
PC
El amanecer de un género
Hace ya más de 11 años que los usuarios de PC pudimos deleitarnos con una obra maestra de los videojuegos y que fue el impulso de uno de los géneros más prolíficos del compatible. Ante ustedes, Doom.

0
0
0
Y hace unas pocas horas, Phobos ha enviado una transmisión repleta de incoherencias, donde se nos dice que del portal están emergiendo extrañas forma de vida hostiles. Y si ya de por sí la cosa empezaba a ponerse fea, al poco después Deimos, la luna gemela, desaparece del cielo, simplemente. Nuestro hombre, pues, se pone manos a la obra, y él y sus subordinados arriban a Phobos con la misión de asegurar el perímetro de la base hasta asegurar la zona. Tú te quedas fuera mientras tus hombres entran: al poco llegan señales de muerte, destrucción y extraños gritos.
Y ahora es cuando las cosas empiezan a ponerse realmente complicadas, puesto que eres el único superviviente de tu escuadrón, con sólo una pistola y pocas municiones en tu haber. Pero por tu honor y el de tus hombres muertos, llegas al área de aterrizaje y penetras en la base. Sonidos del más allá y gruñidos guturales lo invaden todo. Ellos saben que estás aquí, pero ya no hay marcha atrás.
Así, deberemos recorrer decenas de niveles infestados de bichos con pocas ganas de dialogar, resolviendo puzzles para conseguir pasar al siguiente nivel y así sucesivamente hasta conseguir huir de la base. Imaginémonos, por ejemplo, un típico shoot'em up de máquina recreativa, como Alien vs. Predator. Ahora pensemos en jugar ese juego pero en vez de en tercera persona, en primera. Y eso es Doom, muy someramente.
Ya sabemos qué es Doom. Y bien, ¿dónde está la gracia?
Los niveles y la ambientación
Lo primero que debemos destacar al hablar de este juego es el diseño de niveles. Usando un motor 3D completamente revolucionario, nos sumergimos en la base militar de Phobos como si realmente estuviésemos allí, recorriendo escaleras, mirando a través de ventanales, caminando por túneles, habitaciones y pasillos, bordeando peligrosos lagos de ácido, realizando saltos, escudriñando tras recovecos y balcones, atravesando pasarelas amenazantes, penetrando en instalaciones radioactivas y extraños túneles... Perderse por las pantallas de Doom será algo tremendamente fácil. Pero no solo por lo enrevesado de los escenarios o porque no sepamos interpretar el mapa, sino también por algo que precisamente es el sello de identidad del juego: la ambientación.
Somos el único humano que pulula por una base marciana ocupada por aliens sedientos de sangre. Con un poco de imaginación no es difícil transportarse a unas instalaciones lúgubres, repletas de sonidos amenazantes, con habitaciones oscuras, luces parpadeantes, recovecos infernales, esquinas amenazadoras e infinidad de mala leche. Pues bien, trasladamos eso desde nuestra imaginación a la pantalla de un ordenador y nos encontramos con Doom. Y en dichos niveles no todo se nos regalará, pues que habrá zonas secretas que solo descubriremos con un estudio concienzudo de cada recoveco, para obtener interesantes items y aumentar nuestra puntuación.
Uniendo la calidad de los niveles y lo genial de la ambientación, nos encontramos con una experiencia de juego totalmente estremecedora, incluso en nuestros días. Jugar a Doom a oscuras y con cascos es sumergirse en un climax que solo romperemos con nuestros propios gritos y nuestra respiración entrecortada.
Y ahora es cuando las cosas empiezan a ponerse realmente complicadas, puesto que eres el único superviviente de tu escuadrón, con sólo una pistola y pocas municiones en tu haber. Pero por tu honor y el de tus hombres muertos, llegas al área de aterrizaje y penetras en la base. Sonidos del más allá y gruñidos guturales lo invaden todo. Ellos saben que estás aquí, pero ya no hay marcha atrás.
Así, deberemos recorrer decenas de niveles infestados de bichos con pocas ganas de dialogar, resolviendo puzzles para conseguir pasar al siguiente nivel y así sucesivamente hasta conseguir huir de la base. Imaginémonos, por ejemplo, un típico shoot'em up de máquina recreativa, como Alien vs. Predator. Ahora pensemos en jugar ese juego pero en vez de en tercera persona, en primera. Y eso es Doom, muy someramente.
Ya sabemos qué es Doom. Y bien, ¿dónde está la gracia?
Los niveles y la ambientación
Lo primero que debemos destacar al hablar de este juego es el diseño de niveles. Usando un motor 3D completamente revolucionario, nos sumergimos en la base militar de Phobos como si realmente estuviésemos allí, recorriendo escaleras, mirando a través de ventanales, caminando por túneles, habitaciones y pasillos, bordeando peligrosos lagos de ácido, realizando saltos, escudriñando tras recovecos y balcones, atravesando pasarelas amenazantes, penetrando en instalaciones radioactivas y extraños túneles... Perderse por las pantallas de Doom será algo tremendamente fácil. Pero no solo por lo enrevesado de los escenarios o porque no sepamos interpretar el mapa, sino también por algo que precisamente es el sello de identidad del juego: la ambientación.
Somos el único humano que pulula por una base marciana ocupada por aliens sedientos de sangre. Con un poco de imaginación no es difícil transportarse a unas instalaciones lúgubres, repletas de sonidos amenazantes, con habitaciones oscuras, luces parpadeantes, recovecos infernales, esquinas amenazadoras e infinidad de mala leche. Pues bien, trasladamos eso desde nuestra imaginación a la pantalla de un ordenador y nos encontramos con Doom. Y en dichos niveles no todo se nos regalará, pues que habrá zonas secretas que solo descubriremos con un estudio concienzudo de cada recoveco, para obtener interesantes items y aumentar nuestra puntuación.
Uniendo la calidad de los niveles y lo genial de la ambientación, nos encontramos con una experiencia de juego totalmente estremecedora, incluso en nuestros días. Jugar a Doom a oscuras y con cascos es sumergirse en un climax que solo romperemos con nuestros propios gritos y nuestra respiración entrecortada.