
Xbox 360
Rebeldía demoniaca
Ninja Theory es la encargada de dar su visión moderna y occidental de Dante, hijo de Sparda.

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Las armas de Dante también pueden utilizarse como ganchos, tanto para acercar objetos y enemigos como para ir nosotros hasta ellos. Esto se utiliza en combate y en las plataformas. Esta última parte tiene gran peso en la aventura. La habilidad necesaria no es demasiada para superar estos momentos, pero lo mejor es ver cómo el escenario se va deformando para impedirnos el paso de todas las maneras imaginables.
DmC sigue exigiendo al jugador tener todos los sentidos puestos en la pantalla. Es cierto que la dificultad media se ha reducido considerablemente con respecto a las anteriores entregas, pero hay muchos más niveles entre los que elegir. Para los que no encuentren la dificultad definitiva, tienen "Infierno e Infierno", donde los enemigos mantienen su salud normal mientras que Dante muere de un único toque. Sólo apta para auténticos maestros de los hack 'n slash.
Es curioso (y una pena) que sólo hay un único puzle en todo el juego, en la recta final, a pesar de que la serie se caracterizaba también por este tipo de problemáticas que resolver. No faltan los coleccionables en cada uno de los niveles. Hay cuarenta almas atormentadas repartidas por todo el juego a las que liberar, además de una serie de desafíos para poner a prueba nuestras habilidades. Para acceder a estos necesitamos tener de antemano la llave correspondiente.
La recreación del mundo real en DmC es realista con un toque pesimista. Donde de verdad se ve el gran trabajo artístico realizado por Ninja Theory es en el Limbo. Visitamos ciudades normales infectadas por los demonios, industrias subterráneas, oscuros mundos que son el reflejo de otro, etcétera. Como hemos comentado antes, el escenario tiene vida propia y se mueve y destruye con el único objetivo de pararnos los pies. El espectáculo está servido. El nivel de texturas no llega a ser excelente y, se puede apreciar en varias veces una falta de calidad evidente, suponemos que para mantener la tasa de imágenes constante.
La banda sonora viene a cargo de dos grupos: los daneses Noisia y los noruegos Combichrist. El primero de ellos pone el toque electrónico que encaja con la modernización de la serie y el segundo se encarga de la brutalidad y el frenetismo de los combates. El doblaje a nuestro idioma está muy bien llevado y tenemos muy pocas quejas al respecto, salvo por la sincronización labial. No son pocas las ocasiones en las que los personajes mueven la boca sin emitir ningún sonido y viceversa.
Ninja Theory ha vuelto a demostrar que es un estudio versátil y competente. Tenía un desafío importante ante ellos, sobre todo por la gran presión de los fans, y han sabido adaptar una serie que revolucionó el género en su día a los tiempos que corren. El sistema de combate tiene la profundidad justa para necesitar un tiempo para acostumbrarse y mucho más para dominarlo. Mientras que el diseño de los enemigos es bueno, el de los jefes falla algo más, con métodos de eliminación sencillos y no muy originales. También cuenta con una de las mayores lacras de esta generación: duración escasa. Nuestra partida apenas duró ocho horas. Lo peor de todo es que la sombra de Bayonetta es muy alargada, aunque harían buena pareja juntos.
DmC sigue exigiendo al jugador tener todos los sentidos puestos en la pantalla. Es cierto que la dificultad media se ha reducido considerablemente con respecto a las anteriores entregas, pero hay muchos más niveles entre los que elegir. Para los que no encuentren la dificultad definitiva, tienen "Infierno e Infierno", donde los enemigos mantienen su salud normal mientras que Dante muere de un único toque. Sólo apta para auténticos maestros de los hack 'n slash.
Es curioso (y una pena) que sólo hay un único puzle en todo el juego, en la recta final, a pesar de que la serie se caracterizaba también por este tipo de problemáticas que resolver. No faltan los coleccionables en cada uno de los niveles. Hay cuarenta almas atormentadas repartidas por todo el juego a las que liberar, además de una serie de desafíos para poner a prueba nuestras habilidades. Para acceder a estos necesitamos tener de antemano la llave correspondiente.
La recreación del mundo real en DmC es realista con un toque pesimista. Donde de verdad se ve el gran trabajo artístico realizado por Ninja Theory es en el Limbo. Visitamos ciudades normales infectadas por los demonios, industrias subterráneas, oscuros mundos que son el reflejo de otro, etcétera. Como hemos comentado antes, el escenario tiene vida propia y se mueve y destruye con el único objetivo de pararnos los pies. El espectáculo está servido. El nivel de texturas no llega a ser excelente y, se puede apreciar en varias veces una falta de calidad evidente, suponemos que para mantener la tasa de imágenes constante.
La banda sonora viene a cargo de dos grupos: los daneses Noisia y los noruegos Combichrist. El primero de ellos pone el toque electrónico que encaja con la modernización de la serie y el segundo se encarga de la brutalidad y el frenetismo de los combates. El doblaje a nuestro idioma está muy bien llevado y tenemos muy pocas quejas al respecto, salvo por la sincronización labial. No son pocas las ocasiones en las que los personajes mueven la boca sin emitir ningún sonido y viceversa.
Ninja Theory ha vuelto a demostrar que es un estudio versátil y competente. Tenía un desafío importante ante ellos, sobre todo por la gran presión de los fans, y han sabido adaptar una serie que revolucionó el género en su día a los tiempos que corren. El sistema de combate tiene la profundidad justa para necesitar un tiempo para acostumbrarse y mucho más para dominarlo. Mientras que el diseño de los enemigos es bueno, el de los jefes falla algo más, con métodos de eliminación sencillos y no muy originales. También cuenta con una de las mayores lacras de esta generación: duración escasa. Nuestra partida apenas duró ocho horas. Lo peor de todo es que la sombra de Bayonetta es muy alargada, aunque harían buena pareja juntos.
Alternativas
Bayonetta es la reina del género.
Combates muy divertidos, los escenarios con vida propia, adaptación de la historia a la actualidad.
Dificultad media baja, jefes sosos, duración escasa.
Una excelente forma de renovar una antigua IP, con sus fallos, por supuesto.