PlayStation 4
Xbox One
Cartas a Esther
La obra de The Chinese Room llega por fin a consolas con algunos añadidos pero el mismo espíritu minimalista.

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Versión analizada: Playstation 4. Copia digital proporcionada por Premier Comms.
El género de los walking simulator está todavía asentándose en el mundo de los videojuegos. Se podría decir que Dear Esther fue uno de los primeros en inaugurar el género, cuya historia de origen es interesante. Originalmente, nació como un mod de Half-Life 2, y años después, se lanzó la versión comercial en PC. A consolas llega tarde, pero con una edición especial, la Landmark Edition.
Dear Esther nos sitúa en una de las islas Hébridas, en la costa de Escocia. El objetivo es llegar hasta una torre con una baliza que siempre está presente en la lejanía a lo largo de cuatro escenarios conectados. Al llegar a ciertos puntos, la voz en off leerá extractos de cartas dirigidas a Esther. En las narraciones se mezclan hechos reales con otros algo más metafóricos y alegóricos. La historia no es nada del otro mundo, quizás a algunos les llegue algo más por motivos personales, pero no contiene ningún elementos que la haga especialmente interesante. Los propios desarrolladores afirman que no hay una interpretación "estable".
En lo que sí destaca Dear Esther es en la recreación de la isla y la ambientación, que lo consigue combinando sus paisajes, con los efectos de sonido y la música. La calidad gráfica no es muy alta y a veces empaña un poco la experiencia con texturas emborronadas o vegetación plana. Esto se solventa más adelante cuando el juego se vuelve más oscuro y una iluminación más trabajada. La luz de la luna o de ciertos elementos dentro de una cueva con brillantes colores deja escenas realmente impresionantes. Esto se complementa con unos sencillos efectos de sonido, como el viento o el mar, pero que ayudan mucho a conseguir esa ambientación. Por último, la música completa el conjunto con unas partituras muy delicadas y suaves, que incluso hay veces que desaparecen para dejar al jugador pensar en solitario.
La duración de Dear Esther es muy limitada, apenas en hora y media lo habremos terminado. No hay ninguna complicación, el avance es lineal, tan sólo a veces el camino se divide en dos para llegar al mismo sitio, sin más. Los comentarios del equipo de desarrollo nos incitan a jugarlo de nuevo, siempre y cuando nos interese saber cómo se concibió el título y qué hay detrás de cada decisión de diseño.
Dear Esther es complicado de valorar, este tipo de juegos sueles amarlo u odiarlo, y seguramente haya gente a la que llegue mucho y otra a la que le parezca una estafa. La duración es escasa y la historia no es nada especial, aunque muy bien escrita, lo que se compensa con una ambientación muy bonita a pesar de los escasos medios.
El género de los walking simulator está todavía asentándose en el mundo de los videojuegos. Se podría decir que Dear Esther fue uno de los primeros en inaugurar el género, cuya historia de origen es interesante. Originalmente, nació como un mod de Half-Life 2, y años después, se lanzó la versión comercial en PC. A consolas llega tarde, pero con una edición especial, la Landmark Edition.
Dear Esther nos sitúa en una de las islas Hébridas, en la costa de Escocia. El objetivo es llegar hasta una torre con una baliza que siempre está presente en la lejanía a lo largo de cuatro escenarios conectados. Al llegar a ciertos puntos, la voz en off leerá extractos de cartas dirigidas a Esther. En las narraciones se mezclan hechos reales con otros algo más metafóricos y alegóricos. La historia no es nada del otro mundo, quizás a algunos les llegue algo más por motivos personales, pero no contiene ningún elementos que la haga especialmente interesante. Los propios desarrolladores afirman que no hay una interpretación "estable".
En lo que sí destaca Dear Esther es en la recreación de la isla y la ambientación, que lo consigue combinando sus paisajes, con los efectos de sonido y la música. La calidad gráfica no es muy alta y a veces empaña un poco la experiencia con texturas emborronadas o vegetación plana. Esto se solventa más adelante cuando el juego se vuelve más oscuro y una iluminación más trabajada. La luz de la luna o de ciertos elementos dentro de una cueva con brillantes colores deja escenas realmente impresionantes. Esto se complementa con unos sencillos efectos de sonido, como el viento o el mar, pero que ayudan mucho a conseguir esa ambientación. Por último, la música completa el conjunto con unas partituras muy delicadas y suaves, que incluso hay veces que desaparecen para dejar al jugador pensar en solitario.
La duración de Dear Esther es muy limitada, apenas en hora y media lo habremos terminado. No hay ninguna complicación, el avance es lineal, tan sólo a veces el camino se divide en dos para llegar al mismo sitio, sin más. Los comentarios del equipo de desarrollo nos incitan a jugarlo de nuevo, siempre y cuando nos interese saber cómo se concibió el título y qué hay detrás de cada decisión de diseño.
Dear Esther es complicado de valorar, este tipo de juegos sueles amarlo u odiarlo, y seguramente haya gente a la que llegue mucho y otra a la que le parezca una estafa. La duración es escasa y la historia no es nada especial, aunque muy bien escrita, lo que se compensa con una ambientación muy bonita a pesar de los escasos medios.
Alternativas
Everybody's Gone to the Rapture
La ambientación y sus efectos de luz y sonido.
La historia que cuenta no destaca, hora y media de duración.