PlayStation 3
Burnout for Speed
Criterion se hace valer y estampa su sello de identidad bajo el nombre de Need For Speed
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Es imprescindible hablar de Burnout Paradise , así como de Need For Speed Hot Pursuit para tratar de valorar correctamente Need For Speed: Most Wanted. Sin querer tratar de abrir un análisis con aburridas comparativas y análisis técnicos entre los tres títulos, sí que hay que tener en cuenta que lo de Most Wanted es algo excepcional. Criterion, los mismos que han firmado la serie Burnout, desde tiempos inmemoriales han sido la competencia directa de NFS, pero en esta ocasión han cambiado de bando para, como bien dice el propio título del juego, dedicarse a la principal franquicia de carreras de EA. Dado que ahora forman parte de la misma productora (es decir, EA) la estrategia de llevar el estilo Burnout bajo el mucho más popular nombre de NFS ha permitido aunar lo característico de las dos series.
El carácter tuning de las últimas entregas de NFS ha quedado olvidado en favor de una presentación más elegante, en la que destaca la personalidad auténtica de cada coche. Podremos ponernos a los mandos de máquinas tan emblemáticas como el Lamborghini Gallardo, el Maserati Gran Turismo, Tesla Roadster o Mitsubishi Lancer. También hay cabida para algunos más atípicos como el monoplaza Ariel Atom, el BAC Mono o el Marussia B2, lo que conforma una lista de más de 30 vehículos con todo lujo de detalles. Cada uno de ellos cuenta con mejoras técnicas (que no estéticas) como el chásis aerodinámico, los neumáticos 4x4 o las distintas configuraciones de marchas, con un total de 15 mejoras disponibles: un nivel de personalización más que aceptable para un arcade.
Pero lo más interesante de Most Wanted es su carácter jugable. Mientras que en Need For Speed: Hot Pursuit la conducción era muy rápida, los circuitos apenas tenían curvas y primaban las persecuciones policiales; en Most Wanted el control es más preciso y pausado (aun siendo endiabladamente rápido) ya que los circuitos son mucho más complejos, y la policía tiene un papel secundario. Pero lo realmente diferenciador es el sistema sandbox implementado, que sigue la senda de Burnout Paradise. Además incorpora un sistema de Speed Points, puntos que sirven para atribuirnos un "nivel" en la lista de los más buscados de la ciudad. Mediante los SP se desbloquean nuevos coches y eventos, y hay múltiples maneras de conseguirlos que detallaremos sucesivamente.
Nada más comenzar a jugar tomamos el control del coche en la ciudad y no lo abandonamos en ningún momento excepto para las pantallas de carga. Podemos viajar por la ciudad indistintamente de las carreras y las demás pruebas, por puro placer y para interactuar con algunos elementos del entorno que encontraremos. Así, por ejemplo, podemos atravesar los carteles publicitarios mediante saltos estratosféricos o batir récords de velocidad con nuestros amigos en los radares policiales. El mapeado también sirve como acceso a las diferentes carreras y para desbloquear nuevos coches, ya sea al encontrarlos en el mapa o al derrotarlos en lo que sería un takedown, aunque dicho nombre no aparece por ningún lado.
Y es que los takedowns, es decir, golpear al coche rival para que estrelle, son muy importantes, casi tanto como saber pilotar. Como en todo NFS, cada carrera está condicionada por la descarga de nitro, es decir, el sistema turbo que permite alcanzar velocidades espectaculares. Al igual que en Paradise, derrotar a los rivales, hacer saltos o conducir en dirección contraria aumenta la reserva de nitro. Tenemos que saber gestionarla ya que dura muy poco y durante su utilización el coche pierde maniobrabilidad. Junto con ello, el estar pendiente en todo momento de cuál es el trazado de la carrera es muy importante, mirando el mapa y las indicaciones en la carretera; si nos metemos por el callejón equivocado podemos perder mucho tiempo. Derrotar a los rivales, ganar carreras y batir nuestros récords aumentará nuestros SP.
El carácter tuning de las últimas entregas de NFS ha quedado olvidado en favor de una presentación más elegante, en la que destaca la personalidad auténtica de cada coche. Podremos ponernos a los mandos de máquinas tan emblemáticas como el Lamborghini Gallardo, el Maserati Gran Turismo, Tesla Roadster o Mitsubishi Lancer. También hay cabida para algunos más atípicos como el monoplaza Ariel Atom, el BAC Mono o el Marussia B2, lo que conforma una lista de más de 30 vehículos con todo lujo de detalles. Cada uno de ellos cuenta con mejoras técnicas (que no estéticas) como el chásis aerodinámico, los neumáticos 4x4 o las distintas configuraciones de marchas, con un total de 15 mejoras disponibles: un nivel de personalización más que aceptable para un arcade.
Pero lo más interesante de Most Wanted es su carácter jugable. Mientras que en Need For Speed: Hot Pursuit la conducción era muy rápida, los circuitos apenas tenían curvas y primaban las persecuciones policiales; en Most Wanted el control es más preciso y pausado (aun siendo endiabladamente rápido) ya que los circuitos son mucho más complejos, y la policía tiene un papel secundario. Pero lo realmente diferenciador es el sistema sandbox implementado, que sigue la senda de Burnout Paradise. Además incorpora un sistema de Speed Points, puntos que sirven para atribuirnos un "nivel" en la lista de los más buscados de la ciudad. Mediante los SP se desbloquean nuevos coches y eventos, y hay múltiples maneras de conseguirlos que detallaremos sucesivamente.
Nada más comenzar a jugar tomamos el control del coche en la ciudad y no lo abandonamos en ningún momento excepto para las pantallas de carga. Podemos viajar por la ciudad indistintamente de las carreras y las demás pruebas, por puro placer y para interactuar con algunos elementos del entorno que encontraremos. Así, por ejemplo, podemos atravesar los carteles publicitarios mediante saltos estratosféricos o batir récords de velocidad con nuestros amigos en los radares policiales. El mapeado también sirve como acceso a las diferentes carreras y para desbloquear nuevos coches, ya sea al encontrarlos en el mapa o al derrotarlos en lo que sería un takedown, aunque dicho nombre no aparece por ningún lado.
Y es que los takedowns, es decir, golpear al coche rival para que estrelle, son muy importantes, casi tanto como saber pilotar. Como en todo NFS, cada carrera está condicionada por la descarga de nitro, es decir, el sistema turbo que permite alcanzar velocidades espectaculares. Al igual que en Paradise, derrotar a los rivales, hacer saltos o conducir en dirección contraria aumenta la reserva de nitro. Tenemos que saber gestionarla ya que dura muy poco y durante su utilización el coche pierde maniobrabilidad. Junto con ello, el estar pendiente en todo momento de cuál es el trazado de la carrera es muy importante, mirando el mapa y las indicaciones en la carretera; si nos metemos por el callejón equivocado podemos perder mucho tiempo. Derrotar a los rivales, ganar carreras y batir nuestros récords aumentará nuestros SP.






