PlayStation 4
Noche en el museo
Sony vuelve a editar Nubla bajo un nuevo nombre pero con muy pocos cambios.
Por Rodrigo Aliende,
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Versión analizada: PS4. Copia digital proporcionada por Sony.
Nubla, sobre el papel, es un proyecto la mar de interesante. Se trata de una colaboración entre Sony Computer España y el Museo Thyssen-Bornemisza para poder llegar a un público más joven que generalmente está menos interesado en el arte de los museos. Al estar Sony involucrada, la compañía ha aprovechado para hacer una especie de reedición, bajo el nombre de El mundo de Nubla, con un pequeño adelanto de lo que será el segundo capítulo (está planteado como una trilogía).
Lo de reedición es una forma de plantearlo, pero lo que verdaderamente se ha hecho es una serie de cambios estéticos. No se les podría llamar ni mejoras, es simplemente cambiar un color por otro o la posición de un objeto decorativo, nada que afecte a la valoración general del juego.
El título nos mete dentro de un mundo onírico muy extraño, que se supone que debería ser el museo Thyssen, pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. La historia que pretende contar es demasiado etérea y alegórica como para comprenderla, peor aún si con esto quieres captar a audiencias más jóvenes. Además, muy poco se puede contar en un juego que dura apenas una hora. Normalmente, la duración suele ser aproximada porque depende de la habilidad del jugador, pero en este caso, depende de la habilidad del jugador a superar el control del juego, su mayor obstáculo.
El mundo de Nubla es un plataformas extremadamente sencillo con puzles de por medio. Estos no tienen mucha complicación y en algunos incluso el juego nos da indicadores visuales para no perdernos, que no es que haga falta. Ordenar las piezas de un rompecabezas o repetir una secuencia de colores son algunos ejemplos.
El verdadero desafío del juego es el control. Los saltos tienen que estar muy medidos porque de lo contrario, el personaje se queda en el borde de la plataforma, parece que está subido, pero no es así y hay que repetir el salto. El personaje reacciona muy mal al entorno en el momento que deja de estar pegado en el suelo.
El mundo de Nubla es un título que en teoría sería muy interesante y enriquecedor, pero que su ejecución está mal planteada desde el principio. Cada capítulo empieza metiéndonos en un cuadro, al menos el juego podría decirnos qué cuadro es, quién lo pintó u orientar la jugabilidad en base a la pintura. Ni consigue el propósito de crear interés por el museo ni el de divertir como videojuego que es.
Nubla, sobre el papel, es un proyecto la mar de interesante. Se trata de una colaboración entre Sony Computer España y el Museo Thyssen-Bornemisza para poder llegar a un público más joven que generalmente está menos interesado en el arte de los museos. Al estar Sony involucrada, la compañía ha aprovechado para hacer una especie de reedición, bajo el nombre de El mundo de Nubla, con un pequeño adelanto de lo que será el segundo capítulo (está planteado como una trilogía).
Lo de reedición es una forma de plantearlo, pero lo que verdaderamente se ha hecho es una serie de cambios estéticos. No se les podría llamar ni mejoras, es simplemente cambiar un color por otro o la posición de un objeto decorativo, nada que afecte a la valoración general del juego.
El título nos mete dentro de un mundo onírico muy extraño, que se supone que debería ser el museo Thyssen, pero cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. La historia que pretende contar es demasiado etérea y alegórica como para comprenderla, peor aún si con esto quieres captar a audiencias más jóvenes. Además, muy poco se puede contar en un juego que dura apenas una hora. Normalmente, la duración suele ser aproximada porque depende de la habilidad del jugador, pero en este caso, depende de la habilidad del jugador a superar el control del juego, su mayor obstáculo.
El mundo de Nubla es un plataformas extremadamente sencillo con puzles de por medio. Estos no tienen mucha complicación y en algunos incluso el juego nos da indicadores visuales para no perdernos, que no es que haga falta. Ordenar las piezas de un rompecabezas o repetir una secuencia de colores son algunos ejemplos.
El verdadero desafío del juego es el control. Los saltos tienen que estar muy medidos porque de lo contrario, el personaje se queda en el borde de la plataforma, parece que está subido, pero no es así y hay que repetir el salto. El personaje reacciona muy mal al entorno en el momento que deja de estar pegado en el suelo.
El mundo de Nubla es un título que en teoría sería muy interesante y enriquecedor, pero que su ejecución está mal planteada desde el principio. Cada capítulo empieza metiéndonos en un cuadro, al menos el juego podría decirnos qué cuadro es, quién lo pintó u orientar la jugabilidad en base a la pintura. Ni consigue el propósito de crear interés por el museo ni el de divertir como videojuego que es.
Platino fácil.
Extremadamente corto, mal control, puzles fáciles.
El mundo de Nubla está planteado desde el principio de forma errónea y eso repercute en todos sus aspectos jugables.