la boca del asno, pero a mí desde luego no me parece especialmente bonito. Es imposible no fijarse en detalles como los dientes de sierra y la torpeza de las animaciones cuando todo es tan blanco y puro, aunque también hay salas impresionistas con un poco más de gracia. En general es bastante soso para contar con el respaldo de una pinacoteca de referencia.

Lo más sorprendente de todo este asunto es que Nubla es solo la primera parte de una trilogía, algo que debería ser impensable para un juego a medio hacer. Estén incluidas o no en el precio, hay decenas de opciones mucho mejores en las que invertir esos diez euros dentro y fuera de la PS Store. ¿Hace cuánto que no vas a un museo?