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Análisis de Fire Emblem: Engage, un homenaje al rol táctico de Intelligent Systems en los últimos treinta años
Nintendo Switch

Análisis de Fire Emblem: Engage, un homenaje al rol táctico de Intelligent Systems en los últimos treinta años

La decimoséptima entrega de Fire Emblem debuta en Nintendo Switch con Engage, un notable RPG táctico que destaca por su profundidad jugable... Y por su simpleza argumental.

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Recuerdo que hace no mucho comentaba con unos amigos que la literatura fantástica es un subgénero que, en lo personal, me resulta profundamente endogámico. Lo digo sin maldad; más bien es una cuestión de tradición interna, de cómo se interrelacionan las obras y de cómo los mismos temas, formas e ideas se pasan uno tras otro, hasta el infinito, en una especie de espiral perpetua e incesante… Es decir, en un retorno temático que, dicho sea de paso, es una obsesión muy palpable en la industria editorial moderna. Y no me malinterpretes: la literatura fantástica tiene unas raíces maravillosas, privilegiadas incluso, con auténticos hitos artísticos como las mitologías, la épica germánica, Las mil y una noches, las novelas de caballería de las lenguas romances y, cómo no, las obras de Robert. E. Howard y las de Tolkien, dos genios irrepetibles de las letras del siglo XX que han tenido un impacto mayúsculo, tanto en el género como en otros medios, véanse los videojuegos o el cómic y el manga.

Eso sí, poco después empezaron los problemas: copias, plagios, libros que eran básicamente una reinterpretación tolkieniana de su propia cosmogonía, con los cambios justitos para disimular la jugarreta, y en general el estancamiento, la deriva temática. Es cierto, no obstante, que algunos autores actuales tratan de salirse de esos moldes preestablecidos con sus historias, aunque debo decir también que en muchos casos fracasan a nivel narrativo por descuidar la forma, el arte de la expresión literaria, como cierto autor estadounidense que está en boca de todos y que saca libros de más de quinientas páginas a patadas, en un modo “ametralladora de palabras” que incluso me resulta un pelín grotesco. Y aun con todos esos inmensos esfuerzos imaginativos, sea cual sea la calidad final del libro a nivel estético, la realidad es la misma: estamos dando vueltas sobre las mismas ideas. Los más puristas puede que penséis que, hasta cierto punto, es lo que llevamos haciendo desde La odisea, pero creo que se entiende perfectamente por dónde voy.

La historia de Fire Emblem: Engage

Este tochazo sobre la literatura fantástica, en cualquier caso, sirve a un propósito: enlazar con la deriva temática que también tiene la fantasía dentro del marco de los videojuegos, especialmente en el caso de Fire Emblem: Engage, el nuevo JRPG táctico de Intelligent Systems para Nintendo Switch, decimoséptima entrega de la legendaria franquicia nipona, y conmemoración de toda su trayectoria en la industria desde 1990. Antes de entrar en materia, creo que es cuando menos razonable señalar que estas asperezas narrativas no son exclusivas de Engage, de ningún modo, y que es algo que no solo se hace bastante palpable dentro de la denominación rolera japonesa (si te vas a series con más fanservice, como Atelier o Hyperdimension la cosa se vuelve mucho más hardcore), sino dentro de casi todo aquello que utilice la fantasía literaria moderna para vertebrar su construcción de mundo. Hay excepciones, por supuesto, tanto en el qué como en el cómo, pero no es el momento ni el lugar para hablar de ellas.



A lo que íbamos: la historia de Fire Emblem: Engage es bastante fácil de resumir. Estás en el continente ficticio de Elyos, una agrupación de pequeños Estados con el reino más importante justamente en el medio (hasta eso es previsible), y controlas a Alear, una encarnación divina y dracónica que se tira más de mil años de siesta después de un conflicto contra Sombron, el dragón oscuro-malísimo-terrible-abominable que quiere acabar con toda la realidad tal y como la conocen nuestros personajes. De pronto, Alear se despierta y claro, descubre que su archienemigo está liberándose de la prisión mágica en la que lo había encerrado Lumera, regente de Elyos y madre del protagonista. Una cosa lleva a otra y venga, de pronto te encuentras recorriendo los distintos reinos de Elyos, en una misión desesperada por recuperar unos poderosísimos artefactos mágicos conocidos como Anillos Emblema.

"Con Engage la preocupación por la narrativa se ha visto reducida al mínimo, de manera que el resultado sienta unos precedentes negativos que, muy a mi pesar, me inducen al pesimismo"


Evidentemente, estos anillos no solo tienen un peso capital en el devenir de la trama de Fire Emblem: Engage, sino que también son su nexo con otras entregas de la franquicia, ya que contienen a los espíritus de los protagonistas de entregas anteriores. Si eres fan de la obra de Intelligent Systems desde hace tiempo, sobra decir que a lo largo de la aventura te reencontrarás con multitud de rostros conocidos, desde Marth a Lucina, pasando por Ike, Sigurd, Lyn, Celica, Byleth y unos cuantos más. Por desgracia, ninguno de ellos está especialmente trabajado en términos narrativos, y sirven más bien como una herramienta de nostalgia, como un recurso que apela a la melancolía y a la interconexión con otros Fire Emblem, a modo de homenaje sencillo que no se adentra demasiado en ningún tipo de implicación argumental. Los protagonistas pasados no se sienten auténticos jamás; es más, son ecos un tanto caricaturizados de esos grandes héroes pretéritos que, en muchos casos, y a diferencia de Alear, sí que tenían una personalidad bien definida. Todo esto al final redunda en que no llegas a empatizar con nadie.



Precisamente por eso es difícil no sentir que se ha desaprovechado una oportunidad magnífica de honrar al magnífico reparto desde la base. En esencia, lo que suele hacer memorable a un RPG no es tanto su jugabilidad (que en algunos casos también, como trataremos a continuación), sino su historia, sus personajes, y en especial sus labores relativas a la creación de mundos, sobre todo cuando marinas la fórmula con una banda sonora espectacular y añades buenas dosis de tragedia. Ese es el cóctel que hizo grandes a obras maestras como Final Fantasy VII, o que ha hecho que la lóbrega y extrañamente esperanzadora vorágine de almas de Spira perdure en nuestro recuerdo, cincelada profundamente contra el inmisericorde paso del tiempo. Es innegable que Fire Emblem siempre tiró más por esa segunda vía, por el “voy a petarlo gracias a mi jugabilidad”, decisión creativa que claramente le ha funcionado, pero me parece que con Engage la preocupación por la narrativa se ha visto reducida al mínimo, de manera que el resultado sienta unos precedentes negativos que, muy a mi pesar, me inducen al pesimismo.

De todas formas, el golpe de realidad es mayor porque venimos de Three Houses, que no solo es uno de los mejores Fire Emblem de la historia, sino que además es uno de los más clarividentes desde el punto de vista argumental; es un título que se arriesga, que no tiene miedo de beber de la fórmula de Persona, y que además sale airoso del fregado descomunal que es plantear tres rumbos distintos (cuatro, si contamos una divergencia), con diferentes personajes, sucesos, batallas que terminan alterando completamente el transcurso de su historia, sin renunciar por ello a la calidad de los sucesos. Fire Emblem: Engage no es así, ni transmite mensaje alguno, ni los nuevos personajes consiguen salirse del sota-caballo-rey de los clichés de los shonen, una dinámica que es llevada hasta la extenuación y que genera personajes olvidables o incluso un pelín repelentes… Esta impresión, encima, se traslada al terreno de las relaciones entre personajes y los romances, para desencanto de los más pasionales de los fans. En definitiva, estamos ante un videojuego muchísimo más conservador en el plano argumental, más falto de ideas… Y, con todo, también ante un JRPG notable, justamente porque en el terreno de la jugabilidad viene con muy, muy poquitas pegas y porque consigue mantenerte pegado a la pantalla como pocos en su género.



Estrategia y rol en Elyos, el nuevo mundo de Fire Emblem

Si estás aquí, es más que probable que ya sepas de sobra que Fire Emblem: Engage, al igual que sus predecesores, es un juego japonés de rol táctico en el que controlas a un número determinado de personajes, que habrás de mover por un tablero compuesto por cuadrículas que determinan el alcance efectivo de tus unidades, el tipo de terreno, o la disposición de tus tropas. Dicho así suena bastante complicado, pero a la hora de la verdad es algo que, en mayor o menor medida, también hemos visto en multitud de otras propuestas recientemente, desde el interesantísimo Triangle Strategy a la remasterización del mítico Tactics Ogre. Por supuesto, también hay innumerables clases entrenables para los personajes, cuyos efectos inmediatos no tienen que ver únicamente con las estadísticas de cada unidad, sino también con las armas que puede utilizar, los ataques que puede aprender, o su rol en la refriega: sanador, espadachín, tanque, flanqueador… Se trata de un sistema más que contrastado en el que, al igual que en el ajedrez, las piezas encajan tanto por su funcionamiento individual como por su interrelación con el resto.

Como te decía antes, Fire Emblem: Engage tiene mucho éxito justamente aquí, en el terreno del rol táctico. El gran bombazo de Nintendo Switch para el primer trimestre de 2023 ofrece incontables opciones de personalización para los personajes, gran variedad de armas y de equipamiento, junto con un buen puñado de situaciones militares adversas que habremos de superar, tanto en misiones secundarias como en la historia principal. Esto se suma, lógicamente, al clásico esquema de espada-lanza-hacha, un modelo tripartito de debilidades y fortalezas que recuerda un poco al piedra-papel-tijera y que, como siempre, funciona de maravilla, pues plantea una profundidad estratégica suficiente que nunca se adentra en el tremedal de lo abrumador, tal y como sucede en ocasiones en algunos de los máximos referentes del arte bélico en compatibles. La magia también juega un papel fundamental y, claro, los dragones, los grifos y demás monturas también. Lo más importante, de todas formas, es que podemos equipar los distintos Anillos Emblema a los personajes, a fin de ganar habilidades, fusiones y ataques insignia que marcan las diferencias cuando la cosa se está poniendo chunga. Un poco como Gogeta, pero sin tan mala onda.



Sí que tengo que decir, por el contrario, que la curva de dificultad de Engage es demasiado suave, por lo que me quedo con la sensación de que es una de las entregas más fáciles de la franquicia; jugando en la dificultad estándar, y en modo clásico, en el que cuando una unidad cae derrotada la pierdes para siempre (tan protagonista no será), la inteligencia artificial no me ha puesto en problemas ni una sola vez. De hecho, al probar la aventura en la dificultad más alta, he podido constatar que sí, en efecto, el reto se incrementa notablemente, pero más por razones artificiales (mayor índice de crítico enemigo, mejores estadísticas, más-más, en definitiva) que por cuestiones tácticas en sí. Es una pena porque en cuestiones de sinergias entre unidades y en profundización de clase la cosa está casi mejor que nunca; tal cual están las cosas, no puedo sino admitir que en alguna ocasión me he quedado con un regusto agridulce, sobre todo en tema de jefes finales, que están un poco a medio gas. A pesar de que es una delicia optimizar nuestras acciones bélicas para tener éxito y que no muera nadie, me faltó un poquito más de complejidad y de mala leche para cerrar con sobresaliente.

"Se trata de un sistema más que contrastado en el que, al igual que en el ajedrez, las piezas encajan tanto por su funcionamiento individual como por su interrelación con el resto."


Además de las batallas principales, Engage te ofrece escenarios secundarios y opcionales muy interesantes, de hecho, es justamente ahí donde la fórmula brilla con luz propia. Por otro lado, hay unas cuantas actividades accesorias que poco o nada tienen que ver con la guerra, casi todas ellas centradas en el Somniel, una fortaleza deífica flotante que hace las veces de cuartel general y de base de operaciones para nuestra banda de héroes idílicos y estereotipados. Buena parte de los componentes sociales de Three Houses se mantienen, aunque diluidos y un tanto ensombrecidos por un fanservice exagerado en minijuegos que van desde hacer ejercicio a limpiar anillos. También hay incontables actividades de “farmeo” de recursos, que están claramente de más, y tiendas para mejorar o modificar el armamento o la apariencia de los personajes. Si tenemos en cuenta todos los combates opcionales y esta ingente profusión de actividades de naturaleza más o menos cuestionable, hablamos de una entrega a la que, en mi opinión, le sobra contenido y le falta concentración. El que mucho abarca, poco aprieta.



Cerramos con el apartado audiovisual, que a grandes rasgos mantiene unas sensaciones muy similares a las de Three Houses; por tanto, no te esperes un derroche técnico, una virguería de la ingeniería informática como es Xenoblade 3 corriendo en una Switch, ni tampoco una liada como la de Pokémon Escarlata y Púrpura. En líneas generales, Fire Emblem siempre se sintió muy cómoda en la parquedad de detalles y dándole prioridad al diseño artístico, y Engage no es una excepción, por mucho que el nivel esté claramente por debajo de las últimas entregas. El rendimiento va bien, sin alardes ni despropósitos, y a nivel sonoro destaca por unas composiciones muy acertadas, y una actuación de voz de poco calibre (en inglés, especialmente), de esas que te hacen replantearte unas cuantas decisiones vitales y mirar al infinito con la mirada perdida y el corazón en zozobra.

CONCLUSIONES

Fire Emblem: Engage es un notable juego de rol táctico que se aleja sustancialmente de la excelencia por un hilo argumental y una creación de mundos particularmente mala, con unos personajes totalmente arquetípicos que repiten uno tras otro los clichés más trasnochados de la demografía shonen. Lo paradójico es que, a pesar de que sea tremendamente difícil empatizar con ninguna de las personalidades que pueblan Elyos, no quieres que ninguno caiga en la batalla, algo que se debe, en parte, al genial sistema de combate estratégico que plantea el título, probablemente una de las entregas más profundas de la franquicia en todo lo relativo a sinergias combativas, clases de personaje y opciones de entrenamiento y personalización. En definitiva, Engage se salva de la hecatombe por su jugabilidad, pero falla justamente en lo que hace memorable a un RPG. No es de los mejores de su serie ni de lejos, pero es una más que recomendable adición al catálogo de Switch, y si te va el género es muy, muy complicado que no te guste.

Copia digital proporcionada por Nintendo

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La personalización. Las nuevas clases. El combate y las escaramuzas. Mucha variedad. Muy divertido.
La historia y los personajes están a mínimos históricos. Le sobra contenido y le falta concentración
Fire Emblem: Engage es divertidísimo y absorbente, pero no deja poso, no es memorable; con una buena historia, podría haber sido legendario.

Información del juego

Fire Emblem Engage

Nintendo Switch

Fecha de lanzamiento: 20 de enero de 2023
Desarrollado por: Intelligent Systems
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