Xbox 360
Lágrimas en la odisea perdida
Hironobu Sakaguchi se consolida en esta nueva etapa en su carrera con un RPG de factura eminentemente clásica pero increíblemente emotiva en el que las lágrimas están garantizadas.
Por David García Abril,
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La generación anterior la industria fue especialmente turbulenta en el plano empresarial. Los cambios en el público objetivo, ciertas discrepancias en el seno de algunas compañías y el incesante encarecimiento en los costes de producción de los juegos llevaron a que noticias como el abandono de peces gordos de las empresas donde se hicieron un nombre o las fusiones y absorciones entre grandes estudios estuvieran a la orden del día. Una tendencia que continua a día de hoy.
Uno de los casos más problemáticos se dio en la compañía japonesa Square. La celebérrima creadora de la todavía más celebérrima saga Final Fantasy lo pasó realmente mal a principios de la década, principalmente debido al estrepitoso fracaso que supuso la película Final Fantasy: La fuerza interior. Las grandes pérdidas que sufrió el estudio por la producción del film les llevó a la famosa fusión con la compañía Enix, la reanudación de su relación con Nintendo y un cambio de política de empresa que no sentó pero que nada bien a los fans, basada en el sobre abuso de su saga más conocida, muy especialmente su séptima entrega. Y al parecer no fueron los únicos descontentos, ya que el creador de la saga fetiche de la compañía del cuadrado, Hironobu Sakaguchi, también tendría sus más y sus menos con la nueva dirección tomada por la empresa.
Así pues, ni corto ni perezoso, Sakaguchi acabó por recoger sus bártulos y abandonar la compañía donde escribió su nombre en la historia para fundar su propio estudio: Mistwalker. Y como los de Microsoft no son tontos, no tardaron en darse cuenta del potencial que tendrían la nueva compañía y sus futuras obras para ayudar a su nueva consola a hacerse un hueco en el difícil mercado nipón. De este modo, la compañía de Bill Gates empezó a untar al maestro japonés con generosos cheques para asegurarse de la exclusividad de sus juegos para XBox 360, saliéndoles redonda la jugada. Aquí el que no corre, vuela.
No tardaron en dar bombo a los dos primeros juegos que saldrían del estudio: Blue Dragon y Lost Odyssey. Ambos presentados antes del nacimiento de la consola y con el apoyo financiero de Microsoft, el primero sería la toma de contacto de Sakaguchi con la Next-Gen, contando con la colaboración de Akira Toriyama, el autor del manga Dragon Ball, para los diseños de personajes y la de Nobuo Uematsu para la banda sonora. Este juego, que ya pudimos disfrutar el invierno pasado, se mostró como un juego más que notable, pero que carecía de ese aire de grandeza que suelen tener las producciones de Sakaguchi. A pesar de todo, se reveló como un aperitivo que dejó un buen sabor de boca.
Pero el verdadero plato fuerte estaba aún por llegar. Lost Odyssey sería el juego que reflejaría realmente el estilo de Sakaguchi a la hora de producir juegos, manteniendo la filosofía y espíritu con el que siempre nos deleitaba en Final Fantasy, algo que se podía adivinar viendo las capturas y videos que iban apareciendo durante el proceso de desarrollo. Y para ello, Sakaguchi volvería a rodearse de aliados de primera categoría para hacer realidad su nueva gran obra. Además de contar una vez más con la batuta maestra de Nobuo Uematsu, el juego también vendría avalado por el diseño de personajes del dibujante de mangas Takehiko Inoue (autor de Vagabond) y por el escritor Kiyoshi Shigematsu, muy famoso en Japón y el cual se encargaría de crear una serie de cuentos cortos a cual más emotivo para descubrir el largo y tortuoso pasado del protagonista.
De este modo, con la unión de tres grandes mentes y la ilusión recuperada de uno de los genios más influyentes de la industria, nos llega un RPG japonés que reúne lo mejor que puede ofrecer el género en su vertiente más clásica.
Uno de los casos más problemáticos se dio en la compañía japonesa Square. La celebérrima creadora de la todavía más celebérrima saga Final Fantasy lo pasó realmente mal a principios de la década, principalmente debido al estrepitoso fracaso que supuso la película Final Fantasy: La fuerza interior. Las grandes pérdidas que sufrió el estudio por la producción del film les llevó a la famosa fusión con la compañía Enix, la reanudación de su relación con Nintendo y un cambio de política de empresa que no sentó pero que nada bien a los fans, basada en el sobre abuso de su saga más conocida, muy especialmente su séptima entrega. Y al parecer no fueron los únicos descontentos, ya que el creador de la saga fetiche de la compañía del cuadrado, Hironobu Sakaguchi, también tendría sus más y sus menos con la nueva dirección tomada por la empresa.
Así pues, ni corto ni perezoso, Sakaguchi acabó por recoger sus bártulos y abandonar la compañía donde escribió su nombre en la historia para fundar su propio estudio: Mistwalker. Y como los de Microsoft no son tontos, no tardaron en darse cuenta del potencial que tendrían la nueva compañía y sus futuras obras para ayudar a su nueva consola a hacerse un hueco en el difícil mercado nipón. De este modo, la compañía de Bill Gates empezó a untar al maestro japonés con generosos cheques para asegurarse de la exclusividad de sus juegos para XBox 360, saliéndoles redonda la jugada. Aquí el que no corre, vuela.
No tardaron en dar bombo a los dos primeros juegos que saldrían del estudio: Blue Dragon y Lost Odyssey. Ambos presentados antes del nacimiento de la consola y con el apoyo financiero de Microsoft, el primero sería la toma de contacto de Sakaguchi con la Next-Gen, contando con la colaboración de Akira Toriyama, el autor del manga Dragon Ball, para los diseños de personajes y la de Nobuo Uematsu para la banda sonora. Este juego, que ya pudimos disfrutar el invierno pasado, se mostró como un juego más que notable, pero que carecía de ese aire de grandeza que suelen tener las producciones de Sakaguchi. A pesar de todo, se reveló como un aperitivo que dejó un buen sabor de boca.
Pero el verdadero plato fuerte estaba aún por llegar. Lost Odyssey sería el juego que reflejaría realmente el estilo de Sakaguchi a la hora de producir juegos, manteniendo la filosofía y espíritu con el que siempre nos deleitaba en Final Fantasy, algo que se podía adivinar viendo las capturas y videos que iban apareciendo durante el proceso de desarrollo. Y para ello, Sakaguchi volvería a rodearse de aliados de primera categoría para hacer realidad su nueva gran obra. Además de contar una vez más con la batuta maestra de Nobuo Uematsu, el juego también vendría avalado por el diseño de personajes del dibujante de mangas Takehiko Inoue (autor de Vagabond) y por el escritor Kiyoshi Shigematsu, muy famoso en Japón y el cual se encargaría de crear una serie de cuentos cortos a cual más emotivo para descubrir el largo y tortuoso pasado del protagonista.
De este modo, con la unión de tres grandes mentes y la ilusión recuperada de uno de los genios más influyentes de la industria, nos llega un RPG japonés que reúne lo mejor que puede ofrecer el género en su vertiente más clásica.
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