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Los carga el diablo
Hell Pie es tan divertido como soez, pero tiene su encanto.

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El género de las plataformas en 3D nos evocan unas emociones típicas. Estos juegos tienden a estar protagonizados por criaturas adorables que se mueven por mundos coloridos repletos de enemigos que, aunque busquen acaban con nosotros, no dejan de ser adorables. Siempre hay algún equipo dispuesto a romper con la tendencia y apostar por algo distinto, con un humor más desquiciado. El ejemplo ideal sería Conker’s Bad Fur Day, una de las obras maestras de Rare de la época de Nintendo 64. El juego que hoy nos ocupa es similar en cuanto a intenciones, y aunque la ejecución podría haber sido mejor, lo cierto es que Hell Pie, lo nuevo de Sluggerfly, es original y asquerosamente divertido.
No hace falta decir que Hell Pie no es un juego para todos los públicos. Sí, ya sé que el querubín que aparece en la portada con aspecto de Donald Trump debería hablar por sí solo, pero en estos casos todavía colea la polémica del estreno de La Fiesta de las Salchichas y unos padres furiosos que abandonaban las salas por el bien de sus hijos. Hell Pie abraza al máximo el concepto de ser sucio y grotesco, no faltan las setas con formas fálicas, desmembramientos por todos lados, sacrificios de ovejitas o unos excrementos que resultan ser una parodia a los nazis. Reconozco que soy de risa fácil, pero soy consciente de que este tipo de humor genera rechazos fácilmente. Y ojo, que se puede "censurar", pero tengo claro que su finalidad es que plataformas como Twitch o YouTube no pasen la tijera de podar en algunas situaciones.
Resulta que el protagonista de nuestra historia no es otro que Nate, el demonio del mal gusto (literalmente, además). Nate trabaja en una de las tantas oficinas que hay repartidas en Pecados S.A., y el mismísimo Satanás le encomienda una tarea titánica: complacerle y prepararle su tarta de cumpleaños. Como Pesadilla en la cocina, pero sin Chicote dando berridos, un súcubo sugerente nos maltrata y nos va dando pequeñas pistas de dónde podemos encontrar los ingredientes necesarios para hacer esta tarta. Olvidaos del chocolate, la nata o las nueces, aquí buscamos otro tipo de... "ingredientes": productos de higiene femenina usados, un bicho amorfo, pelos de animal y cosas así. Obviamente Nate no puede hacerlo todo solo, por lo que decide recurrir a una suerte de mascota que hay para estos casos: un querubín rechoncho, feo como pocas cosas y que no se le entiende una sola palabra.
Lo más reseñable de Hell Pie es cómo está organizado su mundo, casi como una muñeca matrioska, capa a capa vamos descubriendo nuevos niveles y ambientaciones. Las oficinas de Pecados S.A. cumplen la función de hub principal, desde aquí nos vemos hacia los distintos mundos mediante el uso de unos ascensores que no estarán abiertos al público desde un principio, sino que consiguiendo nuevos una cantidad específica de ingredientes desbloquearemos su acceso. Estos mundos son a su vez otro hub desde los que llegar a pequeños niveles, siendo estos totalmente lineales y donde realmente está la originalidad de este juego. Dicho así parece algo confuso, y ciertamente lo es durante las primeras horas de juego, pero te acostumbras. Además, hay decenas de coleccionables repartidos por los distintos mundos, así que os podéis hacer una idea de qué tipo de plataformas en 3D es Hell Pie.
Los mundos están muy bien trabajados, algunos más que otros, pero en líneas generales todos ellos nos dejan satisfechos. Uno de ellos es la Bahía del Sashimi, un lugar que aprovecha para hacer humor de unos ecologistas que intentan salvar la fauna marina. A ver, motivos tienen, y es que unos seres del averno han montado un restaurante de sushi dentro del estómago de una ballena y los comensales pueden ver cómo cortan la carne que se van a comer. Por otro lado, hay mucho humor escatológico, y es que unos excrementos nazis han invadido las cloacas en las que antes vivían unos seres feísimos que se alimentan a base de deposiciones y basura. Otro lugar fascinante son las Cumbres del sabor. Lo primero que vemos al salir del ascensor es un edificio enorme que sirve comida a cualquiera criatura con dinero para pagarla. Hay varias referencias a Ratatouille, pero lo más llamativo de todo lo encontramos en el matadero. Resulta que la carne que se sirve en el restaurante es carne humana, y no es que estén tratando precisamente bien a estas personitas. Aunque el más loco de todos es la Jungla, donde encontramos conejos que han caído bajo la influencia de una maldición (que no es otra cosa que marihuana) y una discoteca con unas criaturas con formas fálicas que buscan... reproducirse. No os contamos más con la finalidad de preservar la sorpresa, pero preparaos para lo que vais a ver en Hell Pie.
Jugablemente es bastante tosco, aunque creo que es intencionado. Pienso que buscar perfeccionar su jugabilidad y adaptarla a los tiempos que corren hubiese ido en su contra y no dejaría de ser un plataformas 3D más del montón pero con un aspecto grotesco. Nugget, nuestro querubín, sirve para absolutamente todo. Con él golpeamos y nos balanceamos. De lo primero hay poco que comentar, el combate es casi anecdótico y sirve para refrescar un poco tras tanto plataformeo. Del balanceo ya sí, es más importante, y es increíblemente divertido. Con el gatillo podemos usar a Nugget como balancín, que nos impulsará a una distancia que de otro modo seríamos incapaces de alcanzar. Al inicio disponemos de una sola carga de balancín, pero podemos conseguir más si conseguimos unas latas de conserva para Nugget. Cuantas más latas, más puntos de habilidad para invertir en mejoras. Muchas de ellas son inútiles, pero otras como nuevas cargas para balancearnos son bienvenidas.
La peor parte se la llevan los jefes finales. Hay pocos, muy, muy pocos, y por si fuera poco no tienen mucho misterio. Gran parte del problema es lo que comentábamos antes, que el sistema de combate está para cumplir, no se ha profundizado en ese aspecto. Son momentos totalmente descafeinados que rompen con el maravilloso ritmo al que nos acostumbra Hell Pie en sus niveles más trabajados. La curva de dificultad es suave, no es fácil, pero tampoco muy difícil. Está en un punto medio, aunque el control tosco consigue que en algunas secciones nos frustremos más de la cuenta. No ayuda la cámara, se coloca en un ángulo nefasto y muchas veces nos tapa lo que está sucediendo en plena fase de plataformeo. En ese sentido, Hell Pie es un juego casi redondo, pero tampoco está exento de fallos. En definitiva, ofrece lo que ofrece y lo hace realmente bien para ser un título tan pequeño con un presupuesto muy ajustado.
Quizás, y solamente para sacarle una pega, Nugget no está a la altura del conjunto. El querubín es gracioso, y es quien toma la batuta en todo momento, ya que Nate no habla. No es que se le entienda al pobre de Nugget, pero sí aparece un bocadillo de texto con algunas de sus ocurrencias. Muchas de estas son graciosas, arrancan fácilmente una carcajada, pero se repiten demasiado. La primera vez es gracioso, la segunda esbozas una sonrisa, pero tras repetir cincuenta veces el mismo chiste uno acaba agotado de su humor. Además, es molesto que el bocadillo de texto ocupe tanto espacio en la pantalla y que tarde tanto en difuminarse, prácticamente no se ve nada.
CONCLUSIÓN
Hell Pie me ha gustado más de lo que pensaba. Cuando lo terminé, en no más de ocho horas, es cortito, no sabía si me había dejado satisfecho. Es un juego que desde un principio destaca por lo grotesco y obsceno que es, en ocasiones demasiado, pero que también lo consigue gracias a su jugabilidad. No es el juego más original, y para más de uno será demasiado vulgar el humor caca y pis, pero Hell Pie es diabólicamente divertido. Y por el precio que tiene de lanzamiento (no más de 23,99 euros), a poco que te convenza su humor y su propuesta, tienes un candidato ideal a hacerte pasar las horas más amenas en este caluroso verano.
No hace falta decir que Hell Pie no es un juego para todos los públicos. Sí, ya sé que el querubín que aparece en la portada con aspecto de Donald Trump debería hablar por sí solo, pero en estos casos todavía colea la polémica del estreno de La Fiesta de las Salchichas y unos padres furiosos que abandonaban las salas por el bien de sus hijos. Hell Pie abraza al máximo el concepto de ser sucio y grotesco, no faltan las setas con formas fálicas, desmembramientos por todos lados, sacrificios de ovejitas o unos excrementos que resultan ser una parodia a los nazis. Reconozco que soy de risa fácil, pero soy consciente de que este tipo de humor genera rechazos fácilmente. Y ojo, que se puede "censurar", pero tengo claro que su finalidad es que plataformas como Twitch o YouTube no pasen la tijera de podar en algunas situaciones.


Resulta que el protagonista de nuestra historia no es otro que Nate, el demonio del mal gusto (literalmente, además). Nate trabaja en una de las tantas oficinas que hay repartidas en Pecados S.A., y el mismísimo Satanás le encomienda una tarea titánica: complacerle y prepararle su tarta de cumpleaños. Como Pesadilla en la cocina, pero sin Chicote dando berridos, un súcubo sugerente nos maltrata y nos va dando pequeñas pistas de dónde podemos encontrar los ingredientes necesarios para hacer esta tarta. Olvidaos del chocolate, la nata o las nueces, aquí buscamos otro tipo de... "ingredientes": productos de higiene femenina usados, un bicho amorfo, pelos de animal y cosas así. Obviamente Nate no puede hacerlo todo solo, por lo que decide recurrir a una suerte de mascota que hay para estos casos: un querubín rechoncho, feo como pocas cosas y que no se le entiende una sola palabra.
Lo más reseñable de Hell Pie es cómo está organizado su mundo, casi como una muñeca matrioska, capa a capa vamos descubriendo nuevos niveles y ambientaciones. Las oficinas de Pecados S.A. cumplen la función de hub principal, desde aquí nos vemos hacia los distintos mundos mediante el uso de unos ascensores que no estarán abiertos al público desde un principio, sino que consiguiendo nuevos una cantidad específica de ingredientes desbloquearemos su acceso. Estos mundos son a su vez otro hub desde los que llegar a pequeños niveles, siendo estos totalmente lineales y donde realmente está la originalidad de este juego. Dicho así parece algo confuso, y ciertamente lo es durante las primeras horas de juego, pero te acostumbras. Además, hay decenas de coleccionables repartidos por los distintos mundos, así que os podéis hacer una idea de qué tipo de plataformas en 3D es Hell Pie.


Los mundos están muy bien trabajados, algunos más que otros, pero en líneas generales todos ellos nos dejan satisfechos. Uno de ellos es la Bahía del Sashimi, un lugar que aprovecha para hacer humor de unos ecologistas que intentan salvar la fauna marina. A ver, motivos tienen, y es que unos seres del averno han montado un restaurante de sushi dentro del estómago de una ballena y los comensales pueden ver cómo cortan la carne que se van a comer. Por otro lado, hay mucho humor escatológico, y es que unos excrementos nazis han invadido las cloacas en las que antes vivían unos seres feísimos que se alimentan a base de deposiciones y basura. Otro lugar fascinante son las Cumbres del sabor. Lo primero que vemos al salir del ascensor es un edificio enorme que sirve comida a cualquiera criatura con dinero para pagarla. Hay varias referencias a Ratatouille, pero lo más llamativo de todo lo encontramos en el matadero. Resulta que la carne que se sirve en el restaurante es carne humana, y no es que estén tratando precisamente bien a estas personitas. Aunque el más loco de todos es la Jungla, donde encontramos conejos que han caído bajo la influencia de una maldición (que no es otra cosa que marihuana) y una discoteca con unas criaturas con formas fálicas que buscan... reproducirse. No os contamos más con la finalidad de preservar la sorpresa, pero preparaos para lo que vais a ver en Hell Pie.
Jugablemente es bastante tosco, aunque creo que es intencionado. Pienso que buscar perfeccionar su jugabilidad y adaptarla a los tiempos que corren hubiese ido en su contra y no dejaría de ser un plataformas 3D más del montón pero con un aspecto grotesco. Nugget, nuestro querubín, sirve para absolutamente todo. Con él golpeamos y nos balanceamos. De lo primero hay poco que comentar, el combate es casi anecdótico y sirve para refrescar un poco tras tanto plataformeo. Del balanceo ya sí, es más importante, y es increíblemente divertido. Con el gatillo podemos usar a Nugget como balancín, que nos impulsará a una distancia que de otro modo seríamos incapaces de alcanzar. Al inicio disponemos de una sola carga de balancín, pero podemos conseguir más si conseguimos unas latas de conserva para Nugget. Cuantas más latas, más puntos de habilidad para invertir en mejoras. Muchas de ellas son inútiles, pero otras como nuevas cargas para balancearnos son bienvenidas.


La peor parte se la llevan los jefes finales. Hay pocos, muy, muy pocos, y por si fuera poco no tienen mucho misterio. Gran parte del problema es lo que comentábamos antes, que el sistema de combate está para cumplir, no se ha profundizado en ese aspecto. Son momentos totalmente descafeinados que rompen con el maravilloso ritmo al que nos acostumbra Hell Pie en sus niveles más trabajados. La curva de dificultad es suave, no es fácil, pero tampoco muy difícil. Está en un punto medio, aunque el control tosco consigue que en algunas secciones nos frustremos más de la cuenta. No ayuda la cámara, se coloca en un ángulo nefasto y muchas veces nos tapa lo que está sucediendo en plena fase de plataformeo. En ese sentido, Hell Pie es un juego casi redondo, pero tampoco está exento de fallos. En definitiva, ofrece lo que ofrece y lo hace realmente bien para ser un título tan pequeño con un presupuesto muy ajustado.
Quizás, y solamente para sacarle una pega, Nugget no está a la altura del conjunto. El querubín es gracioso, y es quien toma la batuta en todo momento, ya que Nate no habla. No es que se le entienda al pobre de Nugget, pero sí aparece un bocadillo de texto con algunas de sus ocurrencias. Muchas de estas son graciosas, arrancan fácilmente una carcajada, pero se repiten demasiado. La primera vez es gracioso, la segunda esbozas una sonrisa, pero tras repetir cincuenta veces el mismo chiste uno acaba agotado de su humor. Además, es molesto que el bocadillo de texto ocupe tanto espacio en la pantalla y que tarde tanto en difuminarse, prácticamente no se ve nada.


CONCLUSIÓN
Hell Pie me ha gustado más de lo que pensaba. Cuando lo terminé, en no más de ocho horas, es cortito, no sabía si me había dejado satisfecho. Es un juego que desde un principio destaca por lo grotesco y obsceno que es, en ocasiones demasiado, pero que también lo consigue gracias a su jugabilidad. No es el juego más original, y para más de uno será demasiado vulgar el humor caca y pis, pero Hell Pie es diabólicamente divertido. Y por el precio que tiene de lanzamiento (no más de 23,99 euros), a poco que te convenza su humor y su propuesta, tienes un candidato ideal a hacerte pasar las horas más amenas en este caluroso verano.
Jugado en PlayStation 5. Copia digital proporcionada por Plan of Attack.
Su humor y sus personajes secundarios. Niveles muy trabajados y variados.
Nugget es muy pesado. Los jefes finales son escasos y muy poco inspirados. La cámara.
Hay que tener mucho estómago para aguantar ciertas cosas de Hell Pie, pero es un plataformas muy disfrutable