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En fuera de juego
EA Sports nos trae la nueva iteración de la franquicia estrella del fútbol con FIFA 21, entrega realmente continuista atrapada tanto entre generaciones como entre cambios jugables cuestionables.
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Como no podía ser de otra forma, un nuevo año nos trae una inédita edición de los campeonatos nacionales e internacionales del fútbol mundial, en una de esas clásicas contiendas en las que todos los equipos pugnan por las dulces mieles de la eterna gloria deportiva y, evidentemente, por el siempre sobrecogedor éxito económico del que hace gala la industria del deporte profesional. Y, como buen reflejo, tenemos, de nuevo, la entrega anual de FIFA, acaso para muchos el simulador de fútbol por antonomasia —al menos en la actualidad—, con este FIFA 21 que, a diferencia de su principal y longevo competidor, Pro Evolution Soccer, apuesta no por una actualización de pago, sino por una versión intergeneracional que, según nos cuenta Electronic Arts, recibirá sus respectivas mejoras cuando las inminentes PlayStation 5 y Xbox Series estén en el mercado. No obstante, eso es cosa de nuestros futuros yos; ahora, tras analizar la versión de consolas, toca centrarnos en la versión de ordenador, ámbito del videojuego que los de EA Sports pretenden abrir aún más con la disponibilidad de FIFA 21 no solo en Origin, sino también en Steam. Análisis de FIFA 21.
Una cita con el fútbol
Aunque entiendo que los apartados competitivos en línea se han convertido en los principales avales del título, FIFA 21 sorprende con una suerte de renovación de una de sus características históricas: el modo carrera. Como es lógico, todavía está lejos de los enormes ejercicios estratégicos y de gestión que plantea, por ejemplo, Football Manager, pero lo nuevo de EA Sports se las ingenia para presentar una serie de novedades que eran realmente necesarias en el modo carrera; hablo de las cesiones con opción de compra, geniales para conseguir cimentar una dinastía deportiva desde las mismas bases del mercado de fichajes, de una mejora de la simulación de partidos —ahora en tiempo real, tipo pizarra de entrenador, y con la posibilidad de tomar los mandos en cualquier momento— y de una reestructuración de los entrenamientos y de la progresión de los jugadores. Siguiendo un planteamiento mucho más realista, FIFA 21 nos permite establecer sesiones de práctica para nuestros jugadores, de manera que gastarán cierta energía para ganar soltura y mejorar sus prestaciones; esto, en general, permite que el usuario explore una vertiente más estratégica que otrora se resistía a las bondades del simulador de EA, si bien también trae aparejada una notable distensión y disrupción del ritmo total de partida. Incluso con la opción de simular automáticamente, la abundancia de entrenamientos programados hace que, en efecto, pasemos mucho tiempo avanzando por menús, sin conseguir, por desgracia, una implicación real entre esfuerzo y recompensa.

A pesar de todo, si disfrutas con la mezcla de gestión y jugabilidad que ofertan los simuladores no complejos de fútbol, FIFA 21 es una de las mejores entregas que recordamos para dar rienda suelta a tus ambiciones como entrenador, especialmente si te has saltado unas cuantas entregas entre medias, en tanto en cuanto el cambio tampoco es especialmente decisivo. Y es que, en esencia, esas son las sensaciones generales con FIFA 21; la tónica se mantiene muy, muy similar con respecto a entregas pasadas, lo que hace algo más difícil recomendar una adquisición inmediata, o cuando menos a ciegas, si ya se tiene un acervo actual en la franquicia. Como de costumbre, lo nuevo de EA Sports trae algunos ajustes menores en la jugabilidad; en este caso, se centran alrededor de la precisión de los desmarques y de la inteligencia ofensiva de los delanteros, lo que, acompañado a un sistema mejorado de pases en profundidad, termina redundando en uno de los ataques más vertiginosos que la serie ha esgrimido en los últimos años.
Se trata, en esencia, de una de las entregas en la que los enfrentamientos uno contra uno contra el portero son más frecuentes y efectivos; sí, sin duda en parte por estos retoques a la inteligencia artificial y por el énfasis en el juego de desmarques, pero considero que, sobre todo, se debe a un empeoramiento general de las capacidades defensivas. No es infrecuente ver jugadas técnicamente cuestionables, carreras imparables, o rebotes surrealistas amparados por un sistema de físicas que cada vez clama por mayor atención del equipo de desarrolladores, y la sensación final es de excesiva velocidad, de un imperante caos irrefrenable, con errores de porteros y de centrales incluidos. Es posible plantear una táctica distinta, un intento de cordura que difiera del maremágnum de aleatoriedad que impera en los partidos en línea, pero siempre partiendo de la pura desventaja jugable.

Y es una pena, porque con Volta haciéndose fuerte en las partidas desenfadadas y rápidas creo que estas últimas entregas de FIFA tenían el escenario perfecto para plantear, por fin, un trasvase mucho más sincero hacia las complejidades tácticas y físicas de un fútbol más real, más genuino. Cabe señalar que dicho modo regresa con una nueva historia de unas tres o cuatro horas que, al igual que en el pasado, ni sorprende ni emociona, ya que narrativamente es realmente pobre; sí que sirve algo mejor como evasión fácil, aunque está claro que toda la potencia del modo reside en las rondas de ese balompié tan callejero que tanto enamora. Clubes Pro, quizás el modo de juego con más potencial del título, sigue relegado a un ostracismo permanente, con escasas mejoras que realmente tienen poco impacto en el desarrollo de la partida. A fin de cuentas, la posibilidad de editar parte del físico de los bots del equipo pierde toda relevancia cuando el campo se vuelve el teatro de los horrores que más y mejor exhibe las carencias en el equilibrio jugable de FIFA 21. ¿El resultado? Como de costumbre, un apartado que encandila por sus promesas, pero que decepciona irremisible y constantemente por la ejecución de sus ideas y la falta de atención de la compañía.
Eso sí, Ultimate Team, sin duda el rey de todo el ámbito jugable de la franquicia, vuelve a estar presente y a tope —jefe de equipo—; destaca ahora un poco más, si cabe, con el sensacional añadido del modo cooperativo a los Division Rivals y Squad Battles, lo que permite trasladar un poco las emociones de cooperación del modo temporadas a las bondades del Ultimate Team. Evidentemente el núcleo de Ultimate Team se mantiene intocable, y aunque lamento que esté tan agresivamente monetizado como en los últimos años, está claro que es por méritos propios uno de los principales atractivos del título de EA. Si lo que te estás preguntando es si es posible competir y disfrutar del modo con un amigo sin gastar dinero en sobres o en jugadores, la respuesta es un rotundo sí, aunque eso no es óbice para que de vez en cuando te encuentres con equipos que son sencillamente una locura nacida de la rotura inmisericorde de carteras. Destaca también la personalización de cánticos y de estadios, algo que siempre contribuye a sentir el escenario como algo propio, como un feudo a defender.

Finalmente, en lo relativo al apartado audiovisual, FIFA 21 supone, por encima de todo, una remodelación del sistema de menús, especialmente en lo que a la paleta de colores se refiere. Todo lo que viene a ser el compendio de modelos, y el trabajo de texturas y de iluminación se mantiene muy similar a la entrega inmediatamente anterior, que ya empezaba a resentirse del paso del tiempo y de la fe ciega del equipo en un motor que no ha terminado de suponer un salto cualitativo gráfico en los últimos años. Si acaso, la iluminación parece volverse más plana e inocua conforme pasan los años, si bien es innegable que la presencia de más rostros directamente escaneados contribuye en buena medida a la atmósfera del juego. Hay, eso sí, una cierta mejora de animaciones de regate, en parte por el nuevo regate rápido, pero en general gráficamente no justifica el año de desarrollo. En materia de efectos de sonido y de selección de canciones no hay mucho más que decir, ya que la franquicia lleva ya unos cuantos años rindiendo a muy buen nivel en el aspecto sonoro; algo más cuestionables son los comentaristas en español, que reciclan frases de cuando Zidane todavía aparecía como jugador, en aquellas entregas lejanas del horizonte inocente de principios de los 2000.

Conclusiones
FIFA 21 se une a FIFA 20 como una de las peores entregas de la última década; es innegable que las novedades ayudan a revitalizar el modo carrera, y de hecho hay una buena nómina de experiencias aguardando ahí al usuario, pero la tremenda pasividad en los apartados jugables y audiovisuales, así como la decisión de Electronic Arts de seguir ignorando Clubes Pro terminan dinamitando las sensaciones, máxime si uno viene ya acostumbrado de las entregas inmediatamente anteriores. En esencia, el ataque frenético y tremendamente eficaz se une a una defensa cada vez más inoportuna e incómoda y a un sistema de físicas deficiente para preconfigurar un desarrollo caótico de los partidos, por lo que recomiendo tomárselo con paciencia si uno decide adentrarse en los tremedales del juego en línea. En definitiva, puede ser verdaderamente recomendable para los seguidores del fútbol que se hayan perdido las últimas entregas, pero si has acompañado a la franquicia en estos años me temo que no te vas a encontrar con grandes novedades. Sigue siendo disfrutable, y deja muy buenos momentos, pero cada vez está más claro que la serie es víctima de la desidia… y unos cambios necesarios de mentalidad y de desarrollo no se perfilan muy cercanos, me temo.
Una cita con el fútbol
Aunque entiendo que los apartados competitivos en línea se han convertido en los principales avales del título, FIFA 21 sorprende con una suerte de renovación de una de sus características históricas: el modo carrera. Como es lógico, todavía está lejos de los enormes ejercicios estratégicos y de gestión que plantea, por ejemplo, Football Manager, pero lo nuevo de EA Sports se las ingenia para presentar una serie de novedades que eran realmente necesarias en el modo carrera; hablo de las cesiones con opción de compra, geniales para conseguir cimentar una dinastía deportiva desde las mismas bases del mercado de fichajes, de una mejora de la simulación de partidos —ahora en tiempo real, tipo pizarra de entrenador, y con la posibilidad de tomar los mandos en cualquier momento— y de una reestructuración de los entrenamientos y de la progresión de los jugadores. Siguiendo un planteamiento mucho más realista, FIFA 21 nos permite establecer sesiones de práctica para nuestros jugadores, de manera que gastarán cierta energía para ganar soltura y mejorar sus prestaciones; esto, en general, permite que el usuario explore una vertiente más estratégica que otrora se resistía a las bondades del simulador de EA, si bien también trae aparejada una notable distensión y disrupción del ritmo total de partida. Incluso con la opción de simular automáticamente, la abundancia de entrenamientos programados hace que, en efecto, pasemos mucho tiempo avanzando por menús, sin conseguir, por desgracia, una implicación real entre esfuerzo y recompensa.

A pesar de todo, si disfrutas con la mezcla de gestión y jugabilidad que ofertan los simuladores no complejos de fútbol, FIFA 21 es una de las mejores entregas que recordamos para dar rienda suelta a tus ambiciones como entrenador, especialmente si te has saltado unas cuantas entregas entre medias, en tanto en cuanto el cambio tampoco es especialmente decisivo. Y es que, en esencia, esas son las sensaciones generales con FIFA 21; la tónica se mantiene muy, muy similar con respecto a entregas pasadas, lo que hace algo más difícil recomendar una adquisición inmediata, o cuando menos a ciegas, si ya se tiene un acervo actual en la franquicia. Como de costumbre, lo nuevo de EA Sports trae algunos ajustes menores en la jugabilidad; en este caso, se centran alrededor de la precisión de los desmarques y de la inteligencia ofensiva de los delanteros, lo que, acompañado a un sistema mejorado de pases en profundidad, termina redundando en uno de los ataques más vertiginosos que la serie ha esgrimido en los últimos años.
Se trata, en esencia, de una de las entregas en la que los enfrentamientos uno contra uno contra el portero son más frecuentes y efectivos; sí, sin duda en parte por estos retoques a la inteligencia artificial y por el énfasis en el juego de desmarques, pero considero que, sobre todo, se debe a un empeoramiento general de las capacidades defensivas. No es infrecuente ver jugadas técnicamente cuestionables, carreras imparables, o rebotes surrealistas amparados por un sistema de físicas que cada vez clama por mayor atención del equipo de desarrolladores, y la sensación final es de excesiva velocidad, de un imperante caos irrefrenable, con errores de porteros y de centrales incluidos. Es posible plantear una táctica distinta, un intento de cordura que difiera del maremágnum de aleatoriedad que impera en los partidos en línea, pero siempre partiendo de la pura desventaja jugable.

Y es una pena, porque con Volta haciéndose fuerte en las partidas desenfadadas y rápidas creo que estas últimas entregas de FIFA tenían el escenario perfecto para plantear, por fin, un trasvase mucho más sincero hacia las complejidades tácticas y físicas de un fútbol más real, más genuino. Cabe señalar que dicho modo regresa con una nueva historia de unas tres o cuatro horas que, al igual que en el pasado, ni sorprende ni emociona, ya que narrativamente es realmente pobre; sí que sirve algo mejor como evasión fácil, aunque está claro que toda la potencia del modo reside en las rondas de ese balompié tan callejero que tanto enamora. Clubes Pro, quizás el modo de juego con más potencial del título, sigue relegado a un ostracismo permanente, con escasas mejoras que realmente tienen poco impacto en el desarrollo de la partida. A fin de cuentas, la posibilidad de editar parte del físico de los bots del equipo pierde toda relevancia cuando el campo se vuelve el teatro de los horrores que más y mejor exhibe las carencias en el equilibrio jugable de FIFA 21. ¿El resultado? Como de costumbre, un apartado que encandila por sus promesas, pero que decepciona irremisible y constantemente por la ejecución de sus ideas y la falta de atención de la compañía.
Eso sí, Ultimate Team, sin duda el rey de todo el ámbito jugable de la franquicia, vuelve a estar presente y a tope —jefe de equipo—; destaca ahora un poco más, si cabe, con el sensacional añadido del modo cooperativo a los Division Rivals y Squad Battles, lo que permite trasladar un poco las emociones de cooperación del modo temporadas a las bondades del Ultimate Team. Evidentemente el núcleo de Ultimate Team se mantiene intocable, y aunque lamento que esté tan agresivamente monetizado como en los últimos años, está claro que es por méritos propios uno de los principales atractivos del título de EA. Si lo que te estás preguntando es si es posible competir y disfrutar del modo con un amigo sin gastar dinero en sobres o en jugadores, la respuesta es un rotundo sí, aunque eso no es óbice para que de vez en cuando te encuentres con equipos que son sencillamente una locura nacida de la rotura inmisericorde de carteras. Destaca también la personalización de cánticos y de estadios, algo que siempre contribuye a sentir el escenario como algo propio, como un feudo a defender.

Finalmente, en lo relativo al apartado audiovisual, FIFA 21 supone, por encima de todo, una remodelación del sistema de menús, especialmente en lo que a la paleta de colores se refiere. Todo lo que viene a ser el compendio de modelos, y el trabajo de texturas y de iluminación se mantiene muy similar a la entrega inmediatamente anterior, que ya empezaba a resentirse del paso del tiempo y de la fe ciega del equipo en un motor que no ha terminado de suponer un salto cualitativo gráfico en los últimos años. Si acaso, la iluminación parece volverse más plana e inocua conforme pasan los años, si bien es innegable que la presencia de más rostros directamente escaneados contribuye en buena medida a la atmósfera del juego. Hay, eso sí, una cierta mejora de animaciones de regate, en parte por el nuevo regate rápido, pero en general gráficamente no justifica el año de desarrollo. En materia de efectos de sonido y de selección de canciones no hay mucho más que decir, ya que la franquicia lleva ya unos cuantos años rindiendo a muy buen nivel en el aspecto sonoro; algo más cuestionables son los comentaristas en español, que reciclan frases de cuando Zidane todavía aparecía como jugador, en aquellas entregas lejanas del horizonte inocente de principios de los 2000.

Conclusiones
FIFA 21 se une a FIFA 20 como una de las peores entregas de la última década; es innegable que las novedades ayudan a revitalizar el modo carrera, y de hecho hay una buena nómina de experiencias aguardando ahí al usuario, pero la tremenda pasividad en los apartados jugables y audiovisuales, así como la decisión de Electronic Arts de seguir ignorando Clubes Pro terminan dinamitando las sensaciones, máxime si uno viene ya acostumbrado de las entregas inmediatamente anteriores. En esencia, el ataque frenético y tremendamente eficaz se une a una defensa cada vez más inoportuna e incómoda y a un sistema de físicas deficiente para preconfigurar un desarrollo caótico de los partidos, por lo que recomiendo tomárselo con paciencia si uno decide adentrarse en los tremedales del juego en línea. En definitiva, puede ser verdaderamente recomendable para los seguidores del fútbol que se hayan perdido las últimas entregas, pero si has acompañado a la franquicia en estos años me temo que no te vas a encontrar con grandes novedades. Sigue siendo disfrutable, y deja muy buenos momentos, pero cada vez está más claro que la serie es víctima de la desidia… y unos cambios necesarios de mentalidad y de desarrollo no se perfilan muy cercanos, me temo.
Alternativas
La actualización de PES 21, aunque entiendo que cada uno tiene su público y realmente el cambio es casi imposible.
El mejor modo carrera en años. Segunda edición de Volta. Profundización en el cooperativo.
Desajustes graves en ataque y defensa. IA errática. Clubes Pro olvidado. Las físicas. Poco innovador