Un homenaje a la altura

Empezar a hablar de un survival horror hoy en día, y sobre todo hacerlo de uno que trata de ser un homenaje al género, es hacerlo de Resident Evil, de los orígenes de este y de cómo se han ido construyendo con el paso de los años. Nos remontamos 30 años atrás, donde Alone in the Dark empezó a vislumbrar lo que podría ser este nuevo género que la tecnología y el avance hacia las 3D nos dejó. Playstation y Saturn fueron las principales plataformas en las que nació y tuvo cobijo un género sin el que hoy no entenderíamos la historia de los videojuegos. Así, fue Shinji Mikami junto con Capcom quienes en 1996 nos regalaron el que para muchos es el origen natural de los survival horror: Resident Evil. Larga es la retahíla de juegos que hemos podido disfrutar desde entonces. Por un lado el otro gran exponente del género, Silent Hill, que también aportó su enfoque al mismo y por otro algunos grandes olvidados como Deep Fear, D2 o Clock Tower.



El título que abordamos hoy, ya en forma de secuela y de la mano del pequeño estudio One Gruel Studio, recoge todos los saberes aprendidos en su anterior entrega para sublimar hasta casi la perfección lo que una revisión del género y un homenaje a Resident Evil debe ser en 2022. La esencia de los survival horror se basa en tres premisas muy claras y que tienen una concreción directa en el gameplay. Primero de todo la gestión del inventario o lo que en definitiva deberíamos llamar la gestión de la escasez. La munición, las vendas o botiquines curativos y otro sinfin de elementos que vayamos recogiendo para la resolución de los puzles deberán ser cuidadosamente almacenados a cada momento. Esto no es diferente en Heaven Dust 2 que recoge perfectamente es dinámica de gestión.

El otro asunto que vertebra esta clase de survival horror clásicos son sus enemigos y la escala de dificultad. Ni muchos ni pocos, simplemente bien colocados. No excesivamente difíciles pero tampoco fáciles en la relación con el control del personaje. Así se construye una jugabilidad y un gunplay muy satisfactorio en Heaven Dust 2. Y que su aspecto no engañe. No es para nada un "juego de niños" en su dificultad. Genera retos lo suficientemente grandes como para disfrutar la escalabilidad y el avance en la historia. La calidad de sus bosses está perfectamente a la altura y tendremos que intentarlo varias veces con algunos de ellos hasta conocer patrones o estrategias más útiles para deshacerse de ellos. La cantidad y la calidad de las armas que tendremos a disposición están bien compensadas con la dificultad y no se salen de la retahíla ya conocida de otros survival: el cuchillo, pistola, escopeta, granadas o ametralladora son algunos ejemplos teniendo en cuenta que, también en este caso, con determinados ítems que vayamos recogiendo a lo largo de la aventura será posible su modificación potenciando sus características.

"No es para nada un "juego de niños" en su dificultad."

El último bloque sobre el que radica Heaven Dust 2 son, como no podía ser de otra forma si de un homenaje a Resident Evil hablamos, los puzles. Están presentes en todo lo largo y ancho del juego y los hay de lo más variopintos. El diseño de niveles, que ahonda en ese backtracking de los survival hace que precisamente se construyan también desde ahí los engranajes de unos puzles muy bien construidos. Llaves, diferentes tipos de movimientos de plataformas del propio escenario, algunos más lógicos que otros pero en general bien hilados con la aventura sin que se sienta simplemente un pegote. Encajan con la historia y permiten también saber hacia donde continuar. Además el diseño de niveles está perfectamente equilibrado tanto en la calidad como en la cantidad de situaciones diferentes que nos vamos a encontrar.



La historia de Heaven Dust 2 es una historia que no sorprende y que, quizás y precisamente por eso, nos encanta, al menos a un servidor que escribe estas líneas. Un laboratorio, tubos de criogenización, zombis, una alerta biológica y suspense, mucho suspense. La atmósfera de tensión del juego casa perfectamente con todos los demás apartados y es también algo en lo que se ha querido dedicarles unas palabras de amor a la ya citada saga de Capcom. No tenemos Umbrella, pero casi. Y aquí, permitirme que haga una reflexión más personal, pues no deja de ser subjetivo. Heaven Dust 2 me ha producido volver a lugares en los que no me sentía desde hace años. No en su totalidad, pero sí parte de cierta magia que sentí aquellos años en que disfrutábamos en las 32bits de los juegos de Shinji Mikami. Heaven Dust 2 es verdaderamente una forma de querer a Resident Evil y de demostrarlo en cada detalle. Desde como está construido el juego hasta en cosas más pequeñas que sin llegar a ser easter eggs nos recuerdan que hubo un tiempo en que los survival horror no existían y disfrutábamos de esas novedosas atmósferas por primera vez.

Sus gráficos isométricos y algo super-deformed cumplen a la perfección y dan un grado diferente de profundidad que el que nos aportaban los gráficos prerrenderizados en 3D. Es más, le sienta muy bien para añadir algo de frescura a un título que quiere ser homenaje al tiempo que lo hace en 2022. Un juego que en definitiva se ha hecho con mucho cariño y amor, un cariño que además sabe transmitir y llega y que, honestamente, no podría recomendarlo con más ahínco. Una pequeña joya para jugar entre triple A y triple A. No defrauda, enamora.