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A los monstruos no mirar
De la escuela de Advance Wars llega Kaiju Wars, con tantas ideas nuevas que crea una identidad propia
Por Andrés JC,
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Kaiju (怪獣) es una temática artística, típicamente cinematográfica, que en occidente conocemos sobre todo por Godzilla (1954). La película del dinosaurio gigante sería la primera y más famosa iteración de este género que en su cuna japonesa ha tenido muchos representantes como Mothra, Gamera o King Ghidorah. Sus raíces las encontramos fuera de Japón en la norteamericana King Kong (1933), sin duda un icono de la cultura pop. Los kaiju siguen protagonizando películas casi un siglo después, y también han protagonizado videojuegos, siendo la franquicia Rampage quizá la más conocida si obviamos la entrega original Donkey Kong. Hoy nos llega Kaiju Wars, a todos los efectos un cruce entre las películas de monstruos gigantes y la estrategia táctica.
La premisa de Kaiju Wars es irresistible desde un punto de vista conceptual. El jugador controla a la humanidad en su conjunto, que debe protegerse de los kaiju que asolan las ciudades. Y esto es importante: debemos protegernos, ya que la lucha es brutalmente desigual. Los kaiju son tan exageradamente poderosos que no podemos derrotarlos en circunstancias normales y nuestra mejor opción a menudo es tratar de ahuyentarlos con diferentes herramientas y estrategias. Disparar a cualquiera de estas gigantescas criaturas disminuirá su salud, pero lo más útil es ralentizar su progreso para que causen la mínima destrucción posible, solo para que los científicos dispongan de tiempo para crear un tranquilizante que los aleje de la civilización.
Esta narrativa tiene un impacto directo sobre la jugabilidad. De un primer vistazo, Kaiju Wars implementa una base muy similar a Advance Wars o Wargroove, por no citar cualquier juego de estrategia por turnos en el cual sea posible fabricar unidades y construir ciertos edificios. Sin embargo, la gracia del título reside en su enfoque radicalmente asimétrico, lo que significa que un bando está en aplastante inferioridad respecto al otro. Enfrentarse a un kaiju significa una carrera contrarreloj para aplacar a la bestia antes de que arrase con la ciudad, y para ello, las armas que vamos a utilizar tienen el efecto fundamental de ralentizar y entorpecer su avance. Mientras que en un juego de estrategia táctica convencional la victoria se decide por eliminación, aquí debemos usar nuestras fuerzas con habilidad para que, con pequeñas acciones, seamos capaces de reducir la cantidad de casillas que se puede mover el monstruo cada turno, así como crearle distracciones que lo mantengan alejado de los laboratorios donde se desarrolla el tranquilizante que nos otorga la victoria. Así, por ejemplo, cuando el kaiju pisa una casilla con un tanque, perderá un punto de movimiento; mientras que si le disparamos un número de veces, este volverá a su guarida para recuperarse unos cuantos turnos.
Pocas veces hemos visto un acercamiento tan innovador y original al género como Kaiju Wars. Su astucia es doblemente eficaz cuando tenemos en cuenta que cada combate está diseñado al milímetro para ofrecer un reto esencialmente distinto. Hay determinadas reglas que siempre están presentes, como que el kaiju sigue un patrón de comportamiento preestablecido: siempre va a atacar el edificio más cercano, hasta que descubra dónde está el laboratorio donde se desarrolla el tranquilizante y éste se convierta en su prioridad. A partir de esto, cada combate se desenvuelve con unos parámetros radicalmente distintos: a veces son combates terrestres, o en ocasiones exclusivamente aéreos; el kaiju puede aparecer en cualquier casilla con agua, o puede salir de un volcán; nuestra capacidad militar puede ser un escuadrón de tanques o podemos disponer de bases para reclutar cualquier otra unidad, como lanzamisiles, bombarderos, antiaéreos o los potentísimos vehículos experimentales gestados en laboratorios.
Por muchas razones, cada partida en Kaiju Wars a lo largo de sus numerosos capítulos en el modo campaña es enriquecedora ya que además nos cuenta una historia. Es más una excusa para dar rienda suelta al humor (pues la temática lo facilita) que para desarrollar un argumento profundo, pero aún así, se permite el lujo de presentarnos ciertos personajes que acompañan la acción táctica, y contarnos poco a poco cómo funcionan estos monstruos. Encontramos encarnaciones de Godzilla, King Kong o Rodan con sus propias características, por ejemplo uno de ellos es un monstruo volador que prende fuego las casillas por las que cruza. Convierte terreno en intransitable a menos que sacrifiquemos una unidad para aplacar las llamas o un avión con depósitos de agua para sofocar varias casillas. La utilización inteligente de nuestros recursos es esencial no solo para noquear a la criatura, sino también para colocar barreras de contención, a menudo suicidas.
El diseño de mecánicas e ideas que esconde Kaiju Wars es fascinante, sin duda, y gana en complejidad conforme avanzan los capítulos. Tras superar unos cuantos niveles, aparece una mecánica muy irreverente, que añade cartas con efectos extra en cada turno. Cada partida ofrece la posibilidad de emplear un mazo de estas cartas y en cada turno, disponemos de tres de ellas de las que podemos usar una. Este añadido introduce una aleatoriedad que a menudo es bienvenida, y que nos permite ejecutar acciones "fuera de guión" como adquirir nuevos edificios gratuitamente, aumentar el poder de nuestras unidades durante ese turno o potenciar determinadas casillas. Creo que esta mecánica puede llegar a estropear el ritmo de una partida por el impacto de su aleatoriedad en nuestra estrategia, pero en general es muy divertida y gratificante. Gracias a ella, las batallas a menudo abandonan su desarrollo estrictamente lineal, ya que el kaiju sigue un comportamiento igual en todas las partidas.
La originalidad del planteamiento y la jugabilidad se extiende al apartado visual y musical. Los gráficos 2D recuerdan a aquellos de los ordenadores primitivos, como los de Spectrum o Amstrad, con una paleta de colores limitada pero llamativa y texturas realizadas con patrones de puntos. Los kaiju aparecen siempre en escena creando un verdadero espectáculo y alterando sustancialmente el ritmo musical, y están totalmente dibujados a mano con diseños magníficos. En general, artísticamente hay un gran trabajo para subvertir la típica monotonía visual que adolecen muchos de estos juegos, y utilizando unos colores típicos de neón sin duda alcanza mucha personalidad. Los diseños de los personajes, eso sí, pecan de demasiado poco elaborados y estropean lo que, en general, conformaría un estilo artístico impecable.
Todo lo citado ya da para celebrar un juego fantástico, pero además encontramos un montón de contenido adicional. Cada nivel del modo campaña tiene desafíos opcionales y niveles de dificultad, además hay marcadores online, batallas independientes y desafíos diarios, que no hemos podido probar en la versión para analizar. Todo jugador que esté buscando un juego desafiante lo va a encontrar aquí, ya que Kaiju Wars no solo exige ser meticuloso sino también reinventa sus reglas de juego constantemente para reducir la zona de confort.
Conclusiones
Como apasionado de la estrategia táctica, pocos juegos se me ocurren tan bien hilados como Kaiju Wars. En términos creativos, está muy cerca, si no en la línea, de los grandes del género en la última época como Into the Breach y XCOM, y esto son palabras mayores. Se le notan pequeñas y ocasionales irregularidades, pero la experiencia en su conjunto es soberbia y con mucho carisma. Sabe inventar un estilo propio y desenvolverse en él, algo muy difícil de hacer en un género con tantos años de existencia.
La premisa de Kaiju Wars es irresistible desde un punto de vista conceptual. El jugador controla a la humanidad en su conjunto, que debe protegerse de los kaiju que asolan las ciudades. Y esto es importante: debemos protegernos, ya que la lucha es brutalmente desigual. Los kaiju son tan exageradamente poderosos que no podemos derrotarlos en circunstancias normales y nuestra mejor opción a menudo es tratar de ahuyentarlos con diferentes herramientas y estrategias. Disparar a cualquiera de estas gigantescas criaturas disminuirá su salud, pero lo más útil es ralentizar su progreso para que causen la mínima destrucción posible, solo para que los científicos dispongan de tiempo para crear un tranquilizante que los aleje de la civilización.
«La gracia del título reside en su enfoque radicalmente asimétrico»
Esta narrativa tiene un impacto directo sobre la jugabilidad. De un primer vistazo, Kaiju Wars implementa una base muy similar a Advance Wars o Wargroove, por no citar cualquier juego de estrategia por turnos en el cual sea posible fabricar unidades y construir ciertos edificios. Sin embargo, la gracia del título reside en su enfoque radicalmente asimétrico, lo que significa que un bando está en aplastante inferioridad respecto al otro. Enfrentarse a un kaiju significa una carrera contrarreloj para aplacar a la bestia antes de que arrase con la ciudad, y para ello, las armas que vamos a utilizar tienen el efecto fundamental de ralentizar y entorpecer su avance. Mientras que en un juego de estrategia táctica convencional la victoria se decide por eliminación, aquí debemos usar nuestras fuerzas con habilidad para que, con pequeñas acciones, seamos capaces de reducir la cantidad de casillas que se puede mover el monstruo cada turno, así como crearle distracciones que lo mantengan alejado de los laboratorios donde se desarrolla el tranquilizante que nos otorga la victoria. Así, por ejemplo, cuando el kaiju pisa una casilla con un tanque, perderá un punto de movimiento; mientras que si le disparamos un número de veces, este volverá a su guarida para recuperarse unos cuantos turnos.
Pocas veces hemos visto un acercamiento tan innovador y original al género como Kaiju Wars. Su astucia es doblemente eficaz cuando tenemos en cuenta que cada combate está diseñado al milímetro para ofrecer un reto esencialmente distinto. Hay determinadas reglas que siempre están presentes, como que el kaiju sigue un patrón de comportamiento preestablecido: siempre va a atacar el edificio más cercano, hasta que descubra dónde está el laboratorio donde se desarrolla el tranquilizante y éste se convierta en su prioridad. A partir de esto, cada combate se desenvuelve con unos parámetros radicalmente distintos: a veces son combates terrestres, o en ocasiones exclusivamente aéreos; el kaiju puede aparecer en cualquier casilla con agua, o puede salir de un volcán; nuestra capacidad militar puede ser un escuadrón de tanques o podemos disponer de bases para reclutar cualquier otra unidad, como lanzamisiles, bombarderos, antiaéreos o los potentísimos vehículos experimentales gestados en laboratorios.
«La utilización inteligente de nuestros recursos es esencial no solo para noquear a la criatura, sino también para colocar barreras de contención»
Por muchas razones, cada partida en Kaiju Wars a lo largo de sus numerosos capítulos en el modo campaña es enriquecedora ya que además nos cuenta una historia. Es más una excusa para dar rienda suelta al humor (pues la temática lo facilita) que para desarrollar un argumento profundo, pero aún así, se permite el lujo de presentarnos ciertos personajes que acompañan la acción táctica, y contarnos poco a poco cómo funcionan estos monstruos. Encontramos encarnaciones de Godzilla, King Kong o Rodan con sus propias características, por ejemplo uno de ellos es un monstruo volador que prende fuego las casillas por las que cruza. Convierte terreno en intransitable a menos que sacrifiquemos una unidad para aplacar las llamas o un avión con depósitos de agua para sofocar varias casillas. La utilización inteligente de nuestros recursos es esencial no solo para noquear a la criatura, sino también para colocar barreras de contención, a menudo suicidas.
El diseño de mecánicas e ideas que esconde Kaiju Wars es fascinante, sin duda, y gana en complejidad conforme avanzan los capítulos. Tras superar unos cuantos niveles, aparece una mecánica muy irreverente, que añade cartas con efectos extra en cada turno. Cada partida ofrece la posibilidad de emplear un mazo de estas cartas y en cada turno, disponemos de tres de ellas de las que podemos usar una. Este añadido introduce una aleatoriedad que a menudo es bienvenida, y que nos permite ejecutar acciones "fuera de guión" como adquirir nuevos edificios gratuitamente, aumentar el poder de nuestras unidades durante ese turno o potenciar determinadas casillas. Creo que esta mecánica puede llegar a estropear el ritmo de una partida por el impacto de su aleatoriedad en nuestra estrategia, pero en general es muy divertida y gratificante. Gracias a ella, las batallas a menudo abandonan su desarrollo estrictamente lineal, ya que el kaiju sigue un comportamiento igual en todas las partidas.
La originalidad del planteamiento y la jugabilidad se extiende al apartado visual y musical. Los gráficos 2D recuerdan a aquellos de los ordenadores primitivos, como los de Spectrum o Amstrad, con una paleta de colores limitada pero llamativa y texturas realizadas con patrones de puntos. Los kaiju aparecen siempre en escena creando un verdadero espectáculo y alterando sustancialmente el ritmo musical, y están totalmente dibujados a mano con diseños magníficos. En general, artísticamente hay un gran trabajo para subvertir la típica monotonía visual que adolecen muchos de estos juegos, y utilizando unos colores típicos de neón sin duda alcanza mucha personalidad. Los diseños de los personajes, eso sí, pecan de demasiado poco elaborados y estropean lo que, en general, conformaría un estilo artístico impecable.
Todo lo citado ya da para celebrar un juego fantástico, pero además encontramos un montón de contenido adicional. Cada nivel del modo campaña tiene desafíos opcionales y niveles de dificultad, además hay marcadores online, batallas independientes y desafíos diarios, que no hemos podido probar en la versión para analizar. Todo jugador que esté buscando un juego desafiante lo va a encontrar aquí, ya que Kaiju Wars no solo exige ser meticuloso sino también reinventa sus reglas de juego constantemente para reducir la zona de confort.
Conclusiones
Como apasionado de la estrategia táctica, pocos juegos se me ocurren tan bien hilados como Kaiju Wars. En términos creativos, está muy cerca, si no en la línea, de los grandes del género en la última época como Into the Breach y XCOM, y esto son palabras mayores. Se le notan pequeñas y ocasionales irregularidades, pero la experiencia en su conjunto es soberbia y con mucho carisma. Sabe inventar un estilo propio y desenvolverse en él, algo muy difícil de hacer en un género con tantos años de existencia.
Alternativas
Wargroove, Skulls of the Shogun
Reto táctico asimétrico. La temática de kaiju es muy original
Arte de los personajes deficiente. Algunas batallas pecan de demasiado lineales
Espléndida reinvención de la estrategia táctica tradicional, que derrocha personalidad y mecánicas interesantes