Game Boy
Los monos polimórficos
Diddy y Dixie se embarcan en una aventura portátil para rescatar al magnánimo Donkey Kong

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En épocas pretéritas había un factor de extrema importancia en el diseño de videojuegos que se ha perdido con el tiempo: la creación de una mascota atractiva como protagonista. Eran tiempos en los que la definición que permitían los videojuegos era demasiado precaria como para permitirse el diseño de personajes demasiado realistas. Del mismo modo, el target mayoritario era el público infantil o adolescente, así que una buena solución era la de tratar de imitar a aquellos iconos de la animación como Mickey Mouse, con personajes inspirados en animales. Cuando Rareware (actual Rare) obtuvo la oportunidad de utilizar a un símbolo como Donkey Kong para su serie de juegos plataformeros, se enfrentaron a una inmensa tarea creativa. Así, al famoso mono le seguirían Diddy, Dixie, King K. Rool y todo un universo que ha llegado hasta nuestros días.
Es muy difícil hablar de Donkey Kong Land 2 sin mencionar Donkey Kong Country 2. Las comparaciones con la trilogía de Super Nintendo siempre se señalan cuando se revisan las entregas de Game Boy, pero nunca a la inversa. Es evidente que las entregas de SNES son superiores en todos los ámbitos, así que ya que lo hemos señalado, tenemos vía libre para hablar sobre Donkey Kong Land 2 (DKL2 de ahora en adelante) como una entidad independiente: tal y como trató de hacer Rare en 1996.
Si hay algo que destaca en la serie Donkey Kong es su sobresaliente carisma y capacidad para atrapar al jugador, y en la segunda entrega de Game Boy este espíritu es intachable. Los simpáticos monos de Rare son divertidos de controlar y pueden realizar un gran número de acciones además de saltar: golpear, trepar, lanzar barriles o transformarse en otros animales.
DKL2 introduce una novedad jugable trascendental: el segundo y nuevo personaje jugable, Dixie, nos permite planear durante el salto. Esta habilidad facilita notablemente algunas fases del juego, pero ¡también nos resulta curiosamente satisfactorio hacerlo! En los niveles de plataformas puros, la precisión al ejecutar los saltos no es tan exigente como en otros títulos del género como Super Mario Land: la dificultad diseñada por Rare no persigue la precisión para recorrer largas distancias aéreas, sino la precisión para esquivar enemigos en el aire o para aterrizar en el lugar adecuado.
Si hay que destacar una característica sobresaliente de DKC2 es, sin lugar a dudas, su increíble variedad jugable. Prácticamente cada uno de los 40 niveles incluye alguna mecánica exclusiva de ese nivel, motivando al jugador a adaptarse y aprender a dominarla para progresar. Cañones barril, Corrientes de aire, plataformas móviles, globos aerostáticos, cuerdas que aparecen y desaparecen... hay mucho contenido por disfrutar, solo comparable al repertorio de los excelentes Wario Land. Igual que en los juegos del gordo personaje de Nintendo, hay niveles acuáticos y aéreos, añadiendo así más variedad a lo mencionado.
Como en otros plataformas de Game Boy, el tamaño de la pantalla ha sido determinante en el diseño de las fases y los enemigos. La ausencia de horizontalidad excesiva puede llegar a frustrar a los jugadores que conozcan los Donkey Kong de sobremesa, ya que la velocidad del gameplay es más reducida: si avanzamos con velocidad, es muy probable que acabemos recibiendo un golpe de un enemigo que aparezca justo enfrente de nosotros. Las fases aéreas y acuáticas en las que podemos encontrar peligros en las cuatro direcciones acusan de problemas de cámara frecuentes, en los que se complica la visibilidad y podemos perder vidas de manera algo injusta. Estos problemas se pueden aprender a evitar con cierta paciencia, convirtiendo la experiencia en mucho más disfrutable.
Los coleccionables son un punto clave, como en todo plataformas de la marca Rare. Dos tipos de monedas están escondidos por todos los niveles: las monedas de bonus y las monedas DK, duplicando la duración del juego para obtener el 100% del progreso. El último mundo, desbloqueable tras conseguir todas las bonus y derrotar a King K. Rool, nos abre unas cuantas fases de la más elevada dificultad aunque escasas novedades jugables. En última instancia, recorrer todo el juego con todos los coleccionables nos llevará aproximadamente 6 o 7 horas, una duración bastante notable en comparación con sus contemporáneos.
A pesar de que DKC2 ofrece los sprites prerrenderizados tan comunes en la franquicia, el diseño gráfico general ha sido escalado a las posibilidades del sistema, y los escenarios presentan una reducción drástica de detalle respecto a la entrega anterior o las versiones de Super Nintendo. Esta decisión, lejos de ser perjudicial, ha contribuido a mejorar la visibilidad, gracias a los fondos blancos y contornos bien definidos. Además, cuenta con una paleta de colores personalizada en Game Boy Color, mostrando a los monos de color marrón, las bananas y monedas amarillas o las plataformas azules. Esta es la manera óptima de jugar a este clásico sin lugar a dudas. La única pega: sufre de fallos gráficos ocasionales, como caídas de frames o glitches en la carga de sprites.
Conclusiones
El ejercicio de conversión a Game Boy en Donkey Kong Land 2 es muy satisfactorio, aunque con algunos defectos ocasionales que requieren cierto tiempo de adaptación. Niveles, melodías y conseguir sus coleccionables nos tendrán enganchados a esta adorable y no precisamente fácil aventura de plataformas.
Es muy difícil hablar de Donkey Kong Land 2 sin mencionar Donkey Kong Country 2. Las comparaciones con la trilogía de Super Nintendo siempre se señalan cuando se revisan las entregas de Game Boy, pero nunca a la inversa. Es evidente que las entregas de SNES son superiores en todos los ámbitos, así que ya que lo hemos señalado, tenemos vía libre para hablar sobre Donkey Kong Land 2 (DKL2 de ahora en adelante) como una entidad independiente: tal y como trató de hacer Rare en 1996.
Si hay algo que destaca en la serie Donkey Kong es su sobresaliente carisma y capacidad para atrapar al jugador, y en la segunda entrega de Game Boy este espíritu es intachable. Los simpáticos monos de Rare son divertidos de controlar y pueden realizar un gran número de acciones además de saltar: golpear, trepar, lanzar barriles o transformarse en otros animales.


DKL2 introduce una novedad jugable trascendental: el segundo y nuevo personaje jugable, Dixie, nos permite planear durante el salto. Esta habilidad facilita notablemente algunas fases del juego, pero ¡también nos resulta curiosamente satisfactorio hacerlo! En los niveles de plataformas puros, la precisión al ejecutar los saltos no es tan exigente como en otros títulos del género como Super Mario Land: la dificultad diseñada por Rare no persigue la precisión para recorrer largas distancias aéreas, sino la precisión para esquivar enemigos en el aire o para aterrizar en el lugar adecuado.
Si hay que destacar una característica sobresaliente de DKC2 es, sin lugar a dudas, su increíble variedad jugable. Prácticamente cada uno de los 40 niveles incluye alguna mecánica exclusiva de ese nivel, motivando al jugador a adaptarse y aprender a dominarla para progresar. Cañones barril, Corrientes de aire, plataformas móviles, globos aerostáticos, cuerdas que aparecen y desaparecen... hay mucho contenido por disfrutar, solo comparable al repertorio de los excelentes Wario Land. Igual que en los juegos del gordo personaje de Nintendo, hay niveles acuáticos y aéreos, añadiendo así más variedad a lo mencionado.
Como en otros plataformas de Game Boy, el tamaño de la pantalla ha sido determinante en el diseño de las fases y los enemigos. La ausencia de horizontalidad excesiva puede llegar a frustrar a los jugadores que conozcan los Donkey Kong de sobremesa, ya que la velocidad del gameplay es más reducida: si avanzamos con velocidad, es muy probable que acabemos recibiendo un golpe de un enemigo que aparezca justo enfrente de nosotros. Las fases aéreas y acuáticas en las que podemos encontrar peligros en las cuatro direcciones acusan de problemas de cámara frecuentes, en los que se complica la visibilidad y podemos perder vidas de manera algo injusta. Estos problemas se pueden aprender a evitar con cierta paciencia, convirtiendo la experiencia en mucho más disfrutable.


Los coleccionables son un punto clave, como en todo plataformas de la marca Rare. Dos tipos de monedas están escondidos por todos los niveles: las monedas de bonus y las monedas DK, duplicando la duración del juego para obtener el 100% del progreso. El último mundo, desbloqueable tras conseguir todas las bonus y derrotar a King K. Rool, nos abre unas cuantas fases de la más elevada dificultad aunque escasas novedades jugables. En última instancia, recorrer todo el juego con todos los coleccionables nos llevará aproximadamente 6 o 7 horas, una duración bastante notable en comparación con sus contemporáneos.
A pesar de que DKC2 ofrece los sprites prerrenderizados tan comunes en la franquicia, el diseño gráfico general ha sido escalado a las posibilidades del sistema, y los escenarios presentan una reducción drástica de detalle respecto a la entrega anterior o las versiones de Super Nintendo. Esta decisión, lejos de ser perjudicial, ha contribuido a mejorar la visibilidad, gracias a los fondos blancos y contornos bien definidos. Además, cuenta con una paleta de colores personalizada en Game Boy Color, mostrando a los monos de color marrón, las bananas y monedas amarillas o las plataformas azules. Esta es la manera óptima de jugar a este clásico sin lugar a dudas. La única pega: sufre de fallos gráficos ocasionales, como caídas de frames o glitches en la carga de sprites.
Conclusiones
El ejercicio de conversión a Game Boy en Donkey Kong Land 2 es muy satisfactorio, aunque con algunos defectos ocasionales que requieren cierto tiempo de adaptación. Niveles, melodías y conseguir sus coleccionables nos tendrán enganchados a esta adorable y no precisamente fácil aventura de plataformas.
Alternativas
Series Donkey Kong, Mario Land, Wario Land, Kirby, Adventure Island...
Muchas mecánicas diferentes, ejemplar diseño de niveles
La cámara a veces juega malas pasadas, hay fallos gráficos con frecuencia
La aventura de Diddy y Dixie en Game Boy es una fuente incuestionable de diversión y personalidad.