
Xbox 360
Terror en el hiperespacio
Pasarlo mal nunca fue tan divertido. Nos sumergimos en la nueva propuesta de Visceral Games.
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Tras una generación en la que los juegos de terror y supervivencia reinaban sobre el resto de géneros, ahora la situación ha dado un vuelco y resulta bien distinta. La acción ha ganado terreno y pocos son los títulos que consiguen que demos un respingón del sofá. La única incertidumbre es quedarnos sin balas ante la acometida de una oleada de muertos vivientes. De lo poco salvable ha sido el primer Dead Space, de lo mejorcito del género a pesar de que su ambientación nos recordase demasiado a algunas películas (Alien y Horizonte final como ejemplos más claros) y su jugabilidad era deudora directa de Resident Evil 4. A pesar de unas ventas discretas (la desarrolladora mantiene que la segunda mano causó estragos), los chicos de Visceral Games vuelven a inquietarnos con su particular tren de los horrores ambientado en el espacio.
Morfología necrófaga
Como segunda parte directa se ha habilitado un video (se puede seleccionar justo antes de empezar la partida) que arranca con un resumen que nos destripará toda la trama del primero en unos pocos minutos. Aquellos que pretendan empezar la franquicia con esta entrega podrán conocer los antecedentes sin sentirse muy desorientados. La verdad es que como síntesis de los acontecimientos pasados funciona bien, pero lo recomendable para ponernos en situación es jugarlo como es debido. Y si es a oscuras y con el volumen en el límite de lo denunciable por los vecinos mejor que mejor. El protagonismo vuelve a recaer en Isaac Clarke (en claro homenaje a Isaac Asimov y a Arthur C. Clarke). quien sufre trastornos psíquicos tras su traumática experiencia en el USG Ishimura. Como no podía ser de otra forma, Isaac sufre alucinaciones que le impiden distinguir la realidad de la pesadilla que vivió. Tres años han pasado desde entonces y muchas son las incógnitas que todavía quedan por responder sobre el Artefacto y la iglesia de la Unitología. La acción se ubica en una estación espacial que orbita alrededor de Saturno y de nuevo se enfrentará a ese remedo de zombis del espacio que son los necromorfos. Y poco más que hablar de la historia sin reventar nada a los lectores. Los quince capítulos se suceden sin pausa y en el séptimo realizaremos un obligatorio cambio de disco ya que la versión de 360 de esta nueva entrega viene segmentada en dos.
Como le ocurre a Gordom Freeman con el traje HEV, cada vez que Isaac se pone su indumentaria de trabajo es que algo va a salir mal. Dicho y hecho. El pobre protagonista se enrola en una espiral de destrucción y supervivencia en la que tendrá que escapar de la muerte con las herramientas de bricolaje que dispone (recordemos que es un ingeniero que se disponía a reparar una nave a la deriva en el primer título de la serie). En el camino tendrá que recolectar todo lo que le pueda ser de ayuda (munición, botiquines y nodos), encontrar la manera de solventar los obstáculos que le cierran el paso (pequeños puzles y caminos cortados) y por supuesto disparar a todo lo que se mueva en la oscuridad. Como los enemigos tienen una resistencia inhumana, la fórmula del desmembramiento que tan bien funcionó en el pasado vuelve a convertirse en la mejor opción para acabar con los necromorfos. Seccionar y amputar los miembros de las infectas criaturas que amenazan nuestra integridad virtual se mantiene tan divertida como bien resuelta. Después de todo, no te puede perseguir ni atacar lo que no puede moverse.
Morfología necrófaga
Como segunda parte directa se ha habilitado un video (se puede seleccionar justo antes de empezar la partida) que arranca con un resumen que nos destripará toda la trama del primero en unos pocos minutos. Aquellos que pretendan empezar la franquicia con esta entrega podrán conocer los antecedentes sin sentirse muy desorientados. La verdad es que como síntesis de los acontecimientos pasados funciona bien, pero lo recomendable para ponernos en situación es jugarlo como es debido. Y si es a oscuras y con el volumen en el límite de lo denunciable por los vecinos mejor que mejor. El protagonismo vuelve a recaer en Isaac Clarke (en claro homenaje a Isaac Asimov y a Arthur C. Clarke). quien sufre trastornos psíquicos tras su traumática experiencia en el USG Ishimura. Como no podía ser de otra forma, Isaac sufre alucinaciones que le impiden distinguir la realidad de la pesadilla que vivió. Tres años han pasado desde entonces y muchas son las incógnitas que todavía quedan por responder sobre el Artefacto y la iglesia de la Unitología. La acción se ubica en una estación espacial que orbita alrededor de Saturno y de nuevo se enfrentará a ese remedo de zombis del espacio que son los necromorfos. Y poco más que hablar de la historia sin reventar nada a los lectores. Los quince capítulos se suceden sin pausa y en el séptimo realizaremos un obligatorio cambio de disco ya que la versión de 360 de esta nueva entrega viene segmentada en dos.
Como le ocurre a Gordom Freeman con el traje HEV, cada vez que Isaac se pone su indumentaria de trabajo es que algo va a salir mal. Dicho y hecho. El pobre protagonista se enrola en una espiral de destrucción y supervivencia en la que tendrá que escapar de la muerte con las herramientas de bricolaje que dispone (recordemos que es un ingeniero que se disponía a reparar una nave a la deriva en el primer título de la serie). En el camino tendrá que recolectar todo lo que le pueda ser de ayuda (munición, botiquines y nodos), encontrar la manera de solventar los obstáculos que le cierran el paso (pequeños puzles y caminos cortados) y por supuesto disparar a todo lo que se mueva en la oscuridad. Como los enemigos tienen una resistencia inhumana, la fórmula del desmembramiento que tan bien funcionó en el pasado vuelve a convertirse en la mejor opción para acabar con los necromorfos. Seccionar y amputar los miembros de las infectas criaturas que amenazan nuestra integridad virtual se mantiene tan divertida como bien resuelta. Después de todo, no te puede perseguir ni atacar lo que no puede moverse.